Steve Hassan
Las técnicas de control mental de las sectas y cómo combatirlas
CAPÍTULO 9
Cómo vencer el control mental de una secta
A dondequiera que vaya -ya sea al supermercado, a la Asociación de jóvenes Cristianos o a otra ciudad en avión-, encuentro a personas que pertenecen a sectas destructivas. Me siento cercano a ellos porque yo también estuve una vez en una trampa similar. Ante todos los miembros de sectas que conozco, trato de recordar que están esclavizados. Son también el hijo o la hija, el hermano o la hermana de alguien. Cada vez que encuentro a personas como estas, me siento profundamente agradecido de encontrarme libre. Yo he sido uno de los afortunados que tuvo la oportunidad de ser aconsejado para poder librarme. Dado que la gente me ayudó, yo trato de compartir mi buena suerte.
En estos fugaces encuentros personales, sé que tan sólo dispondré de unos pocos minutos pero intento decir o hacer algo para ayudarles. A pesar de que las más de las veces nunca los vuelvo a ver, de vez en cuando descubro que aquel breve encuentro tuvo un impacto a largo plazo.
Allá por 1980, comencé con toda deliberación a apartarme de mi forma habitual de trabajo para realizar mini intervenciones imprevistas. En aquel entonces, yo estaba ansioso por investigar y practicar los enfoques no coercitivos del asesoramiento en abandonos. Veía en cada miembro de una secta que encontraba la oportunidad para pulir mis aptitudes.
Estas mini intervenciones me enseñaron otras formas de comunicación con los adeptos que eran más eficaces, métodos que servían como «llaves» para abrir el control mental de la secta. Este capítulo es un resumen de estas «llaves», acompañado de algunos ejemplos acerca de cómo las utilizo en una intervención.
En pocas palabras, éstas son las tres llaves más básicas para ayudar al miembro de una secta:
Llave No 1: establecer la relación y la mutua confianza.
Llave No 2: utilizar comunicaciones orientadas a un objetivo.
Llave No 3: desarrollar modelos de identidad.
Después de presentar como muestra dos ejemplos de intervenciones que he practicado (y una mini intervención que me practicaron cuando yo todavía era un adepto), abordaré con mayor profundidad las llaves que abren el camino a una intervención, paso a paso, hasta un desenlace satisfactorio:
Llave No 4: acceder a la identidad anterior a la afiliación.
Llave No 5: conseguir que el adepto contemple la realidad desde perspectivas muy variadas.
Llave No 6: evitar los procesos de interrupción del pensamiento mediante una forma indirecta de facilitar información.
Llave No 7: visualizar un futuro feliz para vencer las fobias del adoctrinamiento.
Llave No 8: ofrecer al adepto definiciones concretas sobre el control mental y las características de una secta destructiva.
Llave no 1: Establecer la relación y la mutua confianza
Ya he destacado antes la importancia de establecer una relación:
las diversas técnicas para establecer una relación no-verbal pueden ser de ayuda. La primera se limita a imitar el lenguaje corporal de la persona con la que hablo. También utilizo un tono de voz no amenazador, como tampoco son amenazadoras las preguntas e intento evitar la manifestación de juicios. Como montar en bicicleta o aprender un idioma extranjero, establecer una relación es una técnica que cualquiera puede aprender y desarrollar.
Llave no 2: Utilizar comunicaciones orientadas a un objetivo
Las comunicaciones orientadas a un objetivo, que se utilizan sobre todo en el mundo empresarial, representan la mejor manera para influir en las personas de una manera deliberada. Este estilo es por completo diferente de los que utilizan habitualmente las personas cuando interactúan con miembros de la familia o los amigos. Cuando existe una relación de intimidad con las personas, por lo general decimos todo aquello que pensamos o sentímo, porque somos «nosotros mismos». No tenemos un plan establecido para influir en los demás.
En el mundo empresarial, la mayor parte de las personas tiene que pensar en base a sus metas y objetivos y en la mejor forma de conseguirlos. Los altos ejecutivos comprenden que, a menudo, tienen que establecer un plan de acción gradual que les lleve a convertir sus sueños en realidad.
Imaginemos, entonces, que yo ya he señalado un objetivo (ayudar a alguien para que abandone la secta) y que ya he trazado un plan de acción gradual. Lo siguiente que debo hacer es descubrir quién es esta persona en la que intento influir. Comprender cómo es una persona «en su interior» resulta una enorme ventaja. Cada vez que un gran actor prepara su papel, primero debe investigar a fondo cómo es el personaje y recurrir a todas las fuentes posibles para descubrir qué hace «vibrar» a la persona. El actor crea en su mente un modelo del personaje y luego se mete en su interior, dejando a un lado su propia identidad, sus creencias y valores. Entonces podrá poner a prueba la comunicación y determinar si produce la respuesta esperada. La regla elemental es hacer lo que funciona. Si lo que usted hace no funciona, intente otro enfoque. Siga centrándose en la meta.
Llave no 3: Desarrollar modelos de identidad
A través de la búsqueda de información, los familiares y los amigos pueden investigar en profundidad al miembro de la secta en el que esperan poder influir. Para una mayor eficacia, es necesario construir tres modelos (también llamados «patrones mentales») que representen quién es esta persona.
El primer modelo corresponde a quién era la persona antes de entrar en la secta: qué pensaba sobre sí misma, el mundo, sus relaciones, sus puntos fuertes y sus debilidades. Así veía él todas estas cosas. La mejor manera de reunir esta información es a través de lo que ha escrito o dicho a sus familiares y amigos.
El segundo modelo es el del típico adepto de aquel grupo. Cualquier ex miembro puede facilitarnos un modelo genérico de cómo ve la «realidad» el típico Moonie o el miembro de cualquier otra secta. De una manera ideal, cualquier persona puede interpretar qué se siente como miembro de una secta. Igual que un actor ensaya los rasgos de su personaje, lo que importa aquí es la caracterización, aunque los diálogos sean improvisados. Los ex miembros pueden servir de maestros y enseñarle a pensar como lo hace el adepto de una secta. Los distintos familiares pueden turnarse para interactuar con el «miembro de la secta» y «ser» el miembro de la secta. A medida que progresen en la práctica de estas caracterizaciones, mejor comprenderán cómo piensa el adepto.
El tercer modelo es el que corresponde a la persona dentro de la secta. Este modelo se irá transformando poco, a poco, a medida que represente los diferentes niveles de implicación que el miembro alcance dentro del grupo. Al contrastarlo con el modelo genérico del adepto y con la persona real, usted puede hacerse idea bien clara sobre cuándo la persona está siendo muy «sectaria» y cuándo es más él mismo. Recuerde que cada persona es diferente, y que cada miembro de una secta sostiene una batalla entre la identidad de la secta y su identidad real. En cualquier momento, usted podrá ver cómo la persona cambia constantemente de una identidad a otra.
Muchas personas intentan con verdadera desesperación luchar contra la identidad de la secta siempre que pueden. Por ejemplo, existen sectas cuyos miembros han de ser vegetarianos y no deben beber alcohol ni consumir drogas. Sin embargo, he conocido a varias personas de uno de estos grupos que solían escaparse de la casa de la secta y conducir cerca de 60 km para poder comer una hamburguesa y beberse una cerveza. Un hermano o un amigo íntimo que mantenga una buena relación puede descubrir y hacer buen uso de esta información. En cualquier momento, el miembro puede cambiar a su identidad «real» o a la «sectaria».
Estos tres modelos son los que empleo en mi trabajo de asesor. Antes de conocer a la persona cara a cara, quiero disponer de estos tres modelos lo más ajustados posible. Luego, cuando estoy con la persona, puedo seguir refinando los modelos y formular un determinado tipo de preguntas. Al cabo de tres días, podré trazar una serie de planes muy elaborados.
De la misma manera que el actor, estoy capacitado para meterme en el papel e imaginarme a mi mismo como la persona a la que estoy aconsejando. Estoy capacitado para sumergirme en su «realidad». Durante todo este procesó, paso continuamente de una personalidad a otra.
Utilizo el modelo de quién es la persona en este momento (la persona dentro de la secta), y lo pongo a prueba anticipando sus respuestas en una conversación imaginaria con el individuo. A continuación, le formulo las mismas preguntas y observo en qué medida he sido capaz de predecir sus respuestas. A medida que se avanza en el asesoramiento, puedo ajustar el modelo cada vez más.
Cuanto más estrecha sea la relación que puedo establecer, más fácil será acceder a la información que necesito. Cuanto más deprisa elabore un modelo adecuado del miembro de la secta, más deprisa podré «convertirme» en él. Una vez adoptada su personalidad, ya puedo imaginar qué se necesita decir o hacer para ayudarle a recuperar el control de su vida.
Es, por supuesto, la identidad real la que me enseña cómo abrir las puertas. Es la personalidad real la que me dice cuáles son las llaves que hay que utilizar, dónde y en qué orden. Este proceso puede ser demostrado con el siguiente caso de interacción con un joven miembro de una secta que practica la meditación bajo el liderazgo de un hombre llamado Guru Maharaj Ji.
Un ejemplo de intervención: Gary y la Misión de la Luz Divina
-Perdona la curiosidad, ¿cuánto tiempo hace que perteneces a la Misión de la Luz Divina? --le pregunté, mientras miraba los folletos de propaganda que llevaba el joven. Ambos estábamos esperando el autobús.
-Unos siete años -me respondió Alzó lentamente los ojos hasta fijarlos en los míos.
-Eso es mucho tiempo -dije-. ¿Qué edad tenias cuando ingresaste en el grupo? -Yo intentaba hacerme el inocente, como si fuéramos amigos de toda la vida.
-Veinte años -contestó el joven.
-Me llamo Steve -dije mientras extendía mi mano para estrechar la suya-. Discúlpame si te estoy molestando. ¿Cuál es tu nombre? -le pregunté.
-Me llamo Gary -contestó, un tanto asombrado. Daba la impresión de que no sabía muy bien qué pensar de mí.
-Gary, sólo es por curiosidad, pero ¿a qué te dedicabas en aquella época de tu vida? --quise saber.
-¿Por qué quiere saberlo? -replicó, cada vez más intrigado.
--Me encanta hablar con personas que han escogido opciones poco ortodoxas en su vida Siempre intento comprender por qué la gente hace las cosas que hace -dije a modo de explicación acompañando mis palabras con un leve encogimiento de hombros.
-Oh, bueno, por aquel entonces yo trabajaba en una empresa constructora -me informó, demostrando un poco de entusiasmo.
-¿Y hacías algo más? -pregunté.
-Si. Me gustaba ir por ahí con mis amigos y también me gustaban mucho los animales. Tenía dos perros, un gato, unos cuantos peces tropicales, y un conejo -contó Gary. Una cálida sonrisa iluminó su rostro, mientras recordaba a sus amigos y a sus animales.
-Sí que te gustaban los animales. ¿Tenias alguno que fuera tu favorito?
-Bueno, mi perro, Infierno, era bastante especial. Él y yo éramos muy buenos compañeros -agregó Gary.
-¿Qué lo hacía tan especial?
-Era un espíritu independiente. Le encantaban las aventuras. Se chiflaba por ir conmigo de paseo al bosque -afirmó Gary. Resultaba obvio que echaba mucho de menos a su perro.
-Así que te gustan los espíritus independientes. ¿Admiras a las personas que sobresalen y hacen aquello que piensan que está bien sin importarles lo que digan los demás? -le pregunté. Yo estaba haciendo todo lo posible para animar a Gary a recordar las cualidades que en un tiempo había admirado.
-Así es. Infierno hacía lo que le apetecía. Y a mi me gustaba por eso -replicó Gary, un poco a la defensiva y con un tono un tanto puntilloso.
-Vaya. Dime, Gary, ¿qué fue lo que te hizo decidir que la Misión de la Luz Divina era el grupo donde deseabas pasar el resto de tu vida? -pregunté.
-Nunca me lo planteé así -respondió. En su rostro apareció una sombra de malhumor.
-Está bien, pero entonces ¿qué fue lo que, te llevó hasta ellos? -le interrogué en un tono más enérgico.
-En aquella época, mi novia Carol comenzó a asistir a satsan g, ya sabes, reuniones de grupo, y yo la acompañaba. Escuchábamos a la gente que hablaba de sus maravillosas experiencias del conocimiento y lo motivados que se sentían -me explicó Gary.
-¿Quién fue el primero que quiso recibir la iniciación? ¿Carol o tú? -pregunté, intentando conseguir más datos.
-Fue ella. Al principio, todo el asunto me parecía bastante raro. Pero después, cuando ella comenzó a meditar, sentí curiosidad y decidí meterme yo también -dijo. Su VOZ daba la impresión de que había sido muy escéptico.
-¿En qué año fue? -Yo quería que fuera preciso.
-En 1973 -respondió.
-Y en aquel entonces, ¿qué opinión te merecía el Guru Maharaj Ji? -fue mi siguiente pregunta.
-Yo pensaba que era un tío joven de la India que nos conduciría a una era de paz en el mundo -contestó con una pizca de sarcasmo.
-¿Estuviste en la gran reunión en el Astrodomo de Houston?
-Sí -contestó.
-¿Y qué pasó con Carol? ---quise saber.
-No lo sé. Rompimos pocos meses después de nuestro ingreso -me dijo Gary mientras su rostro volvía a ensombrecerse.
-¿Cuándo fue la última vez que hablaste con ella?
-Hace unos cuatro años me envió una carta en la que me decía que había decidido volver a la escuela y que ya no seguiría practicando el conocimiento -fue su respuesta.
-¿Te dijo el motivo por el cual ya no volvería a pertenecer al grupo? -le pregunté, incrédulo.
-No me acuerdo --dijo él, con la mirada clavada en el suelo.
-¿Así. que la persona que te metió en el grupo se marchó hace cuatro años? -le repetí.
-Si.
-¿Y nunca más te has reunido con ella para conocer los motivos que tuvo para abandonar el grupo después de estar tres años en él? --le pregunté una vez más para remarcar la cuestión.
-Diga, ¿por qué me mira de esa manera? -protestó Gary, mirándome de frente.
Le sonreí, miré un instante al suelo y después le miré directamente a los ojos. Dije:
-Es que no lo entiendo, Gary. Si mi ex novia abandonase el grupo en el que me ha metido, a mí me interesaría poder hablar con ella y descubrir los motivos que tuvo para hacerlo. Debe haber tenido muy buenas razones para dejarlo después de tres años. Y es obvio que se preocupaba por ti, pues si no, ¿por qué te hubiera llamado y contado lo que había hecho?
Esperé un par de minutos mientras Gary permanecía delante de mí, en silencio. Después, continué:
-Supongo que ya no tienes manera de poder contactar con ella.
-Bueno, creo que sus padres continúan viviendo en el mismo lugar. Lo podría mirar en la guía telefónica.
-No es mala idea. Bueno, Gary, te deseo mucha suerte. Ha sido muy agradable hablar contigo. Gracias -dije, mientras llegaba mi autobús.
Me hizo un gesto de despedida con la mano cuando el autobús se puso en marcha.
La conversación precedente demuestra lo mucho que puede hacerse en pocos minutos para ayudar a alguien comprometido con una secta de control mental. Durante ese tiempo fui capaz de establecer de inmediato una relación, recoger información muy valiosa acerca de Gary y utilizar lo que había aprendido para ayudarle a que diera un paso muy importante para apartarse de la secta.
Como he afirmado antes, la relación es imprescindible para conseguir influencia. Si yo hubiera empleado un tono de voz amenazador o un poco condescendiente, no hubiera adelantado nada. Como utilicé un tono de curiosidad e interés, Gary se alegró de poder pasar el rato con un desconocido que se mostraba amable.
Cuando supe el tiempo que Gary llevaba en el grupo, pude asumir de inmediato que después de siete años no sentía el mismo entusiasmo que al principio. Me resultó relativamente fácil hacer que G'ary recordara cosas de su vida antes de entrar en la secta. Cuando recordó lo que hacia antes, fue capaz de actuar de nuevo con su identidad real y su manera de pensar, sentir y obrar antes de ser adoctrinado por el grupo. No sólo recordaba a su perro favorito sino que había declarado su admiración por los espíritus independientes y aventureros, un recurso muy valioso para ayudarle a abandonar un compromiso de siete años con Guru Maharaj Ji.
Gary también recordó lo que pensaba, en un primer momento, sobre el grupo antes de caer en sus manos. Retrocedió en el tiempo y observó a la secta con su mirada de antes, pensando que era un tanto extraña. En aquel entonces, no tenía la intención de unirse a la secta por el resto de su vida. Una estrategia importante para probar la realidad es volver atrás en el tiempo desde el punto de vista presente y preguntar: «Si hubieras sabido entonces lo que sabes ahora, ¿hubieras tomado la misma decisión?». En el caso de Gary, es evidente que la respuesta hubiera sido un no.
Después, cuando yo intentaba recabar más información, Gary me había dejado boquiabierto al decirme que Carol, la ex novia que había reclutado, había abandonado el grupo. Dado que todos lo que están sometidos al control mental sienten fobias con respecto al abandono del grupo, no me sorprendió que Gary no quisiera averiguar el motivo de su abandono. Era muy posible que cuatro años antes no estuviera en condiciones de hablar con ella, aunque se trataba de una amiga íntima. Sin embargo, yo tenía muy claro que Gary aún sentía curiosidad sobre el por qué Carol había dejado el grupo. Ahora había llegado un momento en su vida en que estaba más abierto a esta posibilidad. Yo le di el empujón para que fuera a hablar con Carol.
La primera experiencia de una mini intervención
Cuando hacía poco que había abandonado a los Moonies, buscaba en mis recuerdos aquellos momentos en que había tenido dudas o me planteaba interrogantes. Me acordé de varias ocasiones en las que había pensado fuera de los marcos de referencia Moonies. A pesar de que estas experiencias no fueron tan importantes como para impulsarme a abandonar, resultaron ser muy significativas a la hora de mi desprogramación. Uno de estos recuerdos se refería a una persona cariñosa que conocí una vez por casualidad. Fue durante mi primer año como adepto. Yo me encontraba en Manhattan recogiendo fondos y el día era terriblemente caluroso. Me acerqué a un hombre de unos sesenta años y le pregunté si quería comprarme unas flores.
-¿Para qué vendes esas flores, jovencito? -me preguntó mientras me obsequiaba con una cálida sonrisa.
-Para nuestros programas destinados a la juventud cristiana -le respondí, esperando que me comprase una docena de claveles.
-Vaya, vaya, pareces tener mucho calor -comentó.
-Sí, señor. Pero esta causa es muy importante, así que no me importa -respondí.
-¿Aceptarías que entráramos en aquella cafetería y que te invitara a un refresco? -preguntó.
Yo pensé para mis adentros: «Este tipo parece un buen hombre, pero tiene que comprarme las flores o no tendrá vinculación con el "Padre"». Entonces recordé que Jesús había dicho que quien da de beber al sediento está cumpliendo la voluntad de Dios.
-No serán más de cinco minutos -señaló el hombre-. Te refrescarás y podrás vender aún más flores. -En sus ojos había una chispa de picardía.
