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lunes, 28 de mayo de 2007

EL MIEDO // GUY DE MAUPASSANT

EL MIEDO

Guy de Maupassant


Volvimos a subir a cubierta después de la cena. Ante nosotros, el Mediterráneo no tenía el más mínimo temblor sobre toda su superficie, a la que una gran luna tranquila daba reflejos. El ancho barco se deslizaba, echando al cielo, que parecía estar sembrado de estrellas, una gran serpiente de humo negro; detrás de nosotros, el agua blanquísima, agitada por el paso rápido del pesado buque, golpeada por la hélice, espumaba, removía tantas claridades que parecía luz de luna burbujeando.

Ahí estábamos, unos seis u ocho, silenciosos, llenos de admiración, la vista vuelta hacia la lejana África, a donde nos dirigíamos. De pronto el comandante, que fumaba un puro en medio de nosotros, retomó la conversación de la cena.

-Sí, aquel día tuve miedo. Mi navío se quedó seis horas con esa roca en el vientre, golpeado por el mar. Afortunadamente, por la tarde nos recogió un barco carbonero inglés que nos había visto.

Entonces un hombre alto con el rostro quemado, de aspecto serio, uno de esos hombres que uno imagina que han cruzado largos países desconocidos, en medio de peligros incesantes, y cuyos ojos tranquilos parecen conservar, en su profundidad, algo de los países extraños que han visto; uno de esos hombres que uno adivina empapado en el valor, habló por primera vez:

-Usted dice, comandante, que tuvo miedo; no le creo en absoluto. Usted se equivoca en la palabra y en la sensación que experimentó. Un hombre enérgico nunca tiene miedo ante un peligro apremiante. Está emocionado, agitado, ansioso; pero el miedo es otra cosa.

El comandante prosiguió, riéndose:

-¡Caray ! Le vuelvo a decir que yo tuve miedo.

Entonces el hombre de tez morena dijo con una voz lenta :

-¡Permítame explicarme ! El miedo (y hasta los hombres más intrépidos pueden tener miedo) es algo espantoso, una sensación atroz, como una descomposición del alma, un espasmo horroroso del pensamiento y del corazón, cuyo mero recuerdo provoca estremecimientos de angustia. Pero cuando se es valiente, esto no ocurre ni ante un ataque, ni ante la muerte inevitable, ni ante todas las formas conocidas de peligro: ocurre en ciertas circunstancias anormales, bajo ciertas influencias misteriosas frente a riesgos vagos. El verdadero miedo es como una reminiscencia de los terrores fantásticos de antaño. Un hombre que cree en los fantasmas y se imagina ver un espectro en la noche debe de experimentar el miedo en todo su espantoso horror.

«Yo adiviné lo que es el miedo en pleno día, hace unos diez años. Lo experimenté, el pasado invierno, una noche de diciembre.
«Y, sin embargo, he pasado por muchas vicisitudes, muchas aventuras que parecían mortales. He luchado a menudo. Unos ladrones me dieron por muerto. Fui condenado, como sublevado, a la horca en América y arrojado al mar desde la cubierta de un buque frente a la costa de China. Todas las veces creí estar perdido e inmediatamente me resignaba, sin enternecimiento e incluso sin arrepentimientos.
«Pero el miedo no es eso.
«Lo presentí en África. Y, sin embargo, es hijo del Norte; el sol lo disipa como una niebla. Fíjense en esto, señores. Entre los orientales, la visa no vale nada; se resignan en seguida; las noches están claras y vacías de las sombrías preocupaciones que atormentan los cerebros en los países fríos. En Oriente, donde se puede conocer el pánico, se ignora el miedo.
«Pues bien, esto es lo que me ocurrió en esa tierra de África:
«Atravesaba las grandes dunas al sur de Uargla. Es éste uno de los países más extraños del mundo. Conocerán la arena unida, la arena recta de las interminables playas del Océano. ¡Pues bien! Figúrense al mismísimo Océano convertido en arena en medio de un huracán; imaginen una silenciosa tormenta de inmóviles olas de polvo amarillo. Olas altas como montañas, olas desiguales, diferentes, totalmente levantadas como aluviones desenfrenados, pero mis grandes aún, y estriadas como el moaré. Sobre ese mar furioso, mudo y sin movimiento, el sol devorador del sur derrama su llama implacable y directa. Hay que escalar aquellas láminas de ceniza de oro, volver a bajar, escalar de nuevo, escalar sin cesar, sin descanso y sin sombra. Los caballos jadean, se hunden hasta las rodillas y resbalan al bajar la otra vertiente de las sorprendentes colinas.
«Íbamos dos amigos seguidos por ocho espahíes y cuatro camellos con sus camelleros. Ya no hablábamos, rendidos por el calor, el cansancio, y resecos de sed como aquel desierto ardiente. De pronto uno de aquellos hombres dio como un grito; todos se detuvieron; permanecimos inmóviles, sorprendidos por un inexplicable fenómeno conocido por los viajeros en aquellas regiones perdidas.
«En algún lugar, cerca de nosotros, en una dirección indeterminada, redoblaba un tambor, el misterioso tambor de las dunas; sonaba con claridad, unas veces más vibrante, otras debilitado, deteniéndose, e iniciando de nuevo su redoble fantástico.
«Los árabes, espantados, se miraban; uno dijo, en su idioma: "La muerte está sobre nosotros." Y entonces, de pronto, mi compañero, mi amigo, casi mi hermano, se cayó de cabeza del caballo, fulminado por una insolación.
«Y durante dos horas, mientras intentaba en vano salvarle, aquel tambor inalcanzable me llenaba el oído con su ruido monótono, intermitente e incomprensible; y sentía deslizarse por mis huesos el miedo, el verdadero miedo, el odioso miedo, frente al cadáver amado, en ese agujero incendiado por el sol entre cuatro montes de arena, mientras el eco desconocido nos arrojaba, a doscientas leguas de cualquier pueblo francés, el redoble rápido del tambor.
«Aquel día entendí lo que era tener miedo; y lo supe aún mejor en otra ocasión...