-De acuerdo. Muchas gracias -le respondí mientras entrábamos en el local con aire acondicionado. Era maravilloso no estar bajo el sol.
Ocupamos una mesa y el hombre dijo:
-Háblame un poco de ti,
-Bueno, pertenezco a una familia judía que vive en Queens
-comencé.
-Oh, así que eres judío. Yo también -comentó el hombre, sin dejar de sonreír.
Tal vez, me dije a mi mismo, Dios me ha enviado a este hombre para que sea «testigo de» (el término que utilizábámos en el grupo para referirnos al reclutamiento). Nos habían instruido para que durante la recolección de fondos no dedicáramos más de un par de minutos a cada persona. Pero como mi trabajo principal era el de reclutador, y yo había sido enviado a recaudar fondos un sábado por la tarde, pensé que no había nada malo en que pasara unos cuantos minutos más en su compañía.
Creo que pasé, al menos, media hora con él. Consiguió que casi todo el peso de la conversación recayera sobre mi. Durante el encuentro, sentí una inmensa nostalgia, no sólo de mi familia y de mis amigos, sino también de jugar a básquet, escribir poesías y leer libros. Antes de que me marchara insistió en que llamase a casa, me acompañó hasta el teléfono y él mismo echó la moneda. Recuerdo que sentí que aquel hombre me hacía pensar en mi abuelo, alguien a quien había querido mucho. Yo no tenía fuerza de voluntad para decir que no. Además, causaría una mala opinión sobre el grupo si me negaba a hablar con mis padres. Mi madre atendió la llamada y conversé con ella durante unos minutos.
En cuanto colgué, sentí que tenía que librarme de aquel individuo. Mi identidad sectaria empezaba a manifestarse con mucha fuerza. Comencé a sentirme culpable de no estar en la calle recolectando dinero y permitiendo a la gente que «pagara indemnización» al tiempo que se vinculaban con el Mesías.
Pese a mis esfuerzos, no podía concentrarme, así que no realicé ni una sola venta más en toda la tarde. Cuando volví al local de la secta, un líder Moonie me dijo que yo había creado una condición desfavorable al entrar en un bar a tomar un refresco, que Satanás me había tentado, y que yo había sucumbido. Me dijo que en aquel momento había crucificado a Cristo una vez más. Aquella noche oré y me arrepentí tratando de borrar cualquier recuerdo de lo sucedido. Jamás volví a recordar esta experiencia hasta después de mi desprogramación.
Otra intervención: Phil y la secta Hare Krishna
Aquí voy a describir una parte de la intervención que realicé con PhiI, que fue miembro de la secta Hare Krishna durante más de tres años. Phil se comprometió con el grupo unos seis meses después de que su hermano mellizo falleciera en un accidente automovilístico. La muerte fue un durísimo golpe para toda la familia y provocó en Phil una fuerte depresión, durante la cual consideró incluso la posibilidad de suicidarse. A pesar de los medicamentos y la terapia, nada parecía ayudarle. Entonces un día, mientras paseaba por el centro de la ciudad, fue abordado por una persona de los Krishna.
Conocí a Phil en el transcurso de una de sus escasas visitas al hogar y fui presentado como el asesor de la familia que llevaba trabajando con sus padres y sus dos hermanas durante varios meses. Le dije que creía necesario hablar con él a solas antes de realizar las sesiones familiares. Le comenté además que, desde mi punto de vista, él era un miembro de muchísima importancia en la familia y que su participación no sólo sería muy valiosa sino que resultaba imprescindible.
Después de presentarme, le sugerí que saliéramos a dar un paseo para poder, así, conocernos mejor. Él iba vestido con las prendas Krishna y calzaba sandalias. Dediqué los primeros minutos a explicarle mis antecedentes como asesor especializado en estrategias de comunicación y dinámica familiar, y que me había comprometido a ayudar a todos para que maduraran y disfrutaran de mejores relaciones con sus seres queridos. Él utilizaba el nombre de Gorivinda.
-¿Te importaría decirme, Gorivinda, Phil, cuáles son en estos momentos tus sentimientos respecto a tu familia? -le pregunté, con las manos en los bolsillos y mirando al suelo.
-No lo sé -respondió. Se encogió de hombros levemente.
-Bueno -continué-. ¿Eres feliz en tu actual relación con tu madre? ¿Tu padre? ¿Tus hermanas?
-Las cosas han mejorado bastante desde que dejaron de criticar mi compromiso religioso -respondió.
-¿Cómo te sientes cada vez que vienes a casa de visita? -le pregunté, tratando de ser lo más amable posible.
-Si he de ser sincero, resulta un tanto extraño -dijo.
Me alegré de la respuesta. Intenté sacarle más información preguntándole:
-¿Qué quieres decir?
-Bueno, es como llegar a otro mundo. Resulta tan diferente de la vida de devoción en el templo -respondió.
-¿Hay algunos buenos sentimientos de los que seas consciente cuando vienes a casa? -quise saber.
-Sí -dijo, con entusiasmo-. Quiero mucho a mis padres, a mis hermanas y a mi hermano. -Entonces se contuvo y agregó--:
Pero están viviendo en un mundo material.
--Ya veo -dije, un tanto desilusionado porque se había controlado pasando a la perspectiva de la secta-. ¿Te importaría hablarme acerca de tu hermano mellizo y de lo que significó su muerte para ti?
Con esta pregunta intentaba atraerlo hacia su identidad anterior.
--¿Por qué? -quiso saber, como si sospechase alguna cosa.
-Porque, como profesional de la salud mental, creo que toda la familia aún está sufriendo las consecuencias de la tragedia -declaré, mientras esperaba que mordiera el anzuelo.
En cuanto pronuncié estas palabras, Phil se echó a llorar y a ahogarse por la emoción. Me sorprendió la fuerza de sus sentimientos. Después juntó las manos y comenzó a mecerse. Pensé para mí: «Está cantando para dominar sus pensamientos». Después de unos minutos, recuperó la tranquilidad.
-Tom y yo estábamos muy unidos -dijo, mientras comenzaba una vez más a perder el control de sí mismo.
-Cuéntame cómo era él cuando vivía -le pedí-. ¿Qué cosas le gustaba hacer?
El rostro de' Phil comenzó a brillar mientras recordaba a su hermano.
-Tom era inteligente, enérgico, tenía un gran sentido del humor. Era el más agresivo de los dos. Siempre me ayudaba a motivarme para hacer cosas.
-Dime, Phil, ¿qué piensas tú que liaría en la actualidad si no hubiera tenido el accidente? -le pregunté. Yo deseaba que Phil volviera a pensar en la clase de vida que Tom habría llevado.
-Es una pregunta difícil -replicó Phil.
-¿Tú crees que él se hubiera unido a los Krishna? -le pregunté con una sonrisa.
-No, jamás -manifestó Phil, sin dudarlo-. Tom nunca tuvo mucho interés en la religión, aunque era muy espiritual.
-Entonces ¿qué piensas que estaría haciendo? -insistí.
-Él siempre decía que quería meterse en el mundo del periodismo; le hubiera gustado trabajar en la televisión -me explicó Phil-, Quería ser el presentador de las noticias de la tarde.
-Así que le interesaban las noticias. ¿Le gustaba el periodismo de investigación? -pregunté. Sabía que si me respondía que sí, tendría otra perspectiva para trabajar con Phil más adelante.
-¡Era su tema favorito! -dijo.
La pregunta había dado en el blanco. Sin embargo, decidí primero estudiar otro enfoque. Pregunté:
-En aquellos tiempos, ¿que pensabas tú que ibas a hacer?
-¿En aquellos tiempos? Yo quería ser músico -exclamó con entusiasmo.
-Eso es -dije-. Tú hermana mencionó que tocabas la guitarra eléctrica y que también escribías canciones.
Tenía la sensación de que Phil comenzaba a hacer algunas de las importantes conexiones que yo esperaba que hiciese.
-Si.
-¿Así que deseabas tener tu propio grupo y grabar discos? -pregunté. Pretendía conseguir que Phil recordara todos los detalles posibles.
-Desde luego. Me gustaba tanto la música... Recuerdo cuando cantábamos mis canciones con Tom. Algunas veces, él me ayudaba a componer las letras -dijo, con mucho orgullo.
-¿Así que imaginabas que ibas a ser un músico de éxito, con una vida feliz y espiritualmente gratificante? -le pregunté, asintiendo con la cabeza. Yo quería que se formara una imagen mental lo más fuerte posible. Pretendía que se le grabara muy hondo.
-¡Exacto! -exclamó Phil, con la mirada un tanto extraviada. Era obvio que estaba disfrutando con las imágenes mentales.
-¿Puedes imaginarte lo maravilloso que es estar sobre un escenario y cantar tus canciones, impresionar a la gente con tu creatividad y hacerles felices? -dije. Quería que Phil se pusiera en contacto con lo bien que se hubiera sentido como músico.
-¡Sí! Es una sensación maravillosa -afirmó.
-¡Fantástico! Imaginate disfrutando de tu música, y tal vez ver que tus amigos están presentes. Ellos deben admirar y respetar muchísimo tu talento musical. Tal vez te has casado y eres feliz en tu matrimonio, tal vez ya tienes hijos --continué. Sabía que estaba corriendo un riesgo, pero él parecía disfrutar aún más con sus fantasías si les añadía una esposa y unos hijos. Esperé durante unos minutos a que Phil volviera de su agradable viaje imaginario.
-Bueno, todavía tengo otra pregunta --dije. Hice una pausa para tomar aliento y pregunté-: ¿Qué piensas que diría Tom en este momento si viera que estás con los Hare Krishna?
Phil se sorprendió. Después contestó:
-Se reina de mi y me diría que volviera al mundo real. ¡No entendería nada de todo esto!
Ésta era la respuesta que yo esperaba. Decidí insistir en el tema.
---Si Tom estuviera ahora mismo sentado a nuestro lado, ¿cómo le explicarías los motivos de tu ingreso en los Krishnas?
Debo admitir que me pilló desarmado ver que Phil era presa de fuertes sollozos que se prolongaron cinco minutos. Estábamos sentados en un banco de un parque muy tranquilo. Phil se sujetaba el pecho con las manos y se mecía de un lado a otro. Los fuertes sollozos parecían un eco que salía de lo más profundo de su cuerpo. Me pregunté si sería conveniente o no pasarle un brazo por los hombros y consolarle; decidí que era mejor no interrumpirle. Por fin, dejó de llorar y se rehízo una vez más. Le dirigí una mirada de compasión y formulé de nuevo la misma pregunta
-De verdad, ¿qué le hubieras dicho a Tom?
Phil se secó las lágrimas y declaró con firmeza:
-No quiero seguir hablando de este asunto, ¿de acuerdo?
Asentí y permanecí en silencio por unos minutos. Decidí que debía darle tiempo para que meditara un poco más sobre la pregunta, con la esperanza de que la contestara para sus adentros. Le sugerí que continuáramos nuestro paseo. Yo deseaba cambiar su esquema mental.
-Hay algo más que me gustaría discutir contigo antes de que volvamos a tu casa -dije, reanudando la conversación-. Si pudieras ponerte en el lugar de tu padre, ¿cómo te sentirías si perdieras a un hijo?
-¿Qué? -preguntó a su vez, mirándome.
-Imágínate que eres tu madre -continué-. Estuvo embarazada de Tom y de ti, os dio a luz, os amamantó, os cambió los pañales y os bañó. Cuidó de ambos cuando estabais enfermos. Jugó con vosotros, os enseñó y vio cómo os hacíais adultos. ¿Eres capaz de imaginar lo que significó para ella perder a Tom?
-Sí. Fue horrible -contestó. En realidad, hablaba como si de verdad fuera su madre.
-¿Y tu padre? ¿Puedes imaginar lo terrible que tuvo que ser para él? -añadí.
-Papá era el que más unido estaba a Tom. Para él fue un duro golpe -afirmó Phil.
-Así es -dije-. Ahora ya puedes imaginarte lo que han de sentir al ver que su otro hijo sufre una depresión y está al borde del suicidio, y que después, al cabo de pocos meses, cambia de nombre, se afeita la cabeza, y se marcha a vivir con un grupo que, al parecer, tiene una reputación más que dudosa.
-Sería algo espantoso -apuntó Phil-. Me enfurecería. Sería como perder a los dos hijos.
-Así es exactamente cómo me han dicho que se sentían -comenté-. ¿Lo comprendes ahora? Es por ello que se mostraron tan críticos con respecto al grupo cuando te uniste a ellos.
Hice una pausa y le dejé pensar unos instantes antes de continuar.
-Tengo curiosidad por saber qué pasaba por tu mente cuando conociste al primer miembro del grupo. ¿Qué fue lo que te llamó la atención y despertó tu interés por aprender algo más? -le pregunté.
Phil contempló el cielo unos momentos, luego miró al suelo, lanzó un profundo suspiro y respondió:
-Bueno, cuando me preguntó por qué estaba tan deprimido, le conté lo de la muerte de Tom. Le expliqué que no podía comprender por qué tenía que sucederle a una persona tan maravillosa corrió él. No me parecía justo. Él comenzó a explicarme las leyes del karma, y dijo que este mundo material, después de todo, no es más que una ilusión. Añadió que tenía que sentirme feliz de que Tom hubiera dejado su conciencia material para poder encarnarse en un ser más evolucionado en su próxima vida.
-Ya veo; así que el devoto te ayudó a comprender lo que le había pasado a Tom de una forma que te libraba del miedo y la confusión ---dije.
-Y de la culpa -añadió Phil.
-¿La culpa? -pregunté.
-Si. Verás, yo le había pedido a Tom que aquel día fuera a la tienda a comprarme una cuerda nueva para la guitarra. Iba de camino cuando sufrió el accidente -respondió.
-¿Así que te culpabas de su muerte porque pensabas que si no le hubieras pedido que fuera a la tienda jamás hubiese tenido el accidente? -quise saber.
-Creo que sí -respondió Phil, apesumbrado.
Se me ocurrió que sería mejor que le ofreciera a Phil algunas perspectivas distintas sobre el accidente. En primer lugar, le dije:
-Si Tom hubiera muerto mientras nadaba en el otro extremo de un lago, ¿te hubieras culpado a ti mismo por no estar cerca de él?
-T'al vez -respondió, después de reflexionar unos instantes.
-¿Puedes imaginar una situación en la que Tom hubiera muerto sin que fuera culpa tuya? -pregunté.
Una vez más tardó en responder.
-Creo que no. Pero esto no cambia las cosas. Él iba a la tienda para cumplir con mi encargo.
-¿No crees posible que él también tuviera algunas cosas que comprar, o que tuviera que hacer otros recados? ¿No es posible que hubiera tomado otro camino hacia la tienda distinto al recorrido habitual, y tuviese allí el accidente? -pregunté.
Phil no parecía muy satisfecho.
-¿Cómo se sentiría Tom en estos momentos si hubieras sido tú el que un día hubiera ido a la tienda y se matara en un accidente de automóvil? -pregunté-. ¿Se habría sentido deprimido, habría pensado en suicidarse, y después se habría unido a los hare Krishna?
Phil se echó a reír.
Había hecho blanco en el centro de la diana. Al cabo de unos minutos era Phil quien comenzaba a formular preguntas.
-¿Qué opinas tú de los Krishna, Steve? -inquirió.
Pensé que estaba intentando, con toda honestidad, poner a prueba su «realidad» y no buscar mis fallos para dejarme de lado.
-Chico, es una pregunta difícil -dije, mientras me rascaba la cabeza.
-Quiero saberlo.
-Mi obligación como profesional, Phil, es asesorar y no formular juicios de valor sobre lo que las personas hacen con sus vidas. Sin embargo, yo también tengo sentimientos personales.
-Quiero saber tu opinión personal -insistió Phil en voz baja.
-Bueno, si he de ser sincero, te diré que estoy muy preocupado. Sabes, catorce años atrás me uní a un grupo religioso que mi familia reprobaba. Yo también me sentía deprimido antes de conocer a los miembros y no tenía muy claro qué quería hacer con mi vida. En aquel entonces, pensaba que ellos estaban interfiriendo en mis derechos como adulto a escoger lo que yo deseaba hacer.
-¿Qué grupo era? -preguntó Phil con curiosidad.
Decidí darle primero la respuesta más larga:
--La Asociación del Espíritu Santo para la Unificación de la Cristiandad Mundial. También se la conoce como la Iglesia de la Unificación -dije-. Bueno, la cuestión es que fui miembro devoto del grupo durante más de dos años. Dormía tres horas por noche, e incluso hice varios ayunos de siete días sólo a base de agua.
-Vaya, es mucho ayunar -exclamó Phil, admirado. Veía que no se perdía ni una sola de mis palabras.
-Sí. Adelgazaba entre siete y ocho kilos después de cada ayuno. Pero a lo que íbamos, en mi grupo reverenciábamos a nuestro líder como uno de los maestros espirituales más importantes de toda la historia. De hecho, creíamos que habla conocido a Jesús, Buda, Mahoma, Krishna, y a todos los otros grandes líderes espirituales.1
--¿Tú creías eso? -preguntó Phil. Estaba asombrado.
-Sí. Nosotros creíamos en un mundo espiritual. De hecho, creíamos que cada vez que alguien moría, como Tom, era como el pago de una indemnización por algún pecado cometido en el pasado por uno de los ancestros de la persona. De esta manera, cualquier otro familiar podía unirse al grupo, servir al hombre a quien reverenciábamos como el Mesías viviente, y después, cuando llegara el momento, intervenir para salvar a la persona que había entrado en el mundo de los espíritus. También por este medio, Dios no sólo podía devolver al mundo su estado original de, pureza, sino salvar asimismo a todos los seres espirituales que estaban en el mundo de los espíritus y que no podían progresar sin los «elementos vitales» suministrados por aquellos que estaban -en la Tierra.
Phil estaba boquiabierto. Preguntó:
-¿De verdad creías en lo que dices?
---En aquel tiempo, a pies juntillas -dije-. Sabes, en la Iglesia no se permitía a los miembros que formulasen preguntas críticas acerca de todo cuanto el líder dijera o hiciera. Nos enseñaban a creer que cualquier cosa que desafiara al líder o a las creencias del grupo era «negativa» y estaba originada por los espíritus malignos. Nos enseñaban a interrumpir el pensamiento para cerrar nuestras mentes. En mi grupo, esto lo conseguíamos mediante la oración o cantando cada vez que comenzábamos a dudar, o cuando sentíamos nostalgia de nuestro hogar.2
---¿Cómo has dicho que se llamaba el grupo? -preguntó Phil.
-La Iglesia de la Unificación -respondí-. Es probable que tú la conozcas con el nombre de Moonies.
-¿Tú estabas con los Moonies? No no me lo creo -exclamó Phil.
-Es la pura verdad. Yo era un devoto seguidor de Sun Myung Moon. Hubiera dado mi vida gustoso si él me lo hubiera ordenado -repliqué.
-¡Es increíble! -se asombró Phil.
-Y eso no es todo, sino que además nos hacían creer literalmente que, si alguna vez abandonábamos el grupo, nuestrás vidas quedarían destrozadas -continué-. Nos decían que traicionaríamos a Dios, al Mesías, a diez generaciones de ancestros y a todo el mundo. Nos decían que nuestros parientes que estaban en el mundo de los espíritus nos acusarían durante toda la eternidad de haber traicionado a Dios.
»Era como una pesadilla terrible. Nos obligaban a evitar a los antiguos miembros porque estaban controlados por el diablo. Si alguien al que estábamos muy unidos abandonaba el grupo, nos hacían sentir que él o ella se había convertido en un Judas y que estaba poseído por los espíritus demoníacos. ¿Puedes ponerte en mi lugar e imaginar lo que yo sentía cuando estaba con ellos?
-Sí -respondió Phil-. Es sorprendente. ¿Cómo pudiste librarte?
-Bueno. Sufrí un accidente de automóvil en el que estuve a punto de morir -respondí- Después de dos semanas en el hospital y una intervención quirúrgica en la pierna, me dieron permiso para ir a visitar a mi hermana. Un año antes, ella había tenido un niño, mi sobrino, al que yo no conocía. Nunca había podido conseguir permiso de mi superior para ir a verle. Bueno, a lo que íbamos. Mis padres contrataron a unos ex Moonies para que hablaran conmigo.
-Y tú ¿no opusiste resistencia? -quiso saber Phil.
-Desde luego. En el grupo me habían alertado acerca de la desprogramación -contesté-. Me habían dicho que me torturarían y que intentarían acabar con mi fe en Dios. Yo intenté escaparme, pero con una pierna rota y sin muletas no podía ir muy lejos.
-¿Así que fue entonces cuando decidiste abandonar? -preguntó Phil. Yo podía ver que estaba muy interesado en mi respuesta.
Le expliqué todo lo que aprendí durante la intervención. Le dije que había comprendido que los ex miembros continuaban amando a Dios y que en verdad eran muy buena gente. Los describí como personas que habían decidido abandonar el grupo, porque ya no querían seguir a un demagogo que sólo pretendía crear un mundo en el que todos fueran iguales en su manera de pensar, sentir y actuar. Los antiguos miembros me habían dicho que creían que Dios les había dado libre albedrío para poder escoger las cosas correctas, y no para ser forzados, a través del control mental, a hacer todo lo que el líder dice que es correcto. Le dije que cualquier grupo que impida a sus miembros que piensen y que, en cambio, obedezcan ciegamente a sus líderes, es peligroso. Le dije que toda organización que le dice a sus adeptos que no hablen con los ex miembros o que no lean informaciones críticas está ejerciendo un control informativo, que es una parte esencial del control de la mente.
También le conté que, durante la intervención, comencé a recordar algunas preguntas concretas que me había planteado, y las contradicciones que había observado, si bien nunca había tenido tiempo para meditar porque estaba siempre en compañía de otros adeptos y, porque como «buen» miembro tenía que utilizar casi constantemente las técnicas para interrumpir el pensamiento. En el momento en que pude ponerme en contacto con mi auténtica personalidad y replantear de forma objetiva la experiencia vivida, fui capaz de ver que en realidad había sido muy desgraciado en el grupo: había renunciado a mi individualidad; mi creatividad y mi autonomía
-Además, Phil, yo me dedicaba a reclutar a otras personas para que fueran sometidas de la misma manera --dije,, para terminar--. Me sentí muy culpable de lo que hice mientras estaba en el grupo.
Continuamos hablando durante mucho rato antes de regresar a casa. Le dije a la familia que tal vez convendría que nos tomáramos unas horas de descanso, antes de comenzar con la sesión de asesoramiento familiar. Nadie se sorprendió de que Phil quisiera estar a solas y tener un poco de tiempo para reflexionar sobre nuestra conversación.
La sesión familiar que realizamos después se basó en el trabajo que yo había hecho con Phil. Cuando hicimos un descanso a última hora de la tarde, la familia ya le había comunicado a Phil su deseo de que él se diera a si mismo la oportunidad de escuchar «toda la historia». Phil accedió a pasar unos cuantos días en casa para poder escuchar y hablar con ex miembros y así replantear su participación en la secta. Se llamó a varias personas para que le ayudaran en este proceso. Por mi parte, fui capaz de ayudar a la familia a resolver algunos de sus conflictos, y Phil decidió, finalmente, abandonar el grupo.
En la actualidad sigue una carrera musical.
Hay una llave para cada cerradura
En mi intervención con Phil, no sólo establecí, utilicé las técnicas de comunicación orientadas a una relación, un objetivo y desarrollé un modelo de su identidad, sino que deliberadamente intenté que Phil considerara su situación desde otra perspectiva. Luego, con toda intención, metí las llaves en las restantes cerraduras del control mental, y él respondió de forma positiva. Estas llaves llegan a los niveles más ocultos de la persona, y los cambios que pueden producir son muy profundos, como fue en el caso de Phil cuando se echó a llorar desconsoladamente.
Llave No. 4: Ponga a la persona en contado con su identidad original
Cuando una persona comienza a recordar quién era antes de convertirse en miembro de la secta, soy capaz de anclar su punto de referencia personal sobre la realidad en el tiempo en que no existía la identidad de la secta y, como consecuencia, tampoco control mental. Consigo que la persona repase todo lo que pensaba y sentía en cada una de las etapas del proceso de reclutamiento. Casi siempre, la persona tenía en aquella época dudas o preguntas significativas que ha reprimido durante mucho tiempo. Como ya he dicho antes, es bastante común el hecho de que, debido a la presión del adoctrinamiento, la persona silencie su voz interior, que está tratando de avisarle para que se aparte.
Es dentro de esa personalidad anterior a la secta donde aprendo exactamente todo lo que el individuo necesita ver, oír y sentir para poder abandonar el grupo. Con algunas personas, el criterio a seguir puede ser enseñarle la manera en que su líder malinterpreta la Biblia. Con otras, demostrarles los antecedentes delictivos y manejos del líder. Hay quien necesita, en cambio, que se le enseñen las contradicciones específicas de la doctrina. La pregunta:
«¿Cómo sabrá usted que ha llegado el momento de abandonar el grupo?» puede revelar hasta dónde el sujeto está dispuesto a tolerar a la secta. ¿La abandonará si Dios se lo ordena? ¿Se marchará si descubre que le han mentido? En el momento en que el adepto me revela explícitamente qué necesitaría para decidir el abandono del grupo, ya estoy en condiciones de hacer todo lo que esté a mi alcance para conseguir la prueba que desea.
En el caso de Phil, antes de unirse a la secta era una persona depresiva, con tendencias suicidas, y que estaba atormentado por la culpa de sentirse responsable de la muerte de su hermano. Si yo no hubiera sido capaz de ayudarle a que se enfrentara con sus sentimientos y a dar un nuevo enfoque al accidente, jamás hubiera podido abandonar el grupo. Se podría especular que, en algún nivel inconsciente, al unirse a la secta se estaba castigando a sí mismo por el «crimen». Hasta que no se replanteara las circunstancias de la muerte de su hermano y verbalizase lo que sentía, no podría estar en condiciones de dar ni un solo paso adelante.
En este y en otros casos semejantes, si el individuo no ha sido feliz o sano antes de unirse al grupo, resulta imperativo buscar un punto de referencia positivo que la persona pueda utilizar como anda de su identidad. Si no existen fuertes experiencias positivas para utilizar con este propósito, entonces es necesario inventarse una o cultivarla. La imaginación puede emplearse para crear ciertas experiencias positivas. Por ejemplo, se pueden formular preguntas como «¿Qué sentirías si tuvieras una familia cariñosa y comprensiva?» o «Si tu padre hubiera sido todo lo que tú querías cuando estabas creciendo, ¿qué cualidades debería haber tenido y qué cosas te hubiera gustado que hicierais juntos?»
Para que Phil llegara a considerar la posibilidad de abandonar a los Krishna, necesitaba recordar su personalidad anterior y lo bien que se lo pasaba tocando la guitarra, escribiendo canciones y disfrutando de la compañía de su familia y sus amigos. Era preciso sacar a la luz y trabajar con su inmensa pena y su irracional sentimiento de culpa. Tenía que recordar a Tom como una persona llena de vida, y no simplemente como una víctima. Phil fue capaz de resucitar a Tom en su vida interior, su deseo de convertirse en periodista, su desagrado por las organizaciones religiosas, su postura agresiva frente a la vida. Dado que los mellizos casi siempre están extremadamente unidos, resultaba imperativo que restableciera su vínculo emocional positivo con Tom.
Llave No. 5: Conseguir que el adepto contemple la realidad desde perspectivas muy variadas
Durante mi intervención con Phil, le pedí que se mirara a sí mismo desde diferentes puntos de vista. Cuando le pedí a Phil que cambiara de perspectivas y pensara como Tom, todo pareció dar un cambio dramático. Le pregunté: «¿Qué hubiera hecho Tom de haber si tú el que hubiera muerto? ¿Se hubiera unido él a los Krishna?». Phil había estado tan inmerso en su dolor que jamás se le había ocurrido considerar dicha posibilidad. Cuando le pregunté: «¿Qué hubiera dicho Tom de haber sabido que tú estabas con los Krishna?» la respuesta fue: «Se hubiera reído de mí y me hubiera dicho que volviera al mundo real».
Otra perspectiva importante que yo quería que Phil tuviera era la de sus padres. Necesitaba estar en contacto con el dolor y la sensación de pérdida que ellos sentían. Phil había estado tan absorto en su propia pena que no se había dado cuenta de lo mucho que sufrían todos los demás. Sus padres se habían contenido para ayudar a pasar el mal trance a sus hijos. Jamás habían tenido la oportunidad de expresar su sufrimiento.
Ayudar a Phil a recordar y analizar sus experiencias cuando fue reclutado por la secta fue otra de las perspectiva importantes. Al pedirle que verbalizara lo que pensaba y sentía al encontrarse por primera vez con el reclutador, los sentimientos de culpa que Phil había reprimido durante tanto tiempo, y que tenían su origen en el hecho de que le había pedido a Tom, en aquel día funesto, que le fuera a comprar una cuerda de guitarra, salieron a la superficie. Y no sólo eso, sino que al recordar su reclutamiento, Phil pudo también recordar algunas de las preguntas y dudas que se había planteado entonces. Recordó lo importantes que habían sido para él las explicaciones del devoto acerca del karma. Le ayudó a establecer Una barrera ideológica alrededor de la muerte de su hermano y a pensar que Tom estaba un paso más cerca de la iluminación. Recordó que cuando había comenzado a entonar los cánticos, el dolor había desaparecido. Recordó que, en aquel entonces, se había dicho a sí mismo: «Esto es muchísimo mejor que pensar en el suicidio».
En otras intervenciones, es importante introducir perspectivas diferentes. Cada vez que el miembro de una secta considera una perspectiva distinta, el dominio que ejerce la secta sobre él se debilita un poco. Además de pedirle a la persona que recuerde quién era antes de ingresar en el grupo, también puede ser muy valioso pedirle que se imagine el futuro. ¿Cómo será él dentro de un año, de dos, de cinco o de diez? Con toda sinceridad, ¿qué se ve haciendo en el futuro? ¿Seguirá vendiendo flores en una esquina? Si no es así, ¿cómo se sentiría si continuase sin poder hacer nada más que vender flores por la esquinas durante los próximos diez años?
Otra perspectiva muy valiosa puede ser la opinión sobre el líder del grupo. Yo le pregunté a una mujer: «Si usted fuera el Mesías, ¿viviría de la misma manera que el señor Moon, una mansión que es casi un palacio, tendría dos yates de 250.000 dólares cada uno, coches de gran lujo, etc?». Ella me respondió: «¡Claro que no! Daría todo mi dinero para ayudar a los pobres. Viviría de una manera muy sencilla». Al escuchar su respuesta, pude preguntarle qué pensaba ella de que él lo hiciera. Me dijo: «Esto es lo que me preocupa. ¡Siempre me ha preocupado!».
Cuando expliqué a Phil lo que se sentía viviendo con los Moonies, intenté transmitirle sobre todo aquellos sentimientos que se producían al estar cerca del señor Moon: la excitación, el honor, el sobrecogimiento. Yo podía haberle pedido que imaginara qué sentía un Moonie que creía que Moon era diez veces más importante que Jesucristo, sentir el increíble honor de vivir en este mundo y ver al Mesías en persona. Cuando Phil se puso en el lugar de un Moonie, su experiencia como devoto de Krishna se alteró para siempre.
Cada vez que un miembro es capaz de salir de su personalidad y ponerse en el Lugar de otra, ya sea la de un miembro de otra secta, o incluso la de sus padres o su líder, está debilitando su rigidez psicológica. De hecho, alentar psicológicamente al adepto para que adopte otra perspectiva le permitirá poner a prueba su realidad. En este proceso, la información con que fue programado es considerada bajo otro prisma.
El medio para suprimir la fe ciega es introducir nuevas perspectivas.
Llave No 6: Evitar los procesos de interrupción del pensamiento mediante una forma indirecta de suministrar información
Todas las personas que forman parte de una secta han sido programadas para interrumpir todos los pensamientos «negativos» acerca del líder, la doctrina o la organización, y también han sido adoctrinadas para creer que este grupo es superior a todos los demás grupos y diferente a todas las demás sectas.
El proceso para interrumpir el pensamiento se desencadena cada vez que se produce un «ataque frontal», o, en otras palabras, cuando la persona advierte que alguien ataca la validez del grupo. De esta manera, la interrupción del pensamiento actúa como un escudo que debe levantarse contra cualquier enemigo que se aparezca.
Sin embargo, el adepto no emplea la interrupción del pensamiento cuando no hay una percepción del «peligro». Dado que el miembro del grupo cree que no está integrado en una secta, pero que existen otros grupos que sí son sectas, es relativamente fácil mantener largas y detalladas conversaciones sin que él tenga, en ningún momento, la sensación de que usted está atacando al grupo o a su líder. En consecuencia, la forma de comunicarse con el adepto es a través del acercamiento indirecto.
Si es miembro de El Camino Internacional, no se sentirá amenazado en lo más mínimo cuando usted le cite a los Moonies. Si habla con un adepto de los Moonies, él no se sentirá amenazado si le habla de El Camino. Él piensa que su grupo es muy diferente, muy superior a todos los demás, De esta forma, se puede obtener una idea de los procesos de control mental y técnicas específicas utilizadas por este otro grupo de una manera muy sutil y apacible. Usted estará suministrando al inconsciente de la persona (su identidad Fulano de tal, "Juan Juan") los marcos de referencia imprescindibles para que comience a analizar lo que le ha sucedido a él.
Tenga presente que en el caso de Phil, tuve mucho cuidado en no atacar a los Krishna. Si lo hubiera hecho, lo más probable es que se hubiera puesto a la defensiva y comenzara con los cánticos, y si yo me hubiese mantenido en mis trece, él se hubiera marchado. Toda la información se refería a los Moonies y a los otros grupos. Este método indirecto de transmitir información evita los mecanismos de interrupción del pensamiento.
Llave No. 7: Visualizar un futuro feliz para vencer las fobias del adoctrinamiento
Las fobias del adoctrinamiento o el miedo a dejar alguna vez el grupo residen, por lo general, en el inconsciente. La identidad «sectaria» jamás piensa en abandonar el grupo. Ni que decir que está siempre feliz, entusiasta y obedece a sus líderes. Es «Fulano de Tal» el que está esclavizado.
Yo ayudé a Phil para que comenzara a librarse de la fobia del adoctrinamiento pidiéndole que visualizara una imagen del futuro que al él le gustaría disfrutar: interpretar música, estar con sus amigos, tener una esposa, hijos, estar unido a su familia, etc. Después le pedí que «se metiera en la imagen» y que disfrutara con la experiencia. Al hacer esto, yo ayudaba a Phil para que abriera la puerta de salida de los Krishna. Esta técnica de visualización comenzó a desarmar las fobias del adoctrinamiento. Se convirtió en un puente para alcanzar una nueva vida.
En otros casos, a menudo le pregunto al adepto: «Si usted no hubiera conocido jamás a este grupo, e hiciera ahora lo que deseaba poder hacer, ¿qué sería?». Después de unos instantes de confusión y resistencia, por lo general tengo que repetir la pregunta varias veces, «Imagínese tan sólo que usted hace exactamente lo que deseaba hacer, de tal forma que es completamente feliz, que se siente espiritual y personalmente gratificado; y que desconociera por completo la existencia del grupo, ¿qué estaría haciendo ahora?»
Las respuestas varían. «Yo sería médico y trabajaría en una clínica atendiendo a los pobres.» «Sería tenista profesional.» «Estaría navegando alrededor del mundo.» Cuando la persona ha verbalizado su fantasía, procuro que se meta en la visualización de su nueva vida, y la estimulo para que se involucre emocionalmente con la misma.
Al dar este paso, estoy en condiciones de comenzar a neutralizar los sentimientos negativos programados. Éstos disponen que el miembro no puede hacer ninguna otra cosa que no sea ser un adepto. Una vez establecido un punto de referencia positivo, la imagen generada por el grupo sobre una vida oscura y llena de desastres fuera de la secta comienza a modificarse. Cuando la imagen positiva está en su lugar, se tiende un puente hacia otras posibilidades. Se considera a la gente ajena al grupo como personas buenas y cariñosas, hay muchísimas cosas de las que disfrutar, puede lograrse la gratificación religiosa y espiritual. Cuando el mundo exterior se llena de experiencias positivas, el grupo pierde el control total sobre el sentido de la realidad del adepto. Este estará entonces en, una posición más ventajosa para decidir si quiere permanecer donde está, o cruzar el puente y hacer algo personal que sea más valioso y gratificante.
Llave No. 8: Ofrecer al adepto definiciones concretas sobre el control mental y las características de una secta destructiva
Mi intervención con Phil demuestra la importancia de brindarle al adepto información específica sobre las sectas. Dado que yo había podido establecer una buena relación con Phil, estuve en condiciones de obtener mucha información sobre sí mismo y ayudarle. Durante el proceso, Phil sintió curiosidad por mi persona y quiso saber lo que yo pensaba.
Llegado a este punto, pude comenzar a ofrecerle información más concreta sobre las sectas y el control mental a través de mi experiencia personal en los Moonies. Fui capaz de explicarle lo que había sucedido durante mi desprogramación y que, gracias a ésta, había sido capaz de comprender que estuve sometido al control mental y que, de hecho, pertenecía a una secta destructiva. En mi caso, hasta que mis asesores no me enseñaron lo que los comunistas chinos habían comenzado a practicar en 1950, no fui capaz de entender con claridad el proceso del «lavado de cerebro» Y también cuando ellos pudieron demostrarme que todas las sectas destructivas, como los Krishna,5 estaban estructuradas de la misma manera autoritaria que la Iglesia de la Unificación, dejé de creer que los Moonies eran por completo diferentes a todos los otros grupos.
También le expliqué a Phil que algunas de las creencias de los Moonies, por extrañas que parecieran, tenían sentido siempre y cuando uno creyera en la totalidad de la doctrina. Me preocupé de incluir la teoría de los Moonies sobre el porqué ocurren las «muertes por accidentes», para que viese que existían sistemas de creencias alternativos que ofrecían otra explicación. También era muy importante para él saber que hay otros grupos guiados por personas que proclaman ser superiores espiritualmente. Cuando, en un momento dado, le informé de que había unas tres mil sectas, y que si una de ellas estaba encabezada de verdad por un auténtico líder (cosa que yo ponía muy en duda), entonces las probabilidades que él tenía de acertar con la correcta, en un primer intento, eran de una entre tres mil. No se podía considerar que hubiera muchas posibilidades de acierto.