El comandante interrumpió al narrador:

-Perdone, señor, pero ¿aquel tambor? ¿Qué era?

El viajero contestó:

-No lo sé. Nadie lo sabe. Los oficiales, a menudo sorprendidos por ese ruido singular, lo suelen atribuir al eco aumentado, multiplicado, desmesuradamente inflado por las ondulaciones de las dunas, de una lluvia de granos de arena arrastrados por el viento al chocar con una mata de hierbas secas; ya que siempre se ha comprobado que el fenómeno se produce cerca de pequeñas plantas quemadas por el sol, y duras como el pergamino.

«Aquel tambor no sería más que una especie de espejismo del sonido. Eso es todo.
Pero no lo supe hasta más tarde.

«Sigo con mi segunda emoción.
«Ocurrió el invierno pasado, en un bosque del noreste de Francia. El cielo estaba tan oscuro que la noche llegó dos horas antes. Tenía como guía a un campesino que andaba a mi lado, por un pequeñísimo camino, bajo una bóveda de abetos a los que el viento desenfrenado arrancaba aullidos. Entre las copas veía correr nubes desconcertadas, nubes enloquecidas que parecían huir ante un espanto. A veces, bajo una inmensa ráfaga, todo el bosque se inclinaba en el mismo sentido con un gemido de sufrimiento; y me invadía el frío, a pesar de mi paso ligero y mi ropa pesada.
«Teníamos que cenar y dormir en la casa de un guardabosque, cuya morada ya no quedaba muy lejos. Iba allí para cazar.
«A veces mi guía levantaba los ojos y murmuraba: "¡Qué tiempo tan triste!" Luego me habló de la gente a cuya casa llegábamos. El padre había matado a un cazador furtivo dos años antes y, desde entonces, parecía sombrío, como atormentado por un recuerdo. Sus dos hijos, ya casados, vivían con él.
«La noche era profunda. No veía nada delante de mí, ni a mi alrededor, y las ramas de los árboles chocaban entre sí llenando la noche de un incesante rumor. Finalmente vi una luz y en seguida mi compañero llamó a una puerta. Nos contestaron los gritos agudos de unas mujeres. Después una voz de hombre, una voz sofocada, preguntó: "¿Quién es?" Mi guía dio su nombre. Entramos. Fue un cuadro inolvidable.
«Un hombre viejo de pelo blanco y mirada loca, con la escopeta cargada en la mano, nos esperaba de pie en mitad de la cocina mientras dos mozarrones, armados con hachas, vigilaban la puerta. Distinguí en los rincones oscuros a dos mujeres arrodilladas, con el rostro escondido contra la pared.
«Nos presentamos. El viejo volvió a poner su arma contra la pared y mandó que se preparara mi habitación; luego, como las mujeres no se movían, me dijo bruscamente:

-Verá usted, señor; esta noche, hace dos años, maté a un hombre. El año pasado volvió para buscarme. Le espero otra vez esta noche.

Y añadió con un tono que me hizo sonreír:

-Por eso no estamos tranquilos.

«Le tranquilicé como pude, feliz por haber venido precisamente aquella noche, y asistir al espectáculo de ese terror supersticioso. Conté varias historias y conseguí tranquilizarles a casi todos.
«Cerca del fuego, un viejo perro, bigotudo y casi ciego, uno de esos perros que se parecen a gente que conocemos, dormía el morro entre las patas.
«Fuera, la tormenta encarnizada azotaba la pequeña casa y, a través de un estrecho cristal, una especie de mirilla situada cerca de la puerta, veía de pronto todo un desbarajuste de árboles empujados violentamente por el viento a la luz de grandes relámpagos.
«Notaba perfectamente que, a pesar de mis esfuerzos, un terror profundo se había apoderado de aquella gente, y cada vez que dejaba de hablar, todos los oídos escuchaban a lo lejos. Cansado de presenciar aquellos temores estúpidos, iba a pedir acostarme, cuando el viejo guarda de pronto saltó de su silla, cogió de nuevo su escopeta, mientras tartamudeaba con una voz enloquecida:

-¡Ahí está! ¡Ahí está! ¡Le oigo!

«Las dos mujeres volvieron a caerse de rodillas en los rincones, escondiendo el rostro; y los hijos volvieron a coger sus hachas. Iba a intentar tranquilizarles otra vez, cuando el perro dormido se despertó de pronto y, levantando la cabeza, tendiendo el cuello, mirando hacia el fuego con sus ojos casi apagados, dio uno de esos lúgubres aullidos que hacen estremecerse a los viajeros, de noche, en el campo. Todos los ojos se volvieron hacia él; ahora permanecía inmóvil, tieso sobre las patas, como atormentado por una visión; se echó de nuevo a aullar hacia algo invisible, desconocido, sin duda horroroso, ya que todo el pelo se le ponía de Punta. El guarda, lívido, gritó:

-¡Lo huele! ¡Lo huele! Estaba ahí cuando lo maté.

Y las dos mujeres enloquecidas se echaron a gritar con el perro.