También le hice ver que yo me había entregado al grupo, y que había escogido abandonarlo por las razones «correctas». Pretendía poner en duda lo que le habían dicho en su adoctrinamiento: que las personas abandonaban el grupo por. razones equivocadas, porque eran débiles o indisciplinadas, o porque querían caer en el materialismo. Quería que supiera que yo había dejado el grupo debido a mi integridad y fuerza de voluntad.
Abandoné el grupo porque había llegado a comprender de forma objetiva lo que había estado haciendo. Me había dedicado a una «fantasía» creada por el adoctrinamiento de los Moonies en sus talleres de trabajo. Pensaba que seguía al Mesías, la persona que sería capaz de acabar con las guerras, la pobreza, las enfermedades y la corrupción, y que establecería el Reino de Dios en la Tierra. No me importaba sacrificarme en aras de estos nobles ideales. Pensaba que, como adepto, enseñaba a la gente los modelos más elevados del amor y la verdad, y a llevar una vida ejemplar.
En cambio, para mi horror, me di cuenta de que había aprendido a comprometer mi integridad en nombre de Dios. Me di cuenta de que cuanto más alto ascendía en la organización, y cuanto más cerca estaba de Moon, me volvía cada vez más obsesivo. El poder casi se convirtió en adicción, y empecé a tomar decisiones con miras a defender y ampliar mi poder, no para defender lo que era moralmente correcto.
Abandoné cuando comprendí que el engaño y el control mental no podían nunca ser parte integrante de ningún movimiento espiritual auténtico: con su utilización, el grupo había creado un virtual «Infierno en la Tierra», un reino de esclavos. Cuando advertí que, a pesar de que yo quería creer que era verdad (que Moon era el Mesías y el Principio la Verdad) mi fe lo convertía en verdad, comprendí que aunque me quedara en el grupo cincuenta años más, la fantasía por la cual me estaba sacrificando no sería nunca verdadera.
El hecho de que me dieran unas cuantas definiciones concretas del control mental me permitió ver con claridad que habían hecho de mí una víctima y que había aprendido a convertir a otras personas en víctimas. Personalmente, llegué a un acuerdo con mis propios valores, creencias e ideales. Cuando lo conseguí, a pesar de lo mucho que había puesto de mí en el grupo, de haberme convertido en un líder y haber establecido fuertes vínculos con muchos miembros, no pude continuar en él. Nunca podría reintegrarme en su seno para volver a convertirme en un «auténtico creyente».
CAPITULO 10
Estrategias para la recuperación
Los adeptos tienen tres alternativas básicas para dejar la secta: se marchan, los expulsan (a menudo cuando están «muy quemados» tanto física como psicológicamente), o se les asesora para que abandonen. Pese a que tienen la suerte de poder dejar el grupo destructivo, los ajustes para vivir en el «mundo real» pueden llegar a ser muy difíciles. Si no reciben una información adecuada y el asesoramiento debido después de dejar la secta, las fobias inducidas por el grupo, que conservan en su subconsciente, los convertirán en «bombas de relojería» ambulantes Además, muchos adeptos han vivido durante tanto tiempo sin haber realizado ningún tipo de trabajo normal o vida social, que el proceso de reajuste a la vida adulta se les hace muy cuesta arriba. Hay personas que después de abandonar la secta han vuelto a integrarse en la misma. Si bien, de acuerdo con mi experiencia, estas personas constituyen por lo general la excepción que confirma la regla, demuestran con claridad lo vulnerables que son las personas que acaban de dejar un entorno sometido al control mental.
Los que se marchan
Es indudable que el número más grande de ex miembros pertenece a la primera categoría. Son las personas que han conseguido apartarse físicamente de la secta, pero que no han recibido ningún tipo de asesoramiento. De vez en cuando, conozco a alguno de ellos en alguna reunión y descubro que hay quien, a pesar de que hace años que ha dejado el grupo, aún está luchando con los problemas del adoctrinamiento debido al control mental.
Por ejemplo., en el transcurso de una cena conocí una vez a una mujer que «había salido» de los Moonies. Durante nuestra conversación, me comentó que a pesar de que llevaba más de seis años casada y que era feliz en su matrimonio, sentía un profundo temor a quedar embarazada. Me dijo que no conseguía encontrar una explicación a estos temores porque, desde pequeña, siempre había deseado tener hijos. Ahora había entrado en la treintena y se daba cuenta de que estaba sosteniendo una carrera contra el tiempo para tener hijos, pero seguía sin poder superar su miedo.
Hablando con ella supe que había sido reclutada por los Moonies en 1969, unos doce años antes de nuestra charla, pero que había estado con el grupo tan sólo tres meses.
-Cuando comenzaron a exigirme demasiadas cosas, me fui -dijo. Estaba muy claro que se había despreocupado de la experiencia, pues consideraba que sólo había sido algo fortuito.
-¿Se le ha ocurrido pensar que su miedo a tener hijos puede estar relacionado con su episodio con los Moonies? -pregunté.
En su rostro apareció una expresión de extrañeza. Dijo:
-¿Qué quiere usted decir?
-¿Recuerda si en alguna ocasión, mientras estaba con los Moonies, le dijeron algo respecto a tener hijos?
Ella levantó la cabeza, como si su mirada quisiera perderse en el techo. Después de unos instantes, su rostro enrojeció y lanzó un grito.
-¡Sil ¡Ahora lo recuerdo! -exclamó. Para mi sorpresa, me agarró de los hombros y comenzó a sacudirme enérgicamente,
-¡Recuerdo que me dijeron que sí alguien traicionaba alguna vez al Mesías y abandonaba el grupo, sus hijos nacerían muertos! -afirmó.
Su excitación al recordar el origen de su miedo a tener hijos era tremenda, y yo no podía menos que compartirla. Parecía como si pudiéramos oír el ruido que hacían las cadenas psicológicas que habían encerrado su mente al romperse y caer al suelo.
En aquel momento, advertí que tendría que ofrecerle una explicación sobre la implantación de fobias. Le dije que, a pesar de que ella había estado con los Moonies sólo durante tres meses, sus reclutadores y los encargados del adoctrinamiento habían, conseguido implantar en su subconsciente una fobia que consistía en creer que sus hijos nacerían muertos.
-¿Aunque ya no crea en los Moonies? -me preguntó.
-La mente es capaz de recibir nuevas informaciones y retenerlas para siempre- respondí- Esto es tan válido para las cosas perjudiciales como para las buenas. Tal vez usted pensó que había acabado con los Moonies en el momento en que cruzó la puerta de salida, pero le ha costado doce años localizar y desactivar esa bomba de relojería que le habían puesto en la mente.
Es muy poco frecuente tener una conversación con un ex miembro durante una reunión social y que la charla desemboque en la eliminación de una fobia. Sin embargo, hay un gran número de personas que, como esta mujer, se las tienen que ver con las perjudiciales secuelas de haber pertenecido a una secta. Sus problemas a menudo se agravan por el hecho de que muchos profesionales de la salud mental no tienen los conocimientos suficientes sobre el control mental y no saben cómo ayudar, de una manera eficaz, a las personas que sufren dichas secuelas.
Muchas personas son capaces de marcharse, sobre todo durante las primeras fases del adoctrinamiento. La mujer del ejemplo pudo rebelarse y valerse por sí misma en 1969, cuando los Moonies eran mucho menos efectivos en su adoctrinamiento. Los nuevos reclutas pueden huir de la secta si reciben un exceso de información sobre la doctrina interior, y aún no están en condiciones de asimilaría. Por ejemplo, una mujer a la que yo había reclutado, descubrió que Moon le asignaría un marido durante las primeras semanas de adoctrinamiento y este hecho la enfureció de tal manera que se marchó del grupo. Un hombre se largó en cuanto supo, antes de que nosotros le preparáramos para que lo aceptara, que creíamos que Moon era el Mesías.2
Otras personas se van cuando resultan víctimas de las rencillas internas o los conflictos personales. Por ejemplo, muchísimas personas han terminado hartas y se han marchado porque no podían relacionarse con su superior inmediato y seguirle. Otros, que habían sido miembros durante muchos años, abandonaron al considerar que la política del grupo no se aplicaba justa y equitativamente a todos y que existían un lucha por el poder.
A lo largo de los años, he conocido a docenas de personas que habían abandonados su secta porque ya no podían soportarla más, pero que aún creían en el líder supremo. Existen miles de ex Moonies que no dudan que Moon es el Mesías, pero que simplemente no pueden tolerar la forma en que se dirige a la, secta.
En su interior, continúan esperando que llegue el día en que se modifique la política del grupo para volver a él. Son incapaces de comprender que el grupo está estructurado y se rige de esta manera por voluntad de Moon.
Los expulsados
Me he encontrado con muchas personas que fueron expulsadas de sus grupos, con la justificación aparente de que se rebelaban contra la autoridad y formulaban demasiadas preguntas. Otros habían sido sometidos a tantos abusos que estaban quemados y ya no eran «productivos». Y también los hay que fueron dados de baja por sufrir serios problemas físicos y mentales que requerían un tratamiento demasiado caro, convirtiéndose en un riesgo económico para la secta.
Las personas que han sido expulsadas de una secta destructiva son siempre las que llevan la peor parte de entre todos los ex miembros. Se sienten rechazados no sólo por los adeptos del grupo sino también, en el caso de las sectas religiosas, por el mismo Dios. La mayoría de ellos han dedicado su vida entera al grupo, y han hecho donación de sus ahorros y propiedades al hacer su ingreso. Se les dijo que el grupo se había convertido ahora en su «familia». y que ésta cuidaría de ellos por el resto de sus vidas. Luego años más tarde, se les dijo que no eran capaces de satisfacer las exigencias del grupo y que tenían que marcharse. Estas personas, con sus fobias al mundo exterior, se han visto lanzadas a lo que ellos consideraban como la total oscuridad.
Para muchos de los «expulsados», el suicidio parece ser la única salida real para librarse de sus sufrimientos.3 Nadie sabe cuánta gente se ha matado debido a su participación en una secta destructiva. Personalmente he conocido a tres personas que se suicidaron a causa de su pertenencia a un grupo destructivo.
Entre los que han intentado sin éxito quitarse la vida, hay muchos a los que de manera errónea se les ha diagnosticado una esquizofrenia cuando han sido sometidos a una evaluación psiquiátrica. No se puede culpar a los médicos, carentes de información. ¿De qué otra forma pueden tratar a una persona que pide a gritos que Satanás abandone su cuerpo? ¿Cómo pueden saber que la persona ha estado cantando a toda velocidad para sus adentros durante horas, y que esto le produce un estado casi catatónico?
Uno de mis clientes fue expulsado de una secta que se hallaba bajo el mandato de un gurú después de que su padre amenazara al líder con una demanda judicial y le persiguiera de otras maneras. El joven había sido programado durante seis años en la idea de que abandonar al gurú significaba la locura instantánea. Después de la expulsión ('¡sorpresa!) se volvió locó. Sus padres lo llevaron a un sanatorio mental y los doctores confirmaron que, en su opinión, el muchacho estaba loco, esquizofrénico, para ser más exactos. El joven interpretó el diagnóstico como una prueba de que su líder tenía razón: el que abandonaba al gurú se volvía loco.
En el hospital psiquiátrico comenzó a darse de cabezazos contra las paredes. Le pusieron una camisa de fuerza y fue sometido a vigilancia constante. A nadie se le ocurrió preguntarle por qué hacía eso. Yo descubrí que, en su etapa de miembro, había visitado la India, donde le habían mostrado una piedra en la cual el propio gurú se había dado de cabezazos hasta que, según sus palabras, «logró alcanzar la gran conciencia». En su esfuerzo por reproducir el camino seguido por el gurú, el joven casi estuvo a punto de matarse. Y, para colmo de los colmos, el episodio sólo sirvió para «confirmar» el diagnóstico de que era un esquizofrénico.
Sólo cuando comencé a asesorarle vislumbró por primera vez cómo había sido programado por la secta, y cómo, sin darse cuenta, había reforzado su programación cada vez que recordaba la jerga del grupo y su adoctrinamiento de adepto fiel. Al repetir en su fuero interno las enseñanzas del líder de la secta, continuaba adoctrinándose y retardaba sus progresos durante años.
También debía luchar contra los años de ayuda «negativa» que había recibido de los profesionales de la salud mental durante su «tratamiento». Dijo que algunos de sus doctores habían llegado a manifestar que su participación en la secta había sido una de las cosas más sanas que había hecho en su vida. Uno de ellos incluso le había dicho que leyera libros de la secta. Durante todo el tiempo, se le recordaba a diario que era esquizofrénico.
Una ex miembro con la que trabajé y que había pertenecido a una secta ocultista estaba por completo convencida de que su cuerpo espiritual se desintegraba, y que estaba a punto de morir. Sufría tremendos ataques de ansiedad, sobre todo durante la noche, y sentía agudos dolores en el pecho. Los médicos la habían sometido a innumerables pruebas, y llegaron a la conclusión de que todos los problemas estaban «en su mente». Ella había sido programada por el grupo para autodestruirse si alguna vez lo abandonaba, y cuando estuvo fuera, esto fue exactamente lo que sucedió hasta que fue asesorada.
Cuando las personas que se han marchado o han sido expulsadas no tienen oportunidad de recibir asesoramiento, sus sufrimientos, por lo general, se ven prolongados. Sin embargo, hay muchos que, con la ayuda de familiares y amigos, son capaces de rehacer y progresar en la vida. No obstante, si estas personas no llegan a comprender el control mental y cómo se les utilizó para reclutarlas y adoctrinarías, jamás lograrán disfrutar de una vida tan plena como los que sí lo entienden. Estas personas tal vez consigan dejar en algún rincón de su mente sus experiencias con la secta y olvidarse de ellas. Pero, en algún momento pueden volver a presentarse en sus vidas.
Rick era una de estas personas. Se marchó de los Niños de Dios con su esposa y su tres hijos después de estar seis años con ellos. Transcurrieron cinco años y un día apareció, en el buzón de su casa, un folleto de propaganda de la secta. Todo el adoctrinamiento sectario del que había sido imbuido se puso en marcha al ver la carta del líder, y perdió por completo su control mental. En un momento dado, según sus explicaciones, comenzó a sentir una voz interior que le ordenaba que subiera al primer piso y estrangulara a sus hijos. Por fortuna, no le hizo caso. Rick fue asesorado y, en la actualidad, es un brillante profesor de informática.
Asesorados
Entre las personas que fueron asesoradas para abandonar el grupo, hay muchas que fueron afortunadas, ya que consiguieron la ayuda y la información que necesitaban. Sin embargo, son también numerosas las personas, en particular aquellas que fueron desprogramadas en los años 70 e incluso en los 80, que todavía cargan con el bagaje psicológico vinculado a la secta. El solo hecho de que hayan pasado varios años desde que abandonaron la secta no significa que todos los problemas estén resueltos. Nada más lejos de la verdad.
Ahora se sabe mucho más acerca del control mental y asesoramiento de abandonos de lo que se sabia hace unos años, y hay un número mucho mayor de asesores a los cuales acudir en busca de ayuda. La organización de apoyo FOCUS para antiguos miembros cuenta con grupos en algunas de las ciudades más importantes. Reunirse y hablar con ex adeptos del grupo concreto de cada uno, y de los grupos en general, es una forma muy efectiva para ayudar a la identificación y resolución de los problemas.
Problemas psicológicos de los ex miembros de las sectas
Los ex miembros han descrito una amplia variedad de dificultades psicológicas que aparecieron tras el abandono de la secta. Probablemente, la más común es la depresión que sufrieron durante los primeros meses después de la salida. Es difícil de describir el dolor que se siente al descubrir que te han mentido y esclavizado en un grupo de control mental, descubrir que tu «sueño» es, en realidad, una pesadilla.
Muchas de las personas que he conocido describen la experiencia como si se hubieran enamorado profundamente de alguien a quien dan todo su amor, su confianza y entrega para después darse cuenta de que el objeto de su amor era un mentiroso, y que sólo les estaba utilizando. El dolor y la sensación de haber sido traicionado es enorme.
Otros describen este descubrimiento en términos muchos más gráficos: es como si los hubieran violado espiritual y psicológicamente. La sensación de violación personal es indescriptible. Yo mismo tuve que comprender que todo el amor y la devoción que sentía por Sun Myung Moon y Hak Ja Han como mis «Padres verdaderos» era por completo unilateral. Después de abandonar la secta advertí que yo no les interesaba en absoluto como persona. Si hubiese sido así, hubieran intentado ponerse en contacto conmigo para saber por qué me había marchado. En cambio, fui automáticamente tildado de «satánico» y traidor.
Cuando las personas están deprimidas, tienden sólo a ver el lado negro de las cosas. Su dolor puede llegar a ser tan grande que borra cualquier esperanza de un futuro positivo. Es esencial que los ex miembros acepten y comprendan este dolor y que atraviesen ese período de pena. Al parecer, la mejor manera de ayudarles es conseguir que entiendan que también han conseguido cosas positivas con su afiliación a la secta, y demostrarles de qué manera son ahora más fuertes gracias a la experiencia vivida. También es útil alentarlos para que consideren el episodio desde una perspectiva esperanzadora y útil. Siempre se pueden encontrar ejemplos de personas cuyas experiencias han sido mucho peores que las propias, y que no sólo fueron capaces de sobrevivir sino que triunfaron después del abandono.
Otro problema que se presenta con frecuencia es una tendencia irresistible a continuar dependiendo de otras personas para que les orienten y les digan lo que tienen que hacer. En los grupos donde los miembros viven en comunidad, la mayoría de las decisiones son tomadas por los líderes. A los miembros se les pide que no piensen y que sean obedientes. Esta forma de dependencia fomenta la disminución de la autoestima y retarda el deseo y la capacidad de desarrollo individual.
Una forma específica que adopta este dependencia es la dificultad para tomar decisiones. He trabajado con personas que no sabían qué querían para comer, con qué ropas vestirse, qué libro debían leer, qué película ver, o qué debían hacer con respecto a su educación o empleo. A todos los que han tenido que pedir permiso a sus superiores para hacer las cosas más simples, verse de pronto lanzados al mundo de las responsabilidades personales les puede resultar muy complicado.
Cuando abandoné los Moonies, yo no parecía tener esta dificultad. Mis desprogramadores advirtieron a mis padres que me sería difícil tomar decisiones. Mis padres se sentían bastante confusos cuando salíamos a comer, porque yo no tenía problemas a la hora de escoger los platos que deseaba. Tiempo después me dijeron que habían pensado, de una manera un tanto retorcida, que no había sido desprogramado. Lo que no tuvieron en cuenta fue que yo no había sido un recluta. Yo había sido un líder y estaba habituado a tomar ciertas decisiones sobre mí mismo y con respecto a los demás. Las decisiones de cada día no constituían para mi ningún inconveniente; en cambio, decidir si quería volver o no al instituto era mucho más difícil.