«A mi pesar, un gran escalofrío me corrió entre los hombros. El ver al animal en aquel lugar, a aquella hora, en medio de aquella gente enloquecida, resultaba espantoso.
«Entonces, durante una hora, el perro aulló sin moverse; aulló como preso de angustia en un sueño; y el miedo, el espantoso miedo entró en mí; ¿el miedo a qué? ¿Lo sabré yo? Era el miedo, y punto.
«Permanecíamos inmóviles, lívidos, en espera de un acontecimiento horroroso, aguzando el oído, el corazón latiendo, descompuestos al menor ruido. Y el perro se puso a dar vueltas alrededor del cuarto, oliendo las paredes y siempre gimiendo. ¡Aquel animal nos volvía locos! Entonces el campesino que me había guiado, se abalanzó sobre él, en una especie de paroxismo de terror furioso, y abriendo una puerta que daba a un pequeño patio, echó al animal afuera.
«Éste se calló en seguida, y nos quedamos sumidos en un silencio aún más terrorífico. Y de pronto todos a la par tuvimos una especie de sobresalto: un ser se deslizaba contra la pared, en el exterior, hacia el bosque; luego pasó junto a la puerta, que pareció palpar, con una mano vacilante; no volvimos a oír nada más durante dos minutos que nos convirtieron en insensatos; luego volvió, siempre rozando la pared; y raspó ligeramente, como lo haría un niño con la uña; y de pronto una cabeza apareció contra el cristal de la mirilla, una cabeza blanca con ojos luminosos como los de una fiera. Y un sonido salió de su boca, un sonido indistinto, un murmullo quejumbroso.
«Entonces un estruendo formidable estalló en la cocina. El viejo guarda había disparado. Inmediatamente sus hijos se precipitaron, taparon la mirilla levantando la gran mesa que sujetaron con el aparador.
«Y les juro que al oír el estrépito del disparo que no me esperaba tuve tal angustia en el corazón, el alma y el cuerpo, que me sentí desfallecer y a punto de morir de miedo.
«Nos quedamos ahí hasta la aurora, incapaces de movernos, de decir una palabra, crispados en un enloquecimiento inefable.
«No nos atrevimos a desatrancar la salida hasta no ver, por la hendidura de un sobradillo, un fino rayo de día.
«Al pie del muro, junto a la puerta, yacía el viejo perro, con el hocico destrozado por una bala.
«Había salido del patio escarbando un agujero bajo una empalizada.
El hombre de rostro moreno se calló; luego añadió: -Aquella noche no corrí ningún peligro, pero preferiría volver a empezar todas las horas en las que me enfrenté con los peligros más terribles, antes que el minuto único del disparo sobre la cabeza barbuda de la mirilla.





DIONISIA POP! // RELATO TERROR

Dionisia Pop!
(un relato de terror en 11 partes)
Fco. Javier Pérez

1: LA MÁQUINA PUTA.

El hombre es tan feo como puede llegar a ser un hombre y, aún así, sabe que
lo que sea que le está dictando las siguientes palabras que salen de su boca
pertenecen a una superinteligencia que le trasciende. Cuando uno de nosotros
muere, una parte del Dios de todas las cosas desaparece con él.
—Cuando uno de nosotros muere… —empieza a decir.
La mujer, por su parte, no quiere saber nada de trascendencias y pérdidas de
tiempo varias. Es pragmática y, visto desde el punto de vista que se quiera, está tan
buena que casi hace daño a la vista.
Cobra un buen dinero por estarlo.
La historia se monta sola conforme los segundos van pasando.
El hombre no ha ido nunca de putas y, técnicamente, tampoco ahora lo está
haciendo. No hay tiempo para subjetividades éticas, sólo para un par de
padrenuestros paganos.
Le petite mort, el orgasmo, aún queda lejos.
Antes de que el cerebro del hombre pase a modo automático, a ser pilotado
por el hombrecillo sin cabeza que habita en su pene, se permite reflexionar acerca
de la conveniencia de que la tesis general (que con cada muerte desaparece una
parte del todo) se pueda aplicar a las “pequeñas muertes”.
—¿Qué quieres que te haga? —pregunta la mujer, sin permitir que el sexo
aflore aún en su vocabulario.
—No sé… ¿Tú qué prefieres?
—La que cobra por esto soy yo. Tú eres el que decide lo que quiere… ¿Es tu
primera vez, verdad?
El hombre preferiría etiquetar la experiencia como t = 0 en el diagrama
vectorial de su vida, porque técnicamente esto no es su “primera vez”, pero no
discutirá con la mujer. No ahora que está empezando a perder el control.
—Algo así —contesta, no demasiado decidido.

2: POP KOAN.

El discípulo Doko se personó a su maestro zen, y le dijo:
—Estoy buscando la verdad. ¿Cuál es el estado mental en el que debo
perfeccionarme para encontrarla?
—No hay mente, de modo que no puedes ubicarte en estado alguno. No hay
verdad, de modo que no puedes perfeccionarte para alcanzarla —fue la respuesta
del maestro.
—Si no hay mente que perfeccionar, ni verdad por encontrar, ¿por qué tienes
aquí esos monjes que se reúnen todos los días ante ti para estudiar el zen y
perfeccionarse mediante ello?
—Pero si aquí no hay siquiera un palmo de sitio… —dijo el maestro—.
¿Cómo podría haber una reunión de monjes?..Y yo no tengo lengua, ¿cómo podría
entonces llamarlos o impartirles enseñanzas?
—Oh, ¿cómo puedes mentir así? —espetó Doko.
—Pero si no tengo lengua que me permita hablar, ¿cómo podría mentirte?
Entonces, Doko añadió con tristeza:
—No puedo seguirte. No puedo comprenderte.
—Ni yo no puedo comprenderme a mí mismo.

3: CUANDO DE VERDAD ESTÁS ASUSTADO.

Analicemos la situación desde otra perspectiva:
Digamos que A es lo más curioso que has visto en tu vida. Según la
percepción objetiva, mensurable, que tienes de A, ésta es una mujer de unos
cincuenta y tantos años (aunque la vida en la calle debe haberla estropeado
bastante, por lo que quizá sólo tenga unos cuarenta y tantos) que dedica todos y
cada uno de sus días a pasear de aquí para allá por el centro de la ciudad. Lleva
siempre consigo cinco carritos en los que carga sus pertenencias, a los cuales aplica
la misma dinámica una y otra vez: arrastra el primero un par de metros, vuelve atrás,
arrastra el segundo hasta la altura del primero, vuelve atrás y repite el proceso con
cada uno de ellos. No hay pista alguna que indique que esto obedece a un plan
explícito, que el proceso sigue un recorrido marcado de antemano… Y lo que no
conoces te intriga y asusta a partes iguales.
Una fría noche cualquiera, A comparte los cartones con los que ha
improvisado un campamento en el interior de un cajero automático con B.
B es un caso típico: poli-toxicómano hasta hace un par de años (cuando ya no
se pudo permitir sufragar el gasto de una dosis y empezó a limitarse a una sola
cosa; esto es, eventuales cartones de vino barato). Ha salido bastante bien parado
de tres rehabilitaciones forzosas, en las que se ha curado el mono a base de helarse
el culo en diferentes localizaciones de la ciudad, comer lo que encuentra por los
contenedores, mendigar de vez en cuando, y pelear a mano sucia con otros
desarrapados como él. Sus apenas treinta años hacen que, a pesar de casi no tener
dientes y no haber visto una ducha en meses que perfectamente podrían
intercambiarse por vidas, aún conserve algo del decadente atractivo que gusta a los
observadores imparciales como tú.
Pues bien, la noche en que A y B comparten lecho de cartón, A representa
una fábula con la que, en teoría, B debe entender el por qué de todo el asunto de los
carritos.
A promete, asimismo, que si B escucha con atención, al acabar su relato le
hará una mamada.
La fábula consta de varias partes bien definidas que conforman un relato de
logro truncado que indefectiblemente conduce al desastre, la ruina y la constricción:
A se presenta a sí misma como la empleada más joven de una de esas pequeñas
consultorías técnicas que abundan en la ciudad, una chica que aprende rápido y
aplica esos conocimientos en busca de un reconocimiento al que venga unida una
dosis de descanso de sí misma al final del camino de incomodidades,
insatisfacciones y noches perdidas tricotando planes que viene durando desde sus
años de estudiantes. El reconocimiento tarda en llegar, y le consume relaciones,
amistades e incluso fragmentos de amor propio que gustosamente regala a sus
superiores esperando algo a cambio.
Llegados a este punto de la historia, B pregunta por qué A no se acostó con
su jefe, como hacen todas, y acababa así de una vez con tanta angustia.
A monta en cólera, pero sólo un poco. Sabe que no todas, pero sí algunas,
funcionan de ese modo. También sabe que B tiene medio cerebro frito por las
drogas y que no se le puede acusar de uno de eso “–ismos” con los que tanto se nos
llena la boca a veces.
B pide que prosiga con el relato y deje de atosigarle. A consiente: las noches
vacías y la falta de perspectiva trajeron consigo un miedo atávico a quedarse sola de
por vida. A dejó de pensar única y exclusivamente en su trabajo y decidió buscar
otra meta más asequible. Eligió formar una familia, porque es lo que se elige en
estos casos.
Lo siguiente es previsible: A se casó con el hombre que no debía, ambos
tuvieron un hijo que nunca debió haber venido a ete mundo, el marido de A quiso
que ella pasase más tiempo en casa, el precio de la vivienda subió hasta
desestabilizarlo todo, el niño cada vez demandaba más, nadie quería una asesora
que había abandonado su carrera a los treinta y cuatro años, su marido decidió que
no valía la pena trabajar tanto para volver a un hogar en el que sólo le esperaban
llantos infantiles y reproches demasiado maduros, la vida no se parecía en nada a lo
que salía por la televisión… Y A acabó volviendo a la consultoría de la que nunca
debió haber salido. Esta vez sí, se acostó con uno de los socios.
B bufa un “lo sabía” que A ignora. Está a punto de finalizar su relato.
La relación de A con su jefe la devolvió a un lugar en el que ni siquiera
recordaba haber estado. Duró años, hasta que el jefe de A dejó de ver el morbo en
acostarse con una mujer casada a espaldas de los cónyuges de ambos; era mucho
más excitante hacerlo con la nueva recepcionista.
En un alarde de visión periférica de la situación, A decidió olvidar a su jefe,
divorciarse de su marido, permitir que éste ultimo se quedase con la custodia de un
niño al que, por mucho que se empeñen las estadísticas y la biología, no quería, y
hundirse lo más hondo que pudiese.
—Cuando de verdad estás asustado —confiesa A—, todo te importa una
mierda.
—¿Y eso qué tiene que ver con lo de arrastrar los carritos arriba y abajo? —
pregunta, lógicamente, B.
—Nada en absoluto.
Y A desabrocha los pantalones de un aún confundido B y hunde la cara en su
entrepierna.
De lo cual podríamos deducir con facilidad la siguiente fórmula:
B + (A·X) = CES
En la que X sería el miedo, cualquier clase de miedo, y CES representaría
Cierto Estrato de esta Sociedad en la que estamos condenados a vivir.
Lo cual nos deja con una incógnita: ¿Dónde está realmente la cara oscura de
la Luna?

4: POP KOAN (II).

El maestro zen se acercó a Doko, su discípulo y le confesó:
—Ni yo puedo comprenderme a mí mismo.
—Si no tienes lengua con la que hablar, ¿cómo puedes decir algo así? —fue
la respuesta del discípulo.
—Pero… Sí que tengo lengua… Sino ¿por qué se reúnen aquí cada día todos
esos monjes para aprender el zen y perfeccionarse mediante ello?
—¿Dónde? Aquí no hay siquiera un palmo de sitio…
—Oh, ¿cómo puedes mentir así? —espetó el maestro.
—No hay mente, de modo que no puedes ubicarte en estado alguno. No hay
verdad, de modo que todo es mentira —dijo Doko.
El maestro, destrozado por dentro, añadió:
—Así pues, ¿no hay estado mental que perfeccionar, ni verdad a la que
aspirar?
—Lo siento, no puedo comprenderte. No puedo seguirte. No puedo oírte. No
tienes mente, ni verdad, ni lengua ¿recuerdas?

5: COTILLEO, CULPA, ETC.