Como sucede con casi todo, la toma de decisiones se hace más fácil con la práctica. Con el tiempo, las personas aprenden a asumir el control de sus vidas. Este proceso puede acelerarse con una dulce pero firme insistencia por parte de los familiares y amigos, a fin de que los ex adeptos tornen sus propias decisiones sobre lo que quieren comer o hacer. Al estimular la autoestima y la confianza en sí mismo del ex miembro, esta dependencia, por lo general, consigue superarse.
«Flotar»: enfrentarse a la identidad de la secta después de abandonarla
Un problema más difícil al que deben enfrentarse los ex miembros es un fenómeno que se conoce con el nombre de «flotar».5 Se puede describir como una experiencia en la cual el ex adepto comienza de pronto a «flotar» en el tiempo, retrocede a la época de su identidad de adepto. He aquí un ejemplo.
Margot Sullivan, una estudiante de 19 años de edad, fue reclutada por Lifespring (Manantial de la vida) en un campamento de verano durante el año 1987. A pesar de que había completado el curso básico y sólo le faltaba un fin de semana para finalizar el cursillo de aprendizaje para líderes, le desagradaban las presiones que recibía para que reclutara nuevos miembros. Por suerte, ella vivía en Maine y no estaba en las proximidades inmediatas del grupo central en Nueva Inglaterra, que tiene su sede en Boston. Esto le permitía una amplia libertad de movimientos, si bien la llamaban casi a diario para mantenerla bajo control. La madre de Margot, ministra metodista, observó los cambios de personalidad de su hija y se sintió tan preocupada que pidió dinero prestado para someterla a una intervención.
Como parte de una investigación realizada sobre Manantial de la vida, la cadena de televisión ABC incluyó en su programa «20/20» una entrevista con el psiquiatra y experto en sectas Dr. John Clark, de la Escuela de Medicina de Harvard. A pesar de que Manantial de la vida mantiene una opinión diferente, el Dr. Clark afirmó durante la entrevista que, a su juicio, dicho grupo practica el control mental y el lavado de cerebro.6 Para Margot, uno de los problemas a que tuvo que enfrentarse, después de la intervención, fue escuchar la música que se emitía por la radio, por ejempío la canción Higher Love interpretada por Steve Winwood, pues le recordaba escenas del entrenamiento. Hay grupos como Manantial de la vida que utilizan la música popular como parte del adoctrinamiento precisamente por esta razón. Crea en el inconsciente del individuo una poderosa asociación que; para poder superarla, se necesitan meses y a veces años si no se posee el asesoramiento adecuado. Muchas sectas utilizan música en el adoctrinamiento porque constituye un fuerte punto de referencia en la memoria.
Este mecanismo de estímulo-respuesta que trae a la mente la imagen retrospectiva o el «flotar» puede constituir un problema muy importante para los ex miembros. El mecanismo se pone en acción cuando el antiguo adepto ve, oye o siente algún estímulo externo o interno que forma parte del proceso de condicionamiento. Este hecho puede llevarlos durante unos momentos a que retrocedan a la identidad de la secta.
Durante el primer año después de dejar a los Moonies, cada vez que oía la palabra «moon» pensaba en «Padre» y me veía sentado a los pies de Moon. Otro ejemplo de este fenómeno me ocurrió más o menos un mes después de dejar la secta. Yo iba en mi automóvil a casa de un amigo cuando de pronto pensé: «¡Este sería un lugar magnifico para recoger fondos!». Tuve que controlarme y recordarme a mí mismo que ya no estaba con los Moonies. Este pensamiento surgió porque, durante los últimos cinco meses de mi pertenencia al grupo, había pasado entre quince y veinte horas diarias conduciendo de un lugar a otro en busca de lugares adecuados para que los adeptos pidieran dinero.
Todas aquellas personas que han pertenecido durante mucho tiempo a sectas que exigían una meditación excesiva, cánticos, decreeing,7 «hablar en lenguas» y cosas por el 'estilo, son proclives, al menos durante un año después de dejar la secta, a sufrir este tipo de episodios involuntarios. Muchos de mis clientes sé han quejado de que, a mitad de una frase, mientras sostienen, una conversación normal, se descubren practicando las técnicas de interrupción del pensamiento que han utilizado durante años. Esto puede ser muy peligroso cuando se conduce un vehículo.
En una ocasión, un ex miembro de una secta bíblica me comentó: «Resulta muy frustrante darse cuenta una y otra vez de que tu mente está fuera de control, sobre todo cuando estoy en una situación estresante. De pronto, descubro que estoy balbuceando mentalmente palabras sin sentido y sílabas ("hablar en lenguas") y que estoy completamente desorientado sobre lo que estaba haciendo».
Si no se comprende qué es el «flotar» y no se trata el fenómeno de forma adecuada, puede dar lugar a que el ex miembro que está deprimido, solo y confuso, vuelva a la secta. Para aquellos que tienen la fortuna de recibir asesoramiento, el «flotar» sólo en contadas ocasiones llega a ser un problema mayor. Sin embargo, para la gente que no comprende el control mental, puede convertirse en una experiencia terrorífica. De pronto, se encuentra uno metido en la mentalidad de la secta, y se ve atormentado por una sensación de miedo y de culpa debido a que han traicionado al grupo y a su líder. Usted pierde el control racional y comienza a pensar de una manera mágica. Con esto quiero decir que uno puede interpretar palabras y hechos personales desde la perspectiva de la secta. Por ejemplo, usted no consiguió el empleo «porque Dios quiere que usted vuelva a la secta», o el Jumbo de Aerolíneas Coreanas que realizaba el vuelo 007 fue derribado por los rusos «porque usted dejó a los Moonies».
Si un antiguo adepto comienza a «flotar», lo que debe hacer es, simple pero firmemente, recordarse a sí mismo que esta sensación ha sido puesta en marcha por algún estímulo, y que la superará. Además, deberá buscar a alguien que comprenda lo que es el control mental de las sectas para poder hablar del tema de forma racional. Téngalo presente: «flotar» es un subproducto natural por haber estado sometido al control mental. Disminuirá con el transcurso del tiempo, y existen técnicas que se utilizan para ejercer un control sobre el mismo.
La técnica más poderosa y efectiva es conseguir identificar el estimulo. Por ejemplo, podría ser una canción, ver a alguien que se parece a un miembro de la secta, o comportarse de una manera asociada con la forma de ser de un adepto. Cuando usted sepa cuál es el estímulo que hace de detonante, puede provocar deliberadamente el estímulo y esta vez asociarlo con algo diferente. Hágalo una y otra vez hasta que se convierta en una nueva respuesta aprendida.
En mi caso, por ejemplo, si yo escuchaba la palabra «moon» (luna) proyectaba mentalmente la imagen de una hermosa luna llena. Me decía a mi mismo: «La Tierra sólo tiene un satélite natural: la Luna». A lo largo de toda una semana me decía sistemáticamente la palabra «moon» y repetía la misma asociación una y otra vez. Me refiero siempre al líder de la secta como Mr. Moon, y no quiero llamarle «reverendo» por ser un título que se ha adjudicado él mismo.
Una ex miembro me dijo que, a pesar de que a ella le encantaba la playa, evitaba ir allí porque el sonido de las olas del mar siempre le recordaba el adoctrinamiento del grupo. A pesar de que hacía ya cinco años que había abandonado la secta, esta asociación todavía le impedía poder disfrutar de algo que a ella siempre le había gustado. Le dije que modificara la asociación. Podía oír el ruido de las olas y programar deliberadamente una nueva asociación que le fuera gratificante. Le dije también que repitiera esta asociación hasta que automáticamente prevaleciera sobre la programación de la secta. Al cabo de unos días estuvo en condiciónes de poder ir a la playa de nuevo.
Superar el «lenguaje cargado»
Sustituir el «lenguaje cargado» de la secta por el lenguaje real suele acelerar la recuperación total de la persona. Cuando yo conseguí eliminar la jerga de la secta que tenía en la mente, fui capaz de volver a mirar al mundo sin tener que utilizar las «gafas» del grupo. El «lenguaje cargado» de la secta había creado pequeños cubículos en mi mente, y cuando yo era adepto, toda la realidad se filtraba a través de ellos. Cuanto más rápido el ex miembro recupera las palabras y su significado real, más deprisa se recuperará.
Cuando yo estaba con los Moonies, todas las relaciones entre los adeptos eran calificadas como un problema de «Cain-Abel» o del «Capítulo 2». El término «Cain-Abel», como ya he explicado antes, se utilizaba para designar a una persona como superior o subordinado a otra. Los «problemas del Capítulo 2» abarcaban todo lo referente a la sexualidad y la atracción que podían sentir los miembros entre sí. Por consiguiente, todas las relaciones personales entraban en una de estas dos categorías.
El error más común que cometen los ex miembros es decirse a si mismos que no deben pensar en las palabras de la secta. La mente no sabe cómo no pensar en algo. El lenguaje está estructurado de forma tal que podamos pensar en asociaciones positivas. Por consiguiente, si usted es un ex miembro, haga una nueva asociación, de la manera que he descrito al tratar el problema del «flotar». Si usted es un ex Moonie y tiene problemas a la hora de relacionarse con alguien, considérelo como un conflicto personal o un problema de comunicación.
La pérdida de poder psicológico
Otro problema bastante frecuente es la pérdida de concentración y de memoria. Antes de unirme a los Moonies, solía leerme un libro de una sentada, y leía unos tres libros por semana. Sin embargo, durante los dos años y medio que pasé en el grupo, prácticamente lo único que leía era propaganda de la secta. Recuerdo la frustración que sentía cuando, después de abandonar el grupo, intentaba leer cualquier cosa que no fuera literatura Moonie. Al principio, conseguir acabar un párrafo era algo imposible. No había manera que dejara de divagar, o bien tenía que buscar en el diccionario el significado de palabras que yo conocía pero que, en aquellos momentos, no podía recordar. Tenía que leer una y otra vez la misma página antes de que los oxidados mecanismos de mi mente comenzaran a funcionar. Cuando miraba viejas fotografías, me tenían que indicar el nombre de personas que conocía o hablarme de cosas que yo había hecho antes de ingresar en el grupo.
Por fortuna, la mente es como un músculo. A pesar de que tiende a atrofiarse por falta de uso, con un esfuerzo puede recuperar su poder. Me llevó casi un año recuperar el nivel que tenía antes de entrar en los Moonies.
Pesadilla, culpa y otros problemas emocionales
Las pesadillas constituyen una buena señal de que el antiguo adepto necesita recibir un apoyo adicional para superar la experiencia de la secta. Estos sueños desagradables provienen de la mente inconsciente que todavía está luchando con los problemas de la participación en el grupo. Algunas de las pesadillas más comunes se refieren a soñar que se está atrapado en algún lugar desconocido, con gente que nos persigue con aviesas intenciones, o estar en medio de una tempestad o en un campo de batalla. Hay ex adeptos que, con frecuencia, comentan que tienen pesadillas en las cuales se ven conversando con los amigos que todavía permanecen en la secta, para convencerles de que abandonen el grupo, mientras ellos les piden que vuelva.
Otro tema muy importante para algunos ex miembros son los sentimientos de culpa por cosas que hicieron en la secta. Algunas personas se vieron implicadas en actos ilegales como la estafa, el robo, la prostitución, y el uso y venta de drogas. He conocido a personas que desertaron de las Fuerzas Armadas porque fueron reclutadas por una secta destructiva, y han tenido graves problemas al reintegrarse a la vida normal.
Por suerte, la gran mayoría de ex miembros a los que he conocido no han tenido nada que ver con actos semejantes. Sin embargo, la mayor parte debe enfrentarse con la culpa que sienten por la forma en que trataron a sus amigos y familiares durante su etapa en la secta. Por ejemplo, algunas persona, cuando su padre o su madre cayeron enfermos, obedecieron las órdenes de los líderes del grupo y se negaron a ir a visitarlos al hospital. Hubo casos en que falleció uno de los padres y el miembro no fue autorizado a ir al funeral, a pesar de que a veces se celebraba a menos de treinta kilómetros de distancia. Puede resultar muy doloroso para una persona abandonar una secta y tener que enfrentarse con todo el caos y el daño emocional causado por su afiliación al grupo.
En los primeros tiempos después de abandonar a los Moonies, yo tenía un increíble sentimiento de culpa por el papel que había jugado como líder. Me culpaba a mí mismo por haber mentido y manipulado a cientos de personas. Sentía que habla dejado que me utilizaran como el «hombre de paja» americano, un monigote en manos de coreanos y japoneses, los cuales tenían en realidad las riendas del poder dentro del grupo.
Otra cuestión está relacionada con los sentimientos que se tienen por los amigos que continúan en la secta. Cuando yo me marché, deseaba con desesperación poder rescatar a los que había reclutado personalmente. Por desgracia, los líderes Moonies, con toda astucia, se ocuparon de enviar a las personas que estaban muy vinculadas a mí a otros destinos lejanos del área de Nueva York. Se les dijo que yo había sido enviado a cumplir con «una misión secreta». Mis «hijos espirituales», las personas a las que yo había reclutado, no supieron nada sobre mi abandono hasta tres meses después. Creo que se les informó sólo porque, en aquel entonces, inicié mis intervenciones en la televisión para hablar en contra de la secta.
Unos seis meses después de abandonar el grupo, regresé al Queens College, donde había fundado una filial de C. A. R. P. y ofrecí una disertación pública sobre las sectas y el control mental en el departamento de psicología. Entre el público se encontraban mis tres mejores discípulos,8 Brian, Wi'llie y Luis. Jomaron asiento y durante más de una hora me escucharon hablar sobre el control mental. Ofrecí ejemplos muy concretos de que les había mentido y engañado con el propósito de reclutarlos. Al finalizar la conferencia, me acerqué a ellos y les pregunté, muy interesado, su opinión acerca de la charla. Willie sonrió y me dijo:
«Steve, no debes olvidarte del corazón del Principio Divino o del corazón del Padre». Me quedé de una pieza. Al parecer, no habían escuchado ni una sola de mis palabras. Recordé cómo, cuando yo era miembro, el señor Kamiyama me había enseñado a «educar a mis hijos espirituales para que fueran fieles, incluso si yo abandonaba el grupo». En aquel entonces, no me había dado cuenta de por qué debía hacerlo, pues no pensaba abandonar la secta. Entonces lo comprendí. Por lo que he podido saber, Brian ha dejado el grupo, y no tengo información acerca de Willie y Luis.
Muchas personas que han estado en sectas partidarias de la curación por la fe tienen que enfrentarse con el fallecimiento de un hijo o un ser querido por haberse opuesto a que recibieran tratamiento médico. El remordimiento que experimentan cuando dejan el grupo no debe volverse contra sí mismo en forma de acusaciones o culpa Tienen que comprender que ellos también han sido víctimas y que hicieron lo que creían correcto en aquel momento.
Otros han tenido que enfrentarse con la ira y el resentimiento de sus hijos, que en algunos casos han sido golpeados, abandonados o sometidos a abusos sexuales, al tiempo que se les privaba de una educación y una infancia normales. Los horrores que han tenido que soportar algunos de estos niños es inimaginable. En algunos grupos, corno los Krishna, separan por sistema a los niños de sus padres y sólo les permiten verlos muy esporádicamente. La secta que lidera el yogui Bhajan algunas veces manda a los hijos de los adeptos a su escuela de la India, separando de esta manera a los niños de sus padres para que su fidelidad se desarrolle sólo hacia el grupo.
Para aquellos que han pertenecido a sectas menos destructivas, la carga emocional sobre los hijos puede dar, en última instancia, un resultado positivo. Esto lo he podido comprobar en el caso de Barbara, que me llamó el año pasado para pedirme ayuda. Me explicó que durante la mayor parte de su vida había pensado que estaba loca, y que, durante una conversación mantenida con un amigo suyo, se había dado cuenta de que el grupo al cual pertenecían sus padres desde hacía diez años, era una secta destructiva. Tenía entonces veintidós años, y había pasado gran parte de su infancia viviendo con su familia en la comuna. Ella y su hermano habían tenido que aprender que todos los sentimientos negativos eran perjudiciales. La tristeza, la ira, los celos, la vergüenza, la culpa y el miedo debían ser evitados y no había que «refocilarse en ellos». Barbara y su hermano, Carl, se sintieron muy aliviados al saber que los problemas que llevaban soportando casi toda una vida no eran síntomas de desequilibrio mental y que con una adecuada ayuda podrían superarlos.
Desde que tenían diez y doce años respectivamente, Barbara y Carl hicieron lo que se les decía y asistieron a las sesiones de adoctrinamiento, pero jamás se encontraron a gusto. Sin embargo, amaban a sus padres y trataban de hacerlos felices. Ahora eran mayores, estaban en el instituto y, tan pronto como descubrieron que el grupo era una secta, decidieron que un ex miembro y yo nos reuniéramos con ellos y los asesorásemos.
Los padres eran personas muy inteligentes y preparadas, y ambos rondaban la cincuentena. El padre ejercía la abogacía, y la madre era maestra de escuela. El hombre había sido reclutado por un viejo amigo de su época de estudiante. Como abogado que era, el padre se mostró, en un primer momento, bastante escéptico, pero, poco a poco, se fue integrando en el grupo. Él y su esposa llegaron con el tiempo a presidir las reuniones de la secta en su ciudad.
La intervención fue un éxito total y la familia está más unida que nunca. Los padres se dedican ahora a ayudar a otros adeptos de la secta a que hagan una nueva evaluación de su compromiso. Varios de ellos han abandonado ya el grupo.
Acosos y amenazas
Otro problema que afecta a algunos ex miembros consiste en acosos, amenazas, intromisiones, chantaje, e incluso asesinato, en particular si la persona decide salir a la luz pública para denunciar a la secta Dado que algunos grupos creen que todo el que abandona la secta es un enemigo, siempre existe el riesgo de ser víctima de un ataque.
Yo he sido amenazado por adeptos de diversas sectas en más de una ocasión, generalmente por carta o por teléfono, pero también personalmente cuando participo en manifestaciones, mítines, o en lugares donde denuncio las actividades de un grupo en particular. Sólo en una ocasión fui agredido físicamente, cuando un Moonie me dio un puñetazo en la cara e intentó empezar Liria reyerta. Yo le miré a los ojos y le pregunté: «¿Es así como será el Reino de los Cielos, silenciando a la oposición?». Lo demandé ante los tribunales y alegó su inocencia. El juez decretó que debía pagarme unas gafas nuevas y le advirtió severamente que se mantuviera apartado de mí. Años más tarde, cuando esta persona abandonó el grupo, se puso en contacto conmigo. Se disculpó por el incidente y me dijo que sólo había hecho lo que le habían ordenado: «Ocúpate de Steve Hassan».
Si bien la violencia contra los ex miembros es poco frecuente, el factor miedo ha impedido a muchas personas salir a la luz pública para narrar sus experiencias. No se dan cuenta de que, una vez contada su historia junto con otras muchas, sería estúpido por parte de la secta tomar represalias, porque sólo serviría para desprestigiarse todavía más. Cuando yo fundé Ex-Moon Inc, en 1979, fue en parte porque me di cuenta de que había mucha más fuerza y seguridad en el número de ex adeptos. La estrategia dio resultado.
También hay algunos grupos más grandes y más agresivos, como la Iglesia de la Cienciología, que se caracterizan por su creencia de que es mejor atacar a los críticos que defenderse de las acusaciones.1 La mencionada secta ha presentado cientos de demandas legales contra ex miembros y críticos, entre los que figuran Pauleife Cooper, autora de The Scandal of Scientology, y Gabe Gazares, ex alcalde de Clearwater, Florida. La mayoría de estas demandas se presentaron sólo con el propósito de acosar y perjudicar económicamente a sus opositores. Hasta cierto punto, su estrategia ha resultado efectiva: la mayor parte de los ex miembros de Cienciología tiene miedo de realizar cualquier acción pública contra la organización.12 Sin embargo, cuando el FBI allanó el cuartel general de la secta, se encontraron documentos que demostraban la ilegalidad de muchas de las actividades de la organización. De hecho, la esposa de Hubbard y algunos de los altos jefes fueron condenados a penas de cárcel.
Problemas en las relaciones íntimas
Los ex miembros que comienzan a vivir en el «mundo real» tarde o temprano tienen que enfrentarse al hecho de que, durante años, sus necesidades emocionales para mantener una relación íntima satisfactoria con otro individuo no fueron nunca atendidas. Por otro lado, la experiencia de que se aprovecharan de ellos mientras estaban en la secta, hace que resulte muy difícil para estas personas correr el riesgo emocional de establecer una relación íntima con otros individuos. Algunos han negado su sexualidad durante tanto tiempo que pueden tener dificultades, incluso fuera del grupo, para superar las inhibiciones que les impiden expresar su sexualidad.
Alguien que no haya vivido integrado en grupos donde permiten a las personas vivir en la sociedad normal, también suele encontrar una perspectiva nueva sobre las relaciones personales después de dejar la secta. Tal vez él o ella han mantenido una relación sexual con un «entrenador» o un líder, que les manipuló, sin respetar en absoluto sus sentimientos. Abandonar una relación semejante es difícil para cualquiera, pero el dolor y la desilusión pueden superarse. En ambos casos, lo mejor es buscar la ayuda de un terapeuta que entienda qué es el control mental.
Maneras de curarse a sí mismo
El soporte informativo y emocional que tiene más eficacia es el que proviene de los ex miembros, En 1986, desempeñé durante un año el cargo de coordinador nacional de FOCUS, un grupo un tanto disperso formado por ex adeptos que deseaban ayudarse a sí mismos y a otros como ellos. Es toda una hazaña coordinar un grupo de personas que han salido «quemadas» de sus propios grupos. Me costó todo un año, después de mi marcha de los Moonies, tomar la decisión de implicarme en un grupo. Lo hice en 1977, cuando volví al instituto y, en este caso se trataba de una organización de asesoramiento para estudiantes.
FOCUS, una organización no-lucrativa afiliada a la Asociación para el conocimiento de las sectas, se sostiene económicamente con las cuotas de 500 dólares al año que pagan los socios; esto significa que el coordinador recibe dinero para pagar parte de las facturas de teléfono, correos y nada más. Es responsabilidad de algunos miembros en diferentes ciudades organizar reuniones cada vez que pueden. Aquí en Boston, gracias a Dean Thornburg, nos reunimos en el sótano de la Marsh Chapél en el campus de la Universidad de Boston. Entre diez y veinte personas aparecen una vez al mes y, durante un par de horas, hablamos de nuestras respectivas experiencias personales, los problemas con los que nos enfrentamos y la manera de curar nuestras heridas.
Una mujer que asiste a las reuniones del grupo FOCUS en Boston se puso en contacto conmigo tras haberme escuchado en un programa de una emisora local. Deborah había pertenecido a una secta de orientación política. Por lo que pude averiguar, se trataba de un grupo de acción social que funcionaba como una secta autoritaria. Había estado con ellos aproximadamente diez años. Un día incumplió una de las reglas de la secta. Había ido a comer sola con una persona ajena al grupo. Como no quería enfrentarse con el líder pues la «reprendería» delante de todos los demás adeptos, llamó a sus padres y les pidió que le enviaran un billete de avión. Pero después tuvo miedo de volver a su hogar y acabó viviendo en las calles de Boulder durante varios meses, hasta que fue capaz de rehacerse y reintegrarse a la sociedad. Cuando me encontré con ella el año pasado, era una mujer que había triunfado en el mundo de los negocios.
A pesar de que hacía ocho años que había abandonado el grupo, jamás habla sido capaz de hablar de su experiencia en la secta hasta que comenzó a asistir a las reuniones de FOCUS. «Siento como si todo esto fuera una gran caja negra, y tengo miedo de abrirla», le explicó a las quince personas que estaban presentes un miércoles por la noche. «Sin embargo, sé que sufro secuelas. Se manifiestan en mi incapacidad para confiar plenamente en mi novio y formalizar nuestro compromiso. Debe existir una relación con lo que he vivido.»
Todos estábamos sorprendidos de la capacidad de Deborah para compartir, durante tanto tiempo, su experiencia con el control mental. Cuando comenzó a hablar del tema, aparecieron grandes lagunas. Cuanto más hablaba, más insistíamos nosotros con nuestras preguntas y estímulos a su memoria. A medida que pasaban los meses, se ponía cada vez más en contacto con lo que le había ocurrido. Durante su permanencia en el grupo había sido sometida a un grado de abuso personal y emocional de una intensidad poco frecuente.
«Estoy muy contenta por haber podido conocer y hablar con otros ex miembros», nos dijo una noche. «Resulta agradable ver a otras personas inteligentes y con talento que han pasado por algo parecido a lo que yo he pasado. Nunca había podido hablar con nadie acerca del grupo sin que me tomaran por loca o enferma.»
Es evidente que formar parte de un grupo de apoyo puede enseñarle a la gente cómo funciona el control mental en las diferentes organizaciones. También permite a los que todavía buscan la forma de solucionar estos problemas, mantener la esperanza de que serán capaces de poder disfrutar de la vida y convertirse en personas felices y productivas. Para la mayoría de las personas que abandonan una secta destructiva, el primer paso es buscar la forma de enfrentarse a la experiencia con el grupo. Entonces, si hay otros puntos o problemas que existían antes de entrar en la secta, también pueden aprovechar la oportunidad para resolverlos.
Cuando busque un grupo de soporte en la zona donde reside, lo mejor es ponerse en contacto con el coordinador de FOCUS para saber la ayuda local existente. En caso de que no haya un grupo FOCUS en su ciudad, inícielo usted mismo. Además, tal vez pueda encontrar un centro de terapia de grupo en la zona, o un grupo en el que le agradaría participar. Si éste es el caso, le recomendaría que aplique a este grupo las mismas preguntas sugeridas para todos los grupos, y que se detallan en el capitulo 6. Sea un consumidor exigente, sobre todo cuando tenga que evaluar al líder del grupo. Durante el primer año de abandono del grupo, la mayoría de ex miembros toman conciencia de que los problemas que tenían antes de ingresar en la secta no han sido resueltos con su afiliación a ella.
Esto puede resultar muy desalentador, porque precisamente la ilusión de convertirse en una persona más sana mentalmente fue uno de los factores que influyeron para continuar dentro del grupo, a veces durante muchos años.
Por lo general, a los que han sido miembros durante años comprender este punto les resulta difícil, Imaginese lo que es entrar en una secta a los 18 años y abandonarla cuando ya se tienen 30. El individuo se ha visto privado de muchísimos años de experiencia en la vida. La década de los 20 a los 30 años, que es la etapa típica para el autoconocimiento y la experimentación, así como para la educación, el desarrollo de la capacidad trabajadora y para el establecimiento de relaciones, se ha perdido.
Algunos de estos ex miembros veteranos comparan su experiencia con las de los prisioneros de guerra que volvieron a casa al acabar las hostilidades en Vietnam. De hecho, el síndrome del estrés postraumático parece aplicarse perfectamente bien a algunos de estos ex miembros. Cuando regresan a casa tienen que ponerse al día de muchísimas cosas. Una persona a la que atendí no había oído hablar jamás del escándalo Watergate, no sabía quien era james Taylor, y ni siquiera tenía conocimiento que habíamos llegado a la Luna y caminado sobre su superficie.
Cronológicamente, la persona tiene 30 años. Psicológicamente, todavía se siente en los 18. Sus amigos de la escuela ya tienen buenos empleos; muchos se han casado, algunos tienen hijos; otros se han comprado su casa y tienen uno o dos automóviles. A los 30, todavía es un inexperto en materia de mujeres y ha estado fuera de contacto con los hechos actuales y con lo que ocurrió en el mundo durante más de diez años. En una fiesta, no tiene mucho de qué hablar, a menos que hable de su vida en la secta, lo que puede aumentar todavía más la sensación de estar metido en una pecera.
Esta persona a menudo siente una aguda sensación de tener que recuperar el tiempo perdido. Esta presión puede ser muy estresante. La realidad es que esta persona ha estado apartada del cuerpo social durante doce años. Debe aprender a que debe tomarse su tiempo para curarse, madurar y desarrollarse. Tiene que reconocer que él tiene su propio camino, su propio tiempo, y que se debe ocupar de sus necesidades y aprender a no compararse con las otras personas.
El padre de un ex adepto supo resumir de modo muy sensato la situación de los ex miembros cuando dijo: «Si a alguien le atropella un camión, se da por supuesto que necesitará tiempo para recuperarse. Nadie espera que, al cabo de una semana, esté en pie y en condiciones de salir y conseguir un empleo».
Cada una de las personas que ha estado en una secta es diferente y tiene sus propias necesidades. Algunas son capaces de adaptarse más deprisa. Otras, que están mucho más traumatizadas, necesitan más tiempo. En el caso de este padre, su hija vivió en el hogar durante el primer año y medio después de dejar la secta. Él no la presionó para que se mudara de casa o saliera a buscar un empleo. Reconocía que ella estaba haciendo todo lo que podía.
Los ex miembros necesitan aprender a confiar de nuevo en sí mismos. Se tienen que convertir en el mejor amigo de sí mismos, como también en su propio terapeuta. Tienen que comprender que no escogieron que se les mintiera y que se abusara de ellos. La culpa no es de ellos. Con el tiempo, a medida que aprenden a confiar en sí mismos y en su propia sabiduría e instintos, se darán cuenta de que pueden volver a confiar en otras personas. Tienen que aprender que no todos los grupos son el demonio en persona. De hecho, la parte positiva de estar integrado en un grupo sano, ya sea religioso, ya social o político, es que uno puede ejercer el control sobre su participación. Usted no tiene por qué permanecer ni un solo minuto más si no le apetece. No tiene por qué callar y culparse a sí mismo cuando no comprende lo que se dice o se hace Puede formular todas las preguntas que quiera. No sólo es lo correcto ¡es también su derecho constitucional!
Aprender la manera de ponerse en contacto con sus emociones y canalizarías de forma eficaz es otro proceso de importancia para los ex adeptos. A menudo, cuando la persona acaba de abandonar la secta, muchas de sus emociones continúan reprimidas. Pero a medida que la persona se ajusta, comienza a sentir vergüenza y desconcierto, después ira e indignación. La persona pasa del «¿Qué anda mal en mí?» a «¡Como se han atrevido a hacerme esto!».
En un momento dado, la persona tal vez comience una búsqueda desesperada para averiguar todo lo que pueda sobre la secta y obtener, de esta manera, todas las respuestas a las preguntas que se plantea. Este un paso muy positivo desde el punto de vista terapéutico. A menudo, la cuestión prioritaria para la persona que acaba de abandonar el grupo consiste en ayudar a rescatar a los amigos que todavía continúan en la secta. Para los adeptos, lo más lamentable de su abandono es perder el contacto con las personas que han llegado conocer y a estimar dentro del grupo. Les resulta muy difícil aceptar, cuando se dan cuenta de ello, que las amistades que consideraban tan firmes estaban condicionadas por su permanencia en el grupo. Un ex miembro puede darse cuenta enseguida de la fortaleza de los lazos del control mental cuando su mejor amigo dentro del grupo se niega a reunirse con él a menos que esté en compañía de otro adepto.
Con el tiempo, cuando todas las preguntas han sido respondidas y todos los problemas vinculados a la secta están resueltos, el ex miembro alcanza un punto de saturación. Ha llegado el momento en que afirma: «¡No van a disponer de lo que me queda de vida!» y comienza a trazar planes para el futuro,
Algunas veces, quedan temas que necesitan de un tratamiento individual ,un poco más extenso. Sarah, que había pertenecido durante diez años a la Iglesia Universal y Triunfante, había sufrido una desprogramación forzosa hacía ya más de cinco años, pero todavía tenía problemas relacionados con la secta. Acepté atenderla durante diez sesiones. La primera tarea que le encomendé fue que escribiera toda su experiencia con el grupo. Esto es algo que recomiendo a todos los ex miembros como un ejercicio destinado a conseguir una perspectiva completa de la experiencia. No había ninguna duda de que era algo que Sarah debía hacer para recuperarse a sí misma
Le sugerí que, al haber estado tanto tiempo comprometida con la secta, le seria más fácil comenzar la tarea si contaba con un esquema. Le dije que cogiera diez carpetas y que las numerara desde 1973 hasta 1983 y que, en cada una de ellas, pusiera doce hojas de papel y las marcara de enero a diciembre. Con este punto de partida, debía comenzar a escribir todo lo que pudiera recordar y tuviera un significado para ella, positivo o negativo. Le aconsejé que no se preocupara si quedaban muchas lagunas; con el tiempo se irían llenando todas.
Para ayudarla a recordar, le sugerí que pensara en los lugares donde habla vivido o que había visitado. Por ejemplo, durante su permanencia en la secta había vivido en varios estados, y había ido de visita a su casa unas cuantas veces. También le pedí que pensara en sus mejores amigos y en las personas que habían sido importantes para ella. Por último debía recordar todos aquellas actividades y sucesos que fueran significativos.
Paso a paso, fue capaz de dejar registrada toda su experiencia, cómo había sido reclutada y las cosas que le gustaban o desagradaban. Pudo señalar sus altibajos como miembro y descubrir los muchos momentos en los que se había sentido muy desgraciada y desilusionada, incapaz de encontrar una salida. Hubo un momento en que había ido a casa de sus padres y les había explicado su situación. La habían llevado a un psicólogo que, por desgracia, no fue capaz de ver que sus problemas estaban relacionados con la secta. Después de pasar dos meses en casa, Sarah volvió al grupo.
El hecho de escribir toda la historia permitió a Sarah analizar la experiencia y conseguir una nueva perspectiva sobre la misma. Ya no tenía que cargar con los sentimientos contradictorios que se mezclaban en su mente. Ahora todo estaba sobre el papel.
Corno parte de su terapia, le expliqué que la persona cuya historia aparecía en las diez carpetas ya no existía. Debía pensar que aquella persona era una Sarah más joven, alguien que había hecho todo lo mejor que había podido. En la época que fue reclutada, no sabia nada sobre las sectas o el control mental. En caso contrario, con toda seguridad jamás se hubiera comprometido.
Hice que se imaginara como una viajera en el tiempo y le pedí que volviera al pasado. Debía enseñar a la joven Sarah lo que era el control mental para poder evitar a los reclutadores de la secta. Le dije que imaginara lo diferente que hubiera sido su vida de no haber estado jamás integrada en el grupo. Esto le permitió comprender que, de haber dispuesto de una mayor información, hubiera podido tener más opciones y evitado el peligro. Más adelante, este ejercicio fue de gran importancia para su terapia.
También le pedí que volviera a experimentar, una por una, las experiencias traumáticas que había sufrido en la secta. Esta vez, en cambio, pudo modificar sus respuestas. Puso de vuelta y media a uno de los líderes delante de los demás miembros, y abandonó el grupo furiosa. A pesar de que ella sabía que sólo se trataba de un ejercicio, le brindó una oportunidad para canalizar sus emociones de forma constructiva y reclamar su dignidad y su poder personal.
Al ponerse en pie y decirle al líder de la secta que se callara, podía abandonar el grupo por su propios medios y evitar el trauma de la desprogramación forzosa. Sarah sabía que, en la realidad, sus padres necesitaban rescatarla. Sin embargo, a través de este procesó, fue capaz de recuperar el control personal sobre la experiencia. Esto era de una importancia vital para que Sarah pudiera seguir adelante con su vida.
Como todas las personas que están en su misma situación, ella necesitaba tomar todas las cosas que habla aprendido y a todas las personas que había conocido y llegado a apreciar, e integrarlas en su nuevo sentido de identidad. El integrar lo viejo en lo nuevo otorga a los ex miembros mucha fortaleza. Son supervivientes. Han sufrido abusos y vejaciones y, a través de la información y la reflexión, son capaces de superar la adversidad.
Al igual que todos los ex adeptos a los que he atendido, Sarah sufría una falta de confianza en sí misma y en los demás y el miedo a comprometerse en una relación personal o un empleo. Al ayudarla a analizar la experiencia vivida en la secta, pude demostrarle que poseía muchos más recursos que la joven Sarah, y que ya no era la misma persona qué había sido engañada y adoctrinada por una secta. Ahora es mayor, es más lista y más sabia. Sabe que en un nivel personal muy íntimo, es capaz de reconocer y evitar cualquier situación en la cual puedan manipularía o utilizarla. Puede tener absoluta confianza en sí misma, y si necesita ayuda, está en condiciones de saber dónde buscarla. Además, no tiene por que sentir miedo ante los compromisos. Ella ya sabe cómo formular preguntas y seguir preguntando hasta quedar satisfecha, y sabe también desconfiar de cualquier trabajo o relación donde tenga que hacer algo que viola sus valores o su ética.
Al igual que cualquier otra persona que haya sufrido abusos o molestias, los ex adeptos necesitan aprender paso a paso a rehacer la confianza en si mismos y en los demás. A su debido tiempo aprenderán a correr pequeños riesgos y a explorar el terreno, No tienen ningún motivo para ir más de prisa si no les apetece.
Centros para ex miembros de sectas
Las personas que necesitan una atención intensiva y a corto plazo disponen en la actualidad de tres centros en Estados Unidos, La integración en cualquiera de ellos es completamente voluntaria y la duración del tratamiento es, por lo general, de dos a cuatro semanas. El más grande y antiguo es el centro llamado Unbound, en Iowa City, Iowá, Fue fundado hace siete años y está dirigido por Kevin Crawíey y Diana Paulina. Tiene su sede en una casa dotada con una excelente biblioteca, vídeos y grabaciones magnetofónicas, y cuenta con una plantilla de ex adeptos que se en cargan del asesoramiento.
El Retreat, dirigido por Paul y Barbára Martin, es una granja privada en Ohio que ha sido transformada en un centro de rehabilitación. Paul es licenciado en psicología y ex miembro de la Great Commission International (Gran Comisión Internacional), una secta bíblica a la que perteneció durante ocho años.Pese a ser un centro relativamente nuevo, su biblioteca está muy bien dotada.