El hombre sigue siendo tan feo como siempre, pero el acercamiento sexual
con la prostituta preprogramada le ha dejado henchido de una cualidad que, sabe,
ya jamás podrá ser eliminada del código propio según el cual se rige.
Se parece un poco a la eterna pregunta (¿cómo hablar con chicas cuando se
tienen doce años?) transubstanciada a su realidad-túnel inmediata (¿cómo hacer
que todo el mundo sepa que te has acostado con el máximo exponente de la
feminidad de tu especie?)
Por eso, tal como llega a casa pulsa el botón del mando a distancia de la
televisión, accede al menú general de configuración y trastoca la sintonía de todos
los canales hasta dar con una estática perfecta de ruido blanco. Algunos dicen que a
través de esa estática se pueden recibir mensajes del más allá, fantasmas hablando
a través de la pantalla. Pero el hombre sabe que eso es mentira. Los fantasmas no
existen.
Y aún así, todo el mundo está conectado, y el canal de conexión debe estar
en alguna parte.
No se equivoca. Nunca se equivoca. Y el escarceo sexual de hace un rato le
ha iluminado aún más si cabe.
Los altavoces del televisor sin imagen definida escupen conversaciones al
azar: la vecina del tercero habla con su madre por teléfono y la manda a la mierda,
achacando todos y cada uno de los fallos que ha cometido como adulta a la
educación represiva de la mujer (mierda freudiana para todos los públicos);
solapándose a la conversación surgen los pensamientos del hombre que vive solo
en el segundo piso, planteándose ver determinada película a determinada hora o
dejarlo estar y limitarse a la teleserie que, sin duda, todos los compañeros de su
oficina comentarán mañana; un poco por debajo, el hijo del matrimonio del ático deja
que en su cerebro reverberen mensajes del “maestro de la luz” que le conminan a
salvar a la “princesa maldita” con ayuda del caballo turbo-propulsado que se
esconde en su armario…
Tantas vidas y tan poco tiempo para escucharlas todas.
El hombre pasea el dedo por los distintos botones del mando a distancia que
le llevan a otros tantos canales de comunicación humana distintos, y se siente
afortunado.
Aquí, un maestro zen contesta a su discípulo con un acertijo imposible; un
poco más allá, la historia se da la vuelta, y es el discípulo el que confunde al
maestro; más allá aún…

6: POP KOAN (III).

Joshu preguntó al mestro Nansen: “¿Cuál es el verdadero Camino?”
Nansen respondió: “El camino de cada día es el verdadero Camino”.
Joshu preguntó: “¿Puedo estudiarlo?”.
Nansen respondió: “Cuanto más lo estudies, más te alejarás del Camino”.
Joshu preguntó: “Si no lo estudio, ¿cómo puedo conocerlo?”.
Nansen respondió: “El Camino no es de las cosas que se ven, ni de las cosas
que no se ven. No es de las cosas conocidas, ni de las cosas desconocidas. No lo
busques, ni lo estudies, ni lo nombres. Para alcanzarlo, ábrete con la amplitud del
cielo”.

7: LA CARA OCULTA DE LA LUNA.

Démosle otra vuelta a la tuerca:
Estamos en Dionisia, que viene a ser un planeta lejano que nos sirve como
metáfora a éste, nuestro planeta Tierra. Dicho planeta imaginario se rige por la
reglas del SMI2LE (Space + Migration + (Intelligence)2 + Life Extension) por lo tanto:
a) Todo el mundo viaja allí donde le da la gana, cuando le da la gana, sin
condicionamientos de ningún tipo (siquiera condiciones tan absurdas como el
sistema métrico decimal).
b) La inteligencia es expandida, premiada, alabada y potenciada hasta tal
punto que ya no es necesario expandirla, ni premiarla, ni alabarla, ni potenciarla.
c) Todo el mundo vive tanto como quiera. Algunos incluso son inmortales.
En Dionisia, todo el mundo es feliz.
En Dionisia la gente no vive en la calle, es la calle la que vive en la gente.

8: ESE PORTE IMPECABLE.

El hombre viste un traje negro de fina línea diplomática, tan sutil que casi
parece invisible. Se cubre con un largo abrigo de cuero con las solapas levantadas.
Cuando pasa junto al escaparate de alguna tienda, su imagen se le antoja algo a
medio camino entre un sabio y un demonio.
Reconozcámoslo, tiene algo de ambos.
Aún resuena en sus oídos el rumor de la televisión mal sintonizada, emitiendo
partes desde la corteza cerebral de sus congéneres y vecinos: una chica, que por lo
visto vive tres manzanas más allá, se mortifica a sí misma porque su novio no quiere
que ella le ayude a encontrar a su madre. Dos canales más allá, un ángel (exento de
sexo, como cualquier buen ángel) reza, encerrado en una jaula, una súplica a su
creador para que éste le libere de su cautiverio; por lo visto la pobre criatura ha sido
encarcelada en la jaula de oro de la mente de un escritor de relatos de cienciaficción,
el cual juega con su imagen abstracta como le apetece, intentando dar con la
alquimia que convierta el ángel en letras negras sobre papel blanco, una veces
dotándole de una apariencia masculina infantil, transmutándolo en el heraldo
encarcelado de todo lo bueno que hay en el hombre, otras vistiéndolo con pieles
femeninas y obligándolo a los más abyectos actos de sumisión a través de los
barrotes de la jaula.
Pero el hombre no se preocupa más de lo necesario: ese porte impecable que
ve reflejado en los escaparates y los cristales tintados de los coches le transporta a
través de una ciudad casi en ruinas que es la suya, la de todos, en dirección a la
siguiente cabina telefónica abandonada, el enésimo portal ruinoso en el que retozan
enamorados imposibles, descastados. Por que parte de la existencia del hombre se
debe al trato rutinario con los que cruzaron el espejo en busca del país de las
maravillas sin saber que, a causa de su falta de perspectiva, se habían transportado
al infierno.
La noche se acerca.
Los extraterrestres existen, en cierto modo. Puedes verlos si miras con la
suficiente atención, más allá del abrigo, el traje y los ojos del hombre.
Las putas lo ven, y los mendigos, y los olvidados maestros zen, y sus
discípulos inútiles, y las utopías.
El hombre viste las ropas del ser que vendió el mundo al mejor postor.

9: POP KOAN (IV).

El maestro Nansen preguntó a otro maestro zen: “¿Cuál es el verdadero
camino?”.
A lo que el maestro zen respondió:
—¿Cómo voy a saberlo, si no tengo lengua con la que hablar, ni mente con la
que ubicarme en estado alguno, ni verdad por encontrar?
Nansen, entonces, espetó: “Oh, ¿Cómo puedes mentir así? Si no hay mente
que perfeccionar, ni verdad por encontrar, ¿por qué tienes aquí esos monjes que se
reúnen todos los días ante ti para estudiar el zen y perfeccionarse mediante ello?”
El maestro respondió:
—El Camino no es de las cosas que se ven, ni de las cosas que no se ven.
No es de las cosas conocidas, ni de las cosas desconocidas. No lo busques, ni lo
estudies, ni lo nombres. Para alcanzarlo, ábrete con la amplitud del cielo.
A lo que Nansen, confundido y contrariado, exclamó: “¿Qué? Lo siento, no
puedo comprenderte. No puedo seguirte.”
El maestro se lo pensó muy bien antes de replicar, pero al final dio con las
palabras correctas:
—Me limito a repetir tus enseñanzas.
Entonces, como si esa frase hubiese servido de ritual para convocar a sus
peores demonios, los discípulos de ambos hombres entraron en la estancia en la
que los maestros meditaban en voz alta.
—¿Puedo estudiaros? —preguntó Joshu.
Doko añadió: “Ni yo mismo puedo comprenderlos”
Y los discípulos rompieron a reír, porque habían descubierto algo que los
maestros, con sus cábalas y sus acertijos jamás adivinarían: que en el espacio que
ocupaban apenas había un palmo de sitio; que de tanto buscarlo, estudiarlo y
nombrarlo, el Camino había desaparecido; que sólo quedaba un hombre en la tierra
con la capacidad suficiente como para abrirse con la amplitud del cielo…. Que nadie
puede comprender a nadie.

10: PREPARADO PARA QUERER A ALGUIEN.

Desde otro ángulo, una vez más:
Digamos que B sigue dándole vueltas a todo el asunto de los cinco carritos de
A, pero que le cuesta concentrarse porque ella le está lamiendo la entrepierna y eso
siempre ha provocado en él pensamientos raros, que le llevan a alguna parte más
allá del todo, a un planeta que inventó de pequeñito, llamado Dionisia, en el que
nadie vivía en la calle, por que las calles vivían en todos.
Desde que tiene uso de razón, recuerda haber viajado a Dionisia cada vez
que la realidad que se colaba por sus ojos, oídos y nariz le era del todo insoportable.
Luego empezó a acudir al planeta cada vez que, simplemente, necesitaba un
descanso.
Ahora A se introduce el pene de B en la boca (saliva y sudor y suciedad y
algo salado que perfectamente podría ser amor) y B le acaricia el pelo.
—A veces, lo mejor es dejar que los misterios sigan siéndolo —acierta a decir
él, entre dos jadeos.
Ella no dice nada. Tanto mejor.
Porque quizá B se viese obligado a contar cómo llegó hasta este mismo
instante, en este mismo lugar, y su historia es tan poco original que el relato se
alargaría de forma tediosa hacia ninguna parte. Así que B calla y disfruta, un oasis
en la miseria de los días, mientras asocia el placer físico inmediato con la idea de un
superespacio perfecto en el que nadie tiene porqué morir. En el que nadie se ve
obligado a volver atrás en busca de los cuatro carritos restante después de haber
arrastrado un primero. En el que una leyenda urbana vestida de negro riguroso no
se dedica a recorrer las calles en busca de seres perdidos, olvidados, con los que
preparar un segundo trato con el creador después de haber sido estafado la primera
vez.
El hombre no puede tocar a B mientras éste posea algo, aunque ese algo sea
Dionisia.
El hombre no puede tocar a A mientras ésta siga marginándose por propia
voluntad, sin dar una explicación clara, que vaya más allá de la locura, a su
condición.
El hombre tiene que quedarse mirando a través de las ventanas que rodean el
cajero automático en el que el mundo, representado por el vino de la fornicación de
dos seres que se niegan a reconocerse más perdidos de lo que están, se salva a sí
mismo.
Mal material con el que negociar. Ninguno de los dos está preparado para
querer a alguien, pero lo intentan un poco a cada segundo.
Así pues, deducimos una última fórmula (porque esto es el final, querido
lector, por si no te habías dado cuenta):
B + (A·X-∞) = CES – (SMI2LE) =0
Y el cuero de las solapas del abrigo del hombre se humedece al contacto con
las primeras lágrimas, pues es una lástima que la lógica no sirva para revalorizar
conceptos tan sencillos como el efecto sumidero al que la humanidad se está
sometiendo a sí misma. El hombre llora por A y por B, pero sobretodo lo hace por sí
mismo, pues al final éste, que ha comenzado tan bien, ha resultado un día perdido
como cualquier otro. Y no es una metáfora: con los días perdidos también se puede
negociar, pero no con los de uno, por lo que la pena es la misma para los mortales
con sueños de inmortalidad y los inmortales que no sueñan en nada.

EXTRAS: FINAL ALTERNATIVO Y COMENTARIOS DEL DIRECTOR.

Esta historia no tiene moraleja.
El hombre es un ser inmortal, una leyenda urbana: el hombre que vendió al
mundo, que nos condujo a donde estamos (al borde del abismo o a las puertas de
una nueva era de prosperidad, eso está aún por decidir); y ese ser es egoísta, sí,
pero también tiene un propósito, que no es otro que el de hacer acopio de la miseria
que empapa nuestras calles, para renegociar cualquiera que sea el trato que ha
hecho con quien sea que lo haya hecho.
Esta historia no es una metáfora.
Por todas partes puedes ver a A y B trasegándose a sí mismos en busca de
un final que no acaba de llegar nunca. Muy pocos se preguntan el porqué de su
condición. Millones ofrecen explicaciones más o menos fantasiosas al respecto.
La confusión es buena.
Los acertijos ya no existen. No pueden existir en un mundo en que el efecto
sumidero es palpable y plausible. El tiempo se acelera, los avances se producen al
doble de velocidad con respecto al periodo histórico anterior. Según algunos, el
último día del mundo se producirá un nuevo descubrimiento, en todos los aspectos,
cada 7,5 milésimas de segundo. Los Koan (acertijos de un Japón que ya ha
desaparecido, destinados a la reflexión y el examen interior más allá de toda
respuesta) han quedado esquilmados y reducidos a uno solo: ¿Vives?
El final alternativo.
Quizá el hombre de la historia sea, simplemente, la muerte. El último telón
que siempre llega antes de tiempo para los que se han salido de la rueda de ruedas
que hemos creado un poco entre todos. Quizá el hombre decida esperar un poco
antes de llevarse a A y B consigo; esperar a que ambos decidan no estar
preparados para querer a nadie y dejar de luchar. Quizá los koan sean la verdadera
historia, y lo demás no represente sino ejemplos sincrónicos sin sentido alguno.
Quizá no hayas entendido nada. Quizá hayas entendido demasiado, y esta historia
te haya puesto los pelos de punta.
Quizá…
Esta historia no tiene moraleja. No hay apoteosis.
Éste es un relato de terror, después de todo. Buenas noches.