La Cook Home Inc., que está en Enid, Oklahoma, pertenece a Betty y jack Cook, y también posee una gran biblioteca. Los Cook rescataron a su hija Shery de El Camino Internacional hace ya varios años, y, desde entonces, se han dedicado a ayudar a otros ex miembros. Betty tiene el grado de master como asesora.
Todos estos centros se financian de forma privada. Las tarifas pueden ser de miles de dólares, pero varían según las necesidades de cada uno. Al considerar estos costes, es importante tener en cuenta que, para algunas personas, la oportunidad de tener un lugar adonde ir durante unas cuantas semanas para recibir apoyo y asesoramiento, no tiene precio. Está muy claro que se necesita ayuda económica para permitir que un número cada vez mayor de ex miembros pueda tener acceso a los mismos. Además, es importante que se creen nuevos centros en otras partes del mundo.
Cuando se trabaja con ex miembros de sectas resulta fundamental buscar un enfoque constructivo. Recuerde siempre que las personas que han abandonado una secta necesitan llevar consigo todas las experiencias positivas como los viajes, la experiencia en ventas, idiomas, autodisciplina, oratoria, etc., e integrarlas en su nueva vida. Al hacerlo se convierten en personas fuertes, tal vez más fuertes que la mayoría. Han pasado por una experiencia poco frecuente que, con un sentido sano de la perspectiva, les servirá para apreciar mucho más la libertad. Los ex miembros de las sectas destructivas son supervivientes. Deben aprender a reconocer su propia fuerza y poder. Si han sido capaces de superar la experiencia de la secta, entonces ya pueden hacer frente a todo lo que les depare la vida.
CAPITULO 11
El siguiente paso
El uso en contra de todo principio ético del control mental ha llegado, en mi opinión, a un punto en el que se ha convertido en un importante problema social, no sólo en Estados Unidos sino también en otros muchos países del mundo. Algunas sectas destructivas han conseguido una considerable influencia política, como lo hemos demostrado en el caso de la Iglesia de la Unificación.1 Otras prefieren ejercer su influencia sobre la sociedad mediante el «entrenamiento» de empresarios que ocupen posiciones claves en empresas de nuestro país. Las sectas también están ganando terreno entre los nuevos inmigrantes asiáticos e hispánicos que llegan a los Estados Unidos, lo que indica que han ampliado su base de reclutamiento que, tradicionalmente, se centraba en la clase media blanca. Pero el hecho más destacable es que algunas sectas han perfeccionado en tal forma sus campañas de relaciones públicas, que han conseguido un alto grado de aceptación social, incluso entre los profesionales más prominentes. Cada vez que profesionales de sólido prestigio asisten a conferencias patrocinadas por las sectas (destinadas a científicos; abogados, políticos, clérigos y académicos) les están otorgando un aire de legitimidad A pesar de. que estas personas no saben o no les importa la vinculación que las sectas tengan en tales actos, su simple presencia en dichos actos puede ser interpretado como una aprobación indirecta a las actividades de las mismas.
Mi preocupación por las sectas es muy específica. Sus actividades, si permanecen incontroladas, continuarán produciendo graves daños psicológicos, y algunas veces hasta físicos, a muchos miles (si no son ya millones) de personas que no tienen la menor idea de lo que es la utilización antiética del control mental. A menos que se adopten acciones legislativas para que las sectas destructivas sean responsables ante la sociedad por las violaciones de los derechos de sus miembros, estos grupos continuarán engañando a la opinión pública, haciéndole creer que no hacen nada fuera de lo común.
Desde un punto de vista práctico, es comprensible que todos nosotros nos mostremos reacios a aceptar algo nuevo como motivo de seria preocupación. Cada día, cuando leemos el periódico o miramos los informativos de la televisión, se nos recuerda la amenaza de la guerra nuclear, la continua destrucción de los recursos naturales del planeta, la hambruna en África, el aumento de la corrupción política, el SIDA y otros problemas. ¿Por qué añadir otra preocupación más a la lista?
A pesar de que cientos de historias sobre las sectas se han publicado o emitido en los medios de comunicación a lo largo de los últimos años, muy pocos se han ocupado directamente del tema del control mental. Los artículos tienden más al enfoque «religioso» del problema en vez de considerar el problema de las personas sometidas al control mental. Además, desde que la masacre de Jonestown dejó de ser noticia de primera página, el público en general puede pensar que hay menos sectas, porque la prensa ya no se ocupa tanto de ellas. Soy el primero en admitir que no se han realizado encuestas a nivel nacional para obtener un baremo de la actitud del público frente a las sectas; son muy caras, y la Asociación para el conocimiento de las sectas tiene que hacer malabarismos para encontrar el dinero suficiente y poder seguir adelante. Sin embargo, muchas de las personas con las cuales he hablado sobre el tema de las sectas destructivas, han expresado su sorpresa cuando se enteran de que estos grupos constituyen, aún hoy en día, un grave problema para la sociedad. Creo que mucha gente da por supuesto que las actividades de reclutamiento de las sectas atrajeron a muchos «jóvenes confusos» en las décadas de los 60 y los 70, y que luego desaparecieron cuando la contracultura fue absorbida por la sociedad.
Esta concepción de las sectas como una «fase pasajera» no es casual. Muchas sectas han ejercido su influencia en momentos y puntos muy cruciales en los últimos años, con el fin de evitar la atención del público en sus asuntos. Permítanme que les ofrezca algunos ejemplos.
Las sectas y el gobierno de Estados Unidos
La reacción del público ante lo que se designó como «la masacre de Jonestown» fue de horror e incredulidad, y de una creciente preocupación por la influencia de las sectas destructivas. Después, el asesinato de un congresista norteamericano perpetrado por unos adeptos, sirvió para demostrar que en las sectas había personas que no se detenían ante nada para evitar que alguien, en particular alguien que tuviera la autoridad legítima para hacerlo, les desenmascarase ante la opinión pública.
Me sentí profundamente apenado al conocer la noticia del asesinato del congresista Ryan. Leo Ryan era un hombre muy versado y, al mismo tiempo, preocupado por el tema de las sectas destructivas, ya que había sido uno de los miembros más activos del subcomité del Congreso encargado de investigar las relaciones coreano-americanas, presidido por el congresista Donald Fraser. Hecho público el 31 de octubre, tan sólo unas pocas semanas antes del suicidio masivo en Jonestwon, el informe Fraser (como se le conoce) recomendaba que una comisión formada por las distintas agencias gubernamentales se encargara de investigar la presuntas actividades ilegales de la organización Moon.
Se hizo caso omiso de esta recomendación.
Desde luego, algunas personas llegaron a pensar que se estaba haciendo algo con respecto al problema de las sectas al ver el revuelo que se organizó en el Capitolio. Se llevó a cabo una investigación sobre los hechos de Jonestwon, y en 1979, el comité de Asuntos Exteriores del Senado hizo público su informe sobre la masacre en el Templo de la Gente. En el mismo, se describían con todo detalle las tácticas de lavado de cerebro utilizadas por Jim Jones. Se recomendaba la fundación del Instituto Nacional de Salud Mental para continuar las investigaciones sobre el control mental y las sectas destructivas.
Tampoco entonces se hizo caso de la recomendación parlamentaria.
Sin embargo, el senador Bob Dole consiguió que se celebrase una audiencia pública sobre las sectas después del episodio de Jonestwon y me invitaron a participar. Pero cuando llegó la mañana de la audiencia, me informaron por sorpresa que no se les permitiría a los ex miembros hacer uso de la palabra. La explicación dada fue que deseaban evitar que los adeptos dispusieran de igual tiempo que nosotros para pronunciar sus parlamentos. No obstante, cuando entramos en la sala, había personas que llevaban carteles que rezaban: «Votad a Bob Dole para presidente. Rechazad la Primera Enmienda». A pesar de que se había prohibido el uso de la palabra a los ex miembros, el comité autorizó a Neil Salonen, portavoz de los Moonies, a que leyera una declaración. En aquel momento comencé a descubrir el peso político de las sectas.
Algo andaba muy mal. No se habla hecho nada sobre la investigación referente al Templo de la Gente.
No obstante, importantes estudios en otras áreas comenzaron a proyectar una nueva luz sobre los problemas del uso antiético del control mental.
En 1979, fue publicado el libro The Search for Manchurian Candidate de John Marks. En esta obra, que fue promocionada a nivel nacional, el autor detallaba las investigaciones hechas por la CIA sobre el control mental durante los años 50 y principios de los 60. Clasificada con el nombre de código MK-ULTRA, dicha investigación incluía experimentos con LSD, hipnosis y terapia de electroshock. Unos meses después, la cadena de televisión ABC ofreció un programa especial dedicado a dicho libro. Entre los entrevistados figuraba el que había sido el principal psicólogo de la CIA, John Gittinger. Este admitió que se habían realizado pruebas de control mental en determinado tiempo, pero que la hipnosis, uno de los puntos principales de la investigación, había sido descartada por «las dificultades que entrañaba su utilización práctica». Sidney Gottlieb, otro miembro de la CIA que había participado en el proyecto, dijo que todas las investigaciones fueron abandonadas en 1963. Él se había retirado en 1973 y había destruido sus archivos.
Yo sé que las técnicas de control mental existen en la realidad. He vivido en un entorno de control mental y he consultado a grandes expertos en el tema, como Robert Jay Lifton. Sé que ningún psicólogo que se respete puede negar que no haya algo «útil» en las investigaciones sobre el control mental. Las declaraciones de Gittinger y Gottlieb me obligaron a enfrentarme con muchísimas preguntas a las que había que dar respuesta.
¿Por qué el gobierno federal no ha informado a los ciudadanos de Estados Unidos acerca de los peligros del control mental? ¿Por qué siempre se incluye este tema en las discusiones referentes a la libertad religiosa y la Primera Enmienda? Tenía que existir una razón. Según John Mark, algunas de las investigaciones del gobierno sobre el control mental tuvieron como resultado el abuso de las personas que sirvieron como sujetos de prueba. No cabe duda que admitir la responsabilidad gubernamental en tales casos, no sólo seria embarazoso sino también costoso.
Tal vez existen razones políticas por las que el gobierno no quiere admitir que tiene conocimiento de las técnicas de control mental. No obstante, cualesquiera que sean las razones, no cabe duda de que los ciudadanos norteamericanos han estado gastando millones de dólares durante varias décadas en la investigación del control mental.
Mi objetivo no es protestar contra las investigaciones sobre el control mental. Como profesional de la salud mental, estoy de todo corazón en favor de las investigaciones realizadas de un modo ético y que aumenten los conocimientos acerca de nosotros mismos y el funcionamiento de la mente. Tampoco me opongo, como es lógico, a que ciertas informaciones sean clasificadas como materia reservada por razones de seguridad nacional. Sin embargo, si es cierto que el gobierno ha realizado investigaciones sobre el control mental, entonces tiene la obligación de informar al público norteamericano de que el control mental existe. En estos momentos, no hay ley alguna que reconozca la existencia del control mental, y muchos menos que prohiba el uso antiético del mismo por parte de algunos grupos como la Iglesia de la Unificación.3 Ante la falta del reconocimiento gubernamental de que el control mental existe y que el uso antiético del mismo está mal, nos encontramos con que el silencio del gobierno condona, de forma indirecta, la práctica del control mental antiético en el resto de la sociedad. Desde el punto de vista práctico, basta con echar una ojeada a nuestro alrededor para ver los efectos del silencio oficial y de la falta de medidas concretas: las sectas que utilizan el control mental proliferan a un ritmo sin precedentes.
Los principios de libertad y democracia en Estados Unidos exigen que la realidad del control mental sea expuesta a la luz pública.
Las sectas destructivas y la salud mental
Mientras que los avances contra las sectas destructivas en el terreno político son terriblemente lentos, no ocurre lo mismo dentro de la comunidad de los profesionales de la salud mental, donde se han producido algunos acontecimientos muy favorables. Entre éstos, hay que señalar que en el libro de diagnósticos utilizado por los psicólogos, el DSM-lll,4 se incluye ahora un apartado que hace mención a las víctimas de las sectas.
Este apartado recibe el nombre de «Desorden Disociativo Atípico 300.15». En una parte de su definición acerca de los efectos patológicos del control mental, dice: «Entre los ejemplos se incluyen estados de trance, la pérdida de la realidad no acompañada de despersonalización, y aquellos estados disociativos más prolongados que pueden presentarse en personas que han sido sometidas a largos períodos de continua e intensa persuación coercitiva (lavados de cerebro, modificación del pensamiento y adoctrinamiento mientras han sido prisioneras de terroristas o sectas)».
Sin embargo, todavía existe la necesidad de que un mayor número de profesionales de la salud mental estén preparados para diagnosticar y ayudar a las personas que han sido víctimas del control. Por desgracia, existen también varios «investigadores» que, al parecer, cuentan con abundantes fondos y están librando una guerra silenciosa para tratar de desacreditar las preocupaciones acerca del control mental y las sectas. No se puede hacer otra cosa que poner en duda la validez de cualquier investigación que se base, única y exclusivamente, en la cooperación de los líderes de las sectas para la obtención y análisis de los datos. Cuando yo estaba con los Moonies, nos preocupábamos mucho de informar a tales académicos de lo que a nosotros nos interesaba y demostrarles lo que nosotros queríamos que vieran.
Si estas investigaciones son de poca fiabilidad en sus resultados, no ocurre lo mismo con otras hechas sobre los problemas asociados con las técnicas de control mental. El Dr. Flavil Yeakley, un psicólogo de reconocido prestigio que pertenece a la Abilene Christian University, ha hecho extensas investigaciones sobre los perfiles psicológicos de los adeptos de las sectas.5 El Dr. Yeakley repartió el Meyers-Briggs Type Indicator (MBTI), un cuestionario para determinar el perfil de personalidad, entre centenares de miembros de diferentes grupos religiosos y sectas. Pidió a los miembros que respondieran al cuestionario desde tres perspectivas diferentes. La primera vez, se les pidió que contestaran las preguntas desde la perspectiva de la situación que vivían en el presente. En la segunda, tenían que contestar desde la perspectiva que tenían antes de ingresar en el grupo. Por último, el Dr. Yeakley solicitaba que los sujetos de la prueba respondieran a las preguntas como lo harían al cabo de cinco años.
Las encuestas fueron distribuidas entre miembros de la Iglesia de Cristo de Boston, la Iglesia de la Cienciología, los Hare Krishna, Maranatha, los Niños de Dios, los Moonies y El Camino Internacional. Los resultados demostraron un alto nivel de cambios con respecto a ciertos tipos de personalidad estándar, tal como los definía el test. En otras palabras, había individuos en determinadas sectas que, al parecer, tendían a tener el mismo tipo de personalidad, independientemente de la personalidad original que los llevó a unirse al grupo. Considero que los resultados de esta encuesta sustentan en parte mi teoría de que las sectas confieren unas nuevas personalidades a sus miembros (él las denomina «clónicas») suprimiendo sus identidades originales. En una carta que me envió el Dr. Yeakley manifestaba lo siguiente:
«En la Iglesia de Cristo de Boston y en tres de las sectas, el cambio era hacia el tipo de personalidad ESEC (extrovertido, sensitivo, emotivo, crítico). Dos de las sectas cambiaban hacia el ESRC (extrovertido, sensitivo, reflexivo, crítico) y una tendía al EIRC (extrovertido, intuitivo, reflexivo, crítico). No hay nada malo en ninguno de estos tres tipos. El problema reside en la presión a convertirse en alguno de estos tipos. Lo negativo es el cambio y no el tipo hacia el que tiende el cambio.»
Para comparar, se entregó el mismo cuestionario a miembros de las Iglesias bautista, católica, luterana, metodista y presbiteriana y a las «principales» Iglesias de Cristo. El resultado aquí fue que no había cambio significativos en los tipos psicológicos con el transcurso del tiempo. En otra palabra, no había nada que indicara la existencia de presiones de ninguna clase para adoptar un determinado tipo de personalidad. Los tipos de personalidad básicos permanecían intactos.
Estudio y aplicación de las investigaciones sobre el control mental
Resulta evidente que es necesario hacer muchas más investigaciones de este tipo y se espera que no se tarde mucho en realizarlas. Destacados profesionales de la salud mental, expertos en el control mental practicado por las sectas, como la Dra. Margaret Singer (U. de Berkeley), el Dr. Louis Jolyon West (Instituto Neuropsiquiátrico de la UCLA), el Dr. John Clark (Escuela de Medicina de Harvard) y el Dr. Michael Langone (de la American Family Foundation) están cerrando filas con otros muchos estudiosos para formar una sociedad de investigación que estudie el impacto social de la persuasión coercitiva.
La utilización dé la tecnología del control mental no es mala en sí misma. Como cualquier otra tecnología, puede utilizarse para bien o para mal. Puede ser empleada para fortalecer a las personas o para esclavizarías.
Hay millones de norteamericanos que sufren de graves depresiones que les roban fortaleza y les impiden disfrutar de una vida sana y feliz. No es tomar una postura orwelliana pensar en una aplicación positiva de las técnicas de control mental si la persona escoge libremente utilizarlas y si la persona las pone en práctica en sí misma, para conseguir la libertad de imaginar y crear un futuro mejor. Esto es muy diferente a que la persona pierda su poder de decisión a manos de otro individuo.
Hasta cierto punto, las sectas destructivas están realizando experimentos inadmisibles de psicología social. Sus prácticas no se pueden tolerar, ya que las normas éticas de investigación no aceptarían jamás tales comportamientos. Sin embargo, se puede aprender mucho estudiando a las personas que han sido sometidas a experiencias de control mental. Estoy convencido de que se pueden conseguir grandes beneficios en las investigaciones que se realicen en este campo. Creo, por ejemplo, que las técnicas de control mental pueden utilizarse éticamente para ayudar a las personas qué cumplen condenas. Es evidente que se impone una reforma masiva de nuestro sistema penal. Hay que enseñar a los penados formas más efectivas para romper sus ciclos negativos de baja autoestima y comportamiento delictivo. Tal vez podrían instituirse modelos nuevos para su rehabilitación.
Además, las personas que saben cómo funciona el control mental, tendrán una considerable ventaja sobre las que no saben de qué se trata. Para las personas de principios, su conocimiento del control mental se reservará exclusivamente a sus aplicaciones éticas. Por otro lado, pueden aprovechar sus conocimientos para protegerse a sí mismas de aquellos que hacen un uso antiético de control mental.
Asimismo, la moralidad y la sabiduría requieren una actitud mesurada al utilizar cualquier medio que pueda alterar la mente humana. Debemos alentar la esperanza de que todos estos temas serán debatidos en profundidad y se adoptarán las medidas pertinentes para prevenir todo tipo de abuso en la aplicación de estas técnicas.
Estas consideraciones sólo representan el principio de un enfoque que tiende a la comprensión social del problema. Se tiene que hacer mucho más para preparar a los profesionales de la salud mental, de forma que puedan ayudar a las personas que todavía están sufriendo las secuelas del control mental que ejercen las sectas.
Las sectas y la ley
Otro punto que merece nuestra atención es la ley. Las leyes actuales no reconocen la existencia del control mental a menos que se utilice la fuerza o las amenazas. No hay leyes que se ocupen de las inducciones hipnóticas encubiertas o la utilización en secreto de técnicas de control mental con fines poco escrupulosos.