Fin.

domingo, 27 de mayo de 2007

AUTOINDAGACIOM // disciplinas espirituales // HINDUISMO

LA AUTOINDAGACIÓN
(VICHARASANGRAHAM)
DE
Bhagavan Sri Ramana Maharshi




INVOCACIÓN

¿Hay alguna forma de adorar a lo Supremo, que es todo, excepto permaneciendo firmemente como
«eso»?

1 Discípulo: ¡Maestro!, ¿Cuál es el medio de obtener el estado de felicidad eterna, siempre vacío de
miseria?
Maestro: Aparte de la afirmación del Veda de que dondequiera que hay cuerpo hay miseria, ésta es
también la experiencia directa de todas las gentes; por consiguiente, uno debe indagar en la verdadera
naturaleza de uno, que es siempre sin cuerpo, y debe permanecer como tal. Éste es el medio de obtener
ese estado.

2 D: ¿Qué se entiende al decir que uno debe indagar en la verdadera naturaleza de uno y comprenderla?
M: Experiencias tales como «Yo fui; yo vine; yo era; yo hice» vienen naturalmente a todos. ¿No es
evidente, por estas experiencias, que la consciencia «yo» es el sujeto de esos diferentes actos? Indagar en
la verdadera naturaleza de esa consciencia, y permanecer como uno mismo, es la manera de comprender,
a través de la indagación, la verdadera naturaleza de uno.

3 D: ¿Cómo ha de indagar uno «¿Quién soy yo?»?
M: Las acciones tales como «ir» y «venir» pertenecen solo al cuerpo. Y así, cuando uno dice «Yo fui,
yo vine», eso equivale a decir que el cuerpo es «yo». ¿Pero, puede decirse que el cuerpo es la consciencia
«yo», puesto que el cuerpo no era antes de nacer, está hecho de los cinco elementos, es no existente en el
estado de sueño profundo, y deviene un cadáver cuando muere? ¿Puede decirse que este cuerpo que es
inerte como un tronco de madera brilla como «yo—yo»? Por consiguiente, a la consciencia «yo» que
surge primero respecto al cuerpo, se la llama diversamente como auto-orgullo (tarbodham), egoidad
(ahankara), nesciencia (avidya), maya, impureza (mala) y alma individual (jiva). ¿Podemos nosotros
permanecer sin indagar sobre esto? ¿No es para nuestra redención a través de la indagación por lo que
todas las escrituras declaran que la destrucción del «auto-orgullo» es la liberación (mukti)? Por
consiguiente, haciendo que el cuerpo-cadáver permanezca como un cadáver, y sin pronunciar siquiera la
palabra «yo», uno debe indagar agudamente así: «¿Qué es lo que surge como “yo”?». Entonces, brillará
en el Corazón una suerte de iluminación sin palabras, en la forma «yo—yo». Es decir, brillará por sí
misma la consciencia pura, que es ilimitada y una, una vez desaparecidos los pensamientos limitados y
múltiples. Si uno permanece quiescente sin abandonar esa (experiencia), serán totalmente destruidos la
egoidad, el sentido individual en la forma «yo soy el cuerpo», y finalmente, el pensamiento final, es decir,
la forma «yo», también será extinguida como el fuego que quema el alcanfor. Los grandes sabios y las
escrituras declaran que sólo esto es la liberación.

4 D: Cuando uno indaga en la raíz del «auto-orgullo», que es en la forma de «yo», parecen surgir toda
suerte de innumerables pensamientos diferentes; y ningún pensamiento «yo» separado.
M: Aparezca o no el caso nominativo, que es el primer caso, las frases en las que aparecen los otros
casos tienen como su base el primer caso. Similarmente, todos los pensamientos que aparecen en el
corazón tienen como su base la egoidad, que es el primer modo mental «yo», la cognición de la forma «yo
soy el cuerpo»; así pues, el surgimiento de la egoidad es la causa y la fuente del surgimiento de todos los
demás pensamientos; por consiguiente, si se destruye el auto-orgullo en la forma de la egoidad, que es la
raíz del árbol ilusorio del samsara (esclavitud que consiste en la transmigración), todos los demás
pensamientos perecerán completamente como un árbol arrancado. Surjan los pensamientos que surjan
como obstáculos a la sadhana (disciplina espiritual) de uno, no debe permitirse que la mente vaya en su
dirección, sino que debe hacerse que permanezca en el propio sí mismo de uno, que es el Atman; uno
debe permanecer como presenciador de todo lo que acontece, adoptando la actitud: «¡Cualesquiera cosas
extrañas que acontezcan, qué acontezcan; veamos!» Ésta debe ser la práctica de uno. En otras palabras,
uno no debe identificarse con las apariencias; uno no debe abandonar el propio sí mismo de uno. Éste es
el medio adecuado para la destrucción de la mente (manonasa), que es de la naturaleza de ver el cuerpo
como el sí mismo, y que es la causa de todos los obstáculos ya mencionados. Este método, que destruye
fácilmente la egoidad, merece ser llamado devoción (bhakti), meditación (dhyana), concentración (yoga)
y conocimiento (jnana). Debido a que Dios permanece de la naturaleza del Sí mismo, brillando como
«yo» en el corazón, y debido a que las escrituras declaran que el pensamiento mismo es esclavitud,
debido a esto, la mejor disciplina es permanecer quiescente sin olvidar-Le nunca a Él (Dios, el Sí mismo),
después de disolver en Él la mente, que es de la forma del pensamiento «yo», sin importar a través de qué
medios. Ésta es la enseñanza concluyente de las escrituras.

5 D: ¿Es la indagación el único medio para la eliminación de la falsa creencia de la sí mismidad en el
cuerpo grosero, o es también el medio para la eliminación de la falsa creencia de la sí mismidad en los
cuerpos sutil y causal?
M: Es en el cuerpo grosero donde subsisten los otros cuerpos. En la falsa creencia en la forma «yo
soy el cuerpo» están incluidos los tres cuerpos, que consisten en las cinco envolturas. Y la destrucción de
la falsa creencia de la sí mismidad en el cuerpo grosero, es, ella misma, la destrucción de la falsa creencia
de la sí mismidad en los otros cuerpos. Así pues, la indagación es el medio para la eliminación de la falsa
creencia de la sí mismidad en los tres cuerpos.

6 D: Puesto que hay diferentes modificaciones del órgano interno, a saber, manas (reflexión), buddhi
(intelecto), chitta (memoria) y ahankara (egoidad), ¿cómo puede decirse que sólo la destrucción de la
mente es liberación?
M: En los libros que explican la naturaleza de la mente, se afirma esto: «La mente está formada por la
concreción de la porción sutil del alimento que comemos; crece con las pasiones tales como el apego y la
aversión, el deseo y la cólera; siendo el agregado de la mente, el intelecto, la memoria y la egoidad, recibe
el nombre colectivo singular de “mente”; las características que asume son el pensamiento, la
determinación, etc.; puesto que es un objeto de la consciencia (el sí mismo), es lo que se ve, y es inerte;
aunque es inerte, parece como si fuera consciente debido a la asociación con la consciencia (como una
bola de hierro al rojo); es limitada, no-eterna, partida y cambiante como la cera, el oro, la llama, etc.; es
de la naturaleza de todos los elementos (de la existencia fenoménica); su lugar es el loto del corazón, lo
mismo que los lugares de los sentidos de la vista, etc., son los ojos, etc.; es el adjunto del alma individual,
que piensa en un objeto, se transforma a sí misma en un modo, y junto con el conocimiento que está en el
cerebro, fluye a través de los cinco canales de los sentidos, se une a los objetos por medio del cerebro
(que está asociado con el conocimiento), y así conoce y experimenta los objetos y obtiene la satisfacción.
Esa sustancia es la mente».
Lo mismo que a una y la misma persona se le llama por diferentes nombres según las diversas
funciones que desempeña, así también una y la misma mente es llamada por diferentes nombres: mente,
intelecto, memoria y egoidad, como consecuencia de la diferencia en sus modos —y no debido a ninguna
diferencia real. La mente misma es la forma de todo, es decir, del alma, de Dios y del mundo; cuando
deviene de la forma del Sí mismo, a través del conocimiento, hay liberación, la cual es de la naturaleza
del Brahman: ésta es la enseñanza.

7 D: Si estos cuatro —mente, intelecto, memoria y egoidad— son uno y lo mismo, ¿por qué se
mencionan para ellos ubicaciones separadas?
M: Es cierto que se afirma que la garganta es la ubicación de la mente, el rostro o el corazón la del
intelecto, el ombligo la de la memoria y el corazón o sarvanga la de la egoidad; aunque se les diferencie
así, sin embargo, para el agregado de éstos, que es la mente u órgano interno, la ubicación es sólo el
corazón. Esto se declara concluyentemente en las escrituras.

8 D: ¿Por qué se dice que sólo la mente, que es el órgano interno, brilla como la forma de todo, es decir,
del alma, de Dios y del mundo?
M: Como instrumentos para el conocimiento de los objetos, los órganos de los sentidos están fuera,
y por eso son llamados sentidos externos; y la mente es llamada sentido interno porque está dentro. Pero
la distinción entre interno y externo es solo con referencia al cuerpo; en verdad, no hay ni interno ni
externo. La naturaleza de la mente es permanecer pura como el éter. Lo que se conoce como el corazón o
la mente, es la colocación de los elementos (de la existencia fenoménica) que aparecen como internos y
externos. Así pues, no hay ninguna duda de que todos los fenómenos, que consisten en nombres y formas,
son solo de la naturaleza de la mente. Todos los que aparecen fuera, están en realidad dentro y no fuera;
para enseñar esto, en los Vedas también se ha descrito todo como de la naturaleza del corazón. Lo que se
llama el corazón, no es otro que el Brahman.

9 D: ¿Cómo puede decirse que el corazón no es otro que el Brahman?
M: Aunque el sí mismo goza sus experiencias en los estados de vigilia, de sueño con sueños y de
sueño profundo, que residen respectivamente en los ojos, la garganta y el corazón, sin embargo, no deja
nunca su sede principal, el corazón. En el loto del corazón, que es de la naturaleza de todo, o, en otras
palabras, en el éter de la mente, brilla la luz de ese sí mismo en la forma «yo». Como brilla así en todos, a
este sí mismo se le llama el presenciador (sakshi) y lo trascendente (turiya, literalmente el cuarto). El
supremo Brahman sin «yo», que brilla en todos los cuerpos como interior a la luz en la forma «yo», es el
Sí mismo-éter (o Conocimiento-éter): sólo esto es la Realidad absoluta. Esto es lo super-trascendente
(turiyatita). Por consiguiente, se afirma que lo que se llama el corazón no es otro que el Brahman.
Además, por la razón de que el Brahman brilla en los corazones de todas las almas como el Sí mismo, al
Brahman se le da el nombre de «Corazón»*. El significado de la palabra hridayam, cuando se divide así,
«hrit-ayam», es, en realidad, Brahman. La evidencia adecuada del hecho de que ese Brahman, que brilla
como el sí mismo, reside en los corazones de todos, es que todas las gentes se indican a sí mismas
señalándose el pecho al decir «yo».

10 D: Si el universo entero es en la forma de la mente, ¿no se sigue entonces que el universo es una
ilusión? Si ese es el caso, ¿por qué la creación del universo es