De hecho, la ley tiende más a proteger a las sectas destructivas que a los intereses de sus víctimas. Ningún grupo debería violar los derechos civiles de sus miembros, pero las personas se ven privadas de. su libertad y del derecho a disfrutar de sus vidas cuando ingresan en una secta destructiva. Muchísimos miembros no pueden leer lo que les apetece, hablar libremente, elegir sus empleos, y en algunos casos ni siquiera pueden escoger la persona con la que contraerán matrimonio.
El enorme poder económico de las sectas les ha permitido contratar los servicios de los mejores abogados y presentar demandas judiciales (que no ganarán pero que sirven para causar perjuicios al demandado) contra los críticos y ex miembros. Incluso algunos de los líderes de la American Civil Liberties Union (Unión Americana para las libertades civiles) se han alineado históricamente con las sectas, invocando la Primera Enmienda e ignorando las investigaciones sobre el control mental. Que yo sepa, cualquier intento de legislación contra el reclutamiento fraudulento y el empleo de tácticas ilegales para recoger fondos ha sido rechazado.
Si no se han aprobado leyes en contra de las actividades de las sectas que violan los derechos individuales, ha sido en parte debido a la manera en que estos grupos han sabido refugiarse tras el escudo de la garantía constitucional de la libertad religiosa. En Estados Unidos, el derecho de las personas a creer en lo que quieran es absoluto, y así es cómo debe ser. Lo que no es absoluto es el derecho del grupo para hacer lo que le venga en gana. Por ejemplo, una secta puede creer que es un acto sagrado la manipulación de víboras venenosas, pero la ley prohibe los rituales con ofidios venenosos porque muchísimas personas han muerto debido a las picaduras. Los abogados de las sectas hacen todo lo posible por ignorar esta diferencia e intentan convertir los temas legales en cuestiones de creencia y no de comportamiento.
El reclutamiento y la «conversión» son dos puntos especialmente difíciles de analizar. ¿El grupo tiene, en realidad, derecho a engañar a un converso en potencia porque de saber la verdad no ingresaría a la secta? De la misma manera, ¿tiene el grupo derecho a manipular los pensamientos, sentimientos y el entorno de la persona con el fin de conseguir su «conversión»? Y, si éste es el caso, ¿hay que definir los límites entre la manipulación legal y la ilegal?
Durante mucho tiempo, ha sido científicamente imposible determinar si una persona está sometida al control mental. Cualquier evaluación tenía que ser subjetiva. Pero, a medida que transcurren los años, la ciencia avanza en la búsqueda de una prueba concreta que confirme la existencia de una disfunción mensurable. Estoy convencido de que antes de que acabe el siglo, podremos determinar que las ondas cerebrales del individuo sufren un cambio como resultado de los procesos del control mental. Ahora mismo, algunos de los aparatos susceptibles de determinar los efectos del control mental, están siendo utilizados para confirmar los diagnósticos de personas que se cree sufren desórdenes de personalidad múltiple. Estos individuos presentan ondas cerebrales diferentes según sus distintas personalidades. Cualquier intento por parte del sujeto de simular una personalidad «normal» se detecta con toda facilidad. Creo que es sólo cuestión de tiempo el que las investigaciones puedan demostrar ante un tribunal que la capacidad de funcionamiento de un individuo puede ser disminuida por medio del control mental.
Mientras tanto, también se han dado algunos pasos positivos en el campo de la ley. Ex miembros de diferentes sectas han comenzado a presentar demandas. Acusar a los grupos de fraude, negligencia, servidumbre involuntaria y acoso. También reclaman por la vía judicial los salarios perdidos, el dinero y las propiedades entregadas al grupo, y los daños psicológicos causados por los programas de la secta. En la actualidad, 550 ex miembros de Cienciología tienen presentada una reclamación de mil millones de dólares contra la secta.,6 Muchos de los asociados a TM-Ex, un grupo de información y apoyo para ex adeptos de la Meditación Trascendental, han presentado demandas contra la secta.7 También se han entablado demandas contra Werner Erhard y su grupo «Forum»,8 John Hanley y su Manantial de vida9 y otras muchas grandes organizaciones.
El Daily Mail de Londres fue acusado de difamación por los Moonies tras la publicación de dos artículos sobre el grupo en 1983. En el juicio por difamación más largo de la historia británica, el tribunal dictaminó que los Moonies practicaban «el lavado de cerebro a sus miembros y trataban de mantenerles apartados de sus familias». Los Moonies perdieron el juicio y tuvieron que pagar 2 millones de libras esterlinas en costas.10
En Inglaterra, las leyes de libelo estipulaban que el que pierde el juicio debe pagar las costas de las dos partes. En este caso, los gastos legales del Daily Mail fueron abonados por los Moonies. Yo creo que este sistema debería adoptarse en Estados Unidos. El efecto inmediato seria la reducción de las demandas infundadas que presentan las sectas, al tiempo que se fortalecería la libertad de prensa.
Yo he sido testigo del miedo que sienten los medios de comunicación ante las sectas. A principios de 1988, el editor de una conocida revista me vio en un programa de televisión y me pidió que escribiera la reseña crítica del libro L. Ron Hubbard: Messiah or Madman? (L. Ron Hubbard: ¿Mesías o loco?"), escrito por Bent Corydon, que había sido durante veintidós años miembro de Cienciologia. Como sólo hacía una semana que acababa de leerlo, acepté encantado. Sin embargo, la reseña no llegó a publicarse. A pesar de que todo lo que se decía en ella era verdad, el editor me informó de que tenían miedo de que la Iglesia de la Cienciología les demandase. Dijo que lamentaban mucho no poder publicarla, pero que los intereses económicos de la empresa podían resultar perjudicados si lo hacían.
Tampoco se puede dudar de que si la economía norteamericana continúa tambaleándose, irá en aumento el número de empresas en propiedad de las sectas y que los empleados tendrán que asistir a todos los «talleres de trabajo» y «seminarios» patrocinados por esas empresas. (Ahora mismo, los ejecutivos asisten en manada a los programas que les enseñan a cómo controlar a las personas e influir en ellas. Se han dado casos en que, por este sistema, la secta se ha hecho con el control de la compañía.) Muchas empresas que pertenecen a las sectas pueden abaratar sus costes, en competencia desleal con otras empresas, ya que cuentan con mano de obra gratuita. También pueden eludir el pago de impuestos porque, en su contabilidad, se registran los pagos de la nómina, mientras que, en realidad, estos salarios son devueltos a la secta, que está exenta de impuestos. En consecuencia parece como si la empresa estuviera obteniendo un beneficio marginal a través de los adeptos que contrata.
Los peligros del sectarismo en el movimiento Nueva Era
El movimiento New Age (Nueva Era) ha conseguido un impulsó tremendo en los últimos tiempos. «Canalización», una palabra nueva para designar el «espiritismo» (una supuesta forma psíquica de comunicación con los muertos o los espíritus) se ha convertido en un negocio multimillonario. A pesar de que no existe ninguna evidencia verificable de los espíritus canalizados, muchísimas personas están profundamente interesadas en el fenómeno, y han aparecido en el mercado numerosos libros y cursos que, según se anuncia, pueden enseñar a la gente cómo entrar en trance y convertirse en un «canal».
A cambio de los cien dólares que pagan por seminario, los asistentes disfrutan de un par de horas en entrenamiento más una experiencia de hipnosis en masa. Cada vez que alguien es hipnotizado, hay una agradable sensación de relajación, una distorsión temporal (no se sabe si son las 2 o las 5 de la tarde, si es martes o domingo) y, lo que es más importante, se deja de lado la capacidad crítica de la mente. Las personas pierden su capacidad de evaluar de forma consciente y crítica la experiencia.
La hipnosis, un componente importante de las técnicas de control mental, es una herramienta fantástica para la autoexploración y el desarrollo mental, pero el control debe permanecer siempre dentro del individuo y no ser desviado a una autoridad exterior.
Si las personas llegan a creer que otra persona sabe mejor que ellas mismas lo que deben hacer, entonces pueden estar en un serio peligro. Me preocupa mucho el hecho de que se estimule a la gente a que abandone sus facultades críticas y se «rinda». ¿A quién se supone que deben rendirse? Además, en este sistema de creencias no existen, aparentemente, el azar ni las casualidades. Si a usted le ocurre algo, se dice que ha ocurrido para que aprenda alguna cosa. Esta creencia, por extensión, se aplica a todo tipo de violencia, incluyendo el control mental antiético. ¿Significa esto que las personas deben permitir que se las someta al control mental sólo porque éste se cruzó en su camino? Nosotros disponemos de nuestro libre albedrío y no debemos renunciar a nuestra responsabilidad personal para tomar las decisiones correctas. En mi opinión, no puede existir un auténtico desarrollo espiritual cuando se renuncia a la integridad y responsabilidad personales.
Demasiados charlatanes y embusteros con ansias de poder y dinero han aparecido súbitamente en los últimos años. La espiritualidad es algo demasiado precioso y demasiado personal para ser reducida a una colección de fórmulas y perogrulladas, o para que se le asigne un valor monetario.
Otro acontecimiento digno de mención es el renovado interés del público por los OVNIS, que ahora ha sido vinculado con el movimiento de la canalización. El enorme interés despertado por el libro titulado Communion de Whitley Strieber es un buen indicador de lo «caliente» que está el tema. A pesar de que algunos de sus lectores no se lo esperaban, Strieber ha formulado numerosos comentarios críticos sobre el movimiento de la «canalización» y de las tendencias sociales hacia las sectas OVNIS. Varios investigadores además de Festinger (especialmente jacques Vallee, autor de Messengers of Deception, un estudio sobre las sectas OVNI realizado en 1979) han alertado al público, desde hace años, sobre las actividades de las sectas que se centran en el fenómeno de los OVNI, y no faltan ejemplos similares.
Si bien puede haber algo de cierto en el fenómeno de los OVNI (no todos los casos pueden ser explicados de manera convencional), aún no disponemos de una explicación definitiva sobre qué son. Sin embargo, ante la ausencia de este conocimiento cierto, hay muchísimas personas que proclaman sus opiniones como verdad. Durante la década de los 80, hemos visto el ascenso de «canalizadores» vinculados a los OVNI, que afirman estar en comunicación con los «hermanos del espacio» que viven en las estrellas. Creo que estas variantes de la «canalización» son tan sospechosas como las normales, y que tienen el potencial para convertirse en una nueva secta OVNI. Hay que ser precavido.
Los ideales de crear una nueva era para la humanidad en nuestro planeta son, en su mayor parte, dignos de encomio. Yo creo que se debe establecer una nueva era en la cual no se recompense ni se premie la codicia, el poder ilimitado y el materialismo puro. La creatividad, la compasión y la sabiduría tendrían que ser las metas a las que todos deberíamos aspirar. No hay duda alguna de que debe adoptarse lo antes posible una nueva y positiva visión por parte de las personas de todo el mundo. Una revolución en la conciencia universal podría ser la antesala de esta nueva era de paz, bondad y responsabilidad.
Sin embargo, yo continúo siendo escéptico ante cualquiera que manifieste que ha alcanzado las respuestas absolutas o que cuenta con el método absoluto para alcanzar el entendimiento. Como escribió el poeta y visionario William Blake: «Yo debo crear un sistema, o seré esclavizado por el de otro Hombre.»
Las sectas y la libertad religiosa
Para mí es muy importante que no se vea coartada la libertad religiosa. La Constitución garantiza que las personas son libres de escoger su culto y que se respetará su derecho a seguir sus propios principios religiosos. Nada me apenaría más que saber que este libro pudiera despertar en algún lector la intolerancia religiosa.
La discriminación contra cualquier individuo por el solo hecho de que profese una creencia distinta no sólo es penosa sino también ilegal. Yo puedo recordar cómo me sentía cuando me escupían, me propinaban puñetazos y puntapiés, y me insultaban por ser un Moonie. Estos abusos, totalmente injustificados, sólo servían para reforzar mis sentimientos de que me perseguían por mi fe en Dios.
Por principio, estoy en contra de prohibir la presencia de las sectas en los campus universitarios, a menos que violen expresamente las reglas de conducta que debe seguir cualquier organización estudiantil. Creo que estos grupos tienen derecho a existir, y sería el primero en oponerme a que se dictaran leyes prohibiéndolos. Sin embargo, sí me gustaría que existieran programas patrocinados por los institutos, para enseñar a la gente qué es el control mental y las técnicas de reclutamiento que utilizan generalmente las sectas destructivas.
El futuro
¿Por qué aumentan las sectas destructivas? ¿Por qué la gente está tan dispuesta participar en las actividades de estas organizaciones? Éstas son las preguntas que a mi juicio deben responderse con miras al futuro.
Mientras que el desarrollo de nuevas y más elaboradas técnicas de control mental pueden justificar el aumento en el número de miembros, la proliferación de sectas destructivas puede atribuirse al cada vez menor sentimiento comunitario que caracteriza nuestra vida de hoy en día. Ya no vivimos y morimos dentro de un mismo radio de sesenta kilómetros; es algo bastante común que una persona cambie de domicilio varias veces, y que se traslade a muchos kilómetros de distancia a lo largo de su vida.
Este nomadismo socava el sentimiento de comunidad que, en mi opinión, necesitamos los seres humanos para sentirnos una totalidad. He escuchado una y otra vez que la persona se siente, en primer lugar, atraída a una secta porque él o ella disfrutaba al verse rodeada por un grupo de personas que se comportaban como una gran familia; más que ninguna otra cosa, los ex miembros echan de menos la sensación de pertenecer a una comunidad muy unida.
Depender de la televisión para el entretenimiento y la información también es un factor que predispone a enrolarse en una secta. Por desgracia, la mayor parte de los programas de televisión no estimulan nuestro intelecto, nuestra imaginación ni nuestras aspiraciones. En cambio, la televisión fomenta el conformismo y crea una visión distorsionada de la realidad. ¿Dónde si no pueden resolverse todos los problemas en un episodio de una hora? Además, si bien es cierto que es muy importante saber lo que está pasando en el mundo, el incesante bombardeo informativo sobre la droga, los escándalos sexuales, la corrupción y la violencia hacen mella en la psique humana. Nos volvemos insensibles a nuestros propios valores y perdemos la capacidad de creación y discriminación.
Se puede hacer mucho para detener la expansión de las sectas en nuestra sociedad. Con un liderazgo responsable, las organizaciones sociales e intelectuales tendrían que realizar un vigoroso esfuerzo para atender las necesidades de la comunidad y utilizar sus recursos. Estos esfuerzos darán como resultado la creación de un grupo unido de personas que trabajarán por una meta constructiva, satisfaciendo de esta manera la necesidad que mucha gente tiene de sentirse parte de una auténtica comunidad.
La otra respuesta a la proliferación dé sectas en nuestra sociedad es la masiva educación pública. Se deberían destinar fondos federales para la investigación y tratamiento de las víctimas del control mental. Se deberían hacer reformas en la educación pública para estimular a las personas a que piensen por sí mismas, y que aprendan a evaluar la información que reciben y las oportunidades que están a su alcance. Me encantaría ver qué, en todos los institutos y universidades, se enseña a los alumnos qué son el control mental y las sectas destructivas. No sería necesario mencionar en clase el nombre de ningún grupo en particular; se explicarían los principios psicológicos del control mental y se enseñaría a los estudiantes a sospechar de cualquier entornó que les impidiera formular preguntas de tipo crítico. Si se quiere que la democracia funcione, la gente debe estar dispuesta a asumir la responsabilidad de realizar los cambios. Habría que examinar de nuevo nuestros principios y prioridades, y asegurar el libre fluir de la información.
Últimas reflexiones
Escribir este libro marca la materialización del viejo anhelo de poder contribuir, con una guía práctica e informativa, a la resolución de los problemas que pueden tener las personas sometidas a la influencia de las sectas destructivas. Ha sido un largo y duro camino.
Después de todas las amenazas, acosos y temores, ahora puedo mirar atrás y decir que ha merecido la pena, si mi trabajo y mi libro permitieran que otras personas puedan comprender mejor cómo funciona el control mental en las sectas destructivas. Creo que era importante narrar toda la historia, incluyendo mis métodos de trabajo, aunque me temo que puede ser utilizado por las sectas para perfeccionar todavía más sus prácticas. Al desmitificar el asesoramiento en abandonos, lo he hecho con la esperanza de que muchísimas personas, que no desean recurrir a la desprogramación forzosa, comiencen a trabajar para ayudar a sus seres queridos.
También deseo que este libro sirva para crear una concienciación pública nueva y más fuerte sobre el control mental y las sectas destructivas. Espero que el gobierno reconozca la existencia del problema y haga algo por resolverlo. Mientras tanto, espero que los lectores se unan a la Asociación para el conocimiento de sectas y la American Family Foundation y que se suscriban a sus boletines informativos y periódicos. Además, pido a las personas que han pasado por la experiencia de pertenecer a una secta destructiva que se comprometan y se unan a nosotros. ¡Necesitamos su ayuda!
Cuando este libro entraba en prensa en el verano de 1988, yo seguía el debate del Senado para aprobar un proyecto que conmemoraría la tragedia de Jonestown con la celebración de la Semana de Alerta ante las Sectas. La resolución 390, presentada por el congresista por California, Tom Lantos, pretende establecer dicha semana, en cada mes de noviembre, para recordar al público el peligro que representan las sectas destructivas. Sin embargo, este pequeño gesto ha despertado una fuerte reacción de los lobbies sectarios de Washington. Si la resolución no se aprueba ahora, volveremos a presentarla en el próximo período. Yo le pido que llame o escriba a su representante y que haga oír su voz. Procure informarse sobre las conexiones políticas de las sectas, y manifieste su preocupación ante sus representantes autonómicos y estatales. La única manera de contrarrestar la influencia política de las sectas es que un número creciente de personas intervengan para suprimir el comportamiento abusivo e ilegal de éstas.
A medida que se comprenda mejor qué son las sectas destructivas y el control mental, comenzará a esfumarse el estigma social que significa haber sido adepto. Los ex miembros llegarán a entender que no fue culpa suya pertenecer a ellas. La gente se dará cuenta de que tenemos mucho para dar a la sociedad, si se nos brinda la oportunidad. Muchos de mis antiguos clientes y amigos han seguido adelante con sus vidas y ahora se han convertido en ciudadanos felices y productivos. Son médicos, abogados, dentistas, quiroprácticos, arquitectos, artistas, maestros, madres, padres, y trabajadores sociales. FOCUS puede ayudar mucho, pero necesita que la gente participe. Cada vez que usted requiera ayuda, o tenga algo que aportar, o las dos cosas, le pido que dé un paso positivo. Usted puede marcar la diferencia.
En palabras de Edmund Burke: «Lo único que necesita el mal para triunfar es que los hombres buenos no hagan nada».
lunes, 30 de abril de 2007
Las técnicas de control mental de las sectas y cómo combatirlas // Cap.:9-10-11
Publicado por Unknown el 4/30/2007 11:50:00 p. m.
Etiquetas: cap.:9-10-11, liberacion, sectas
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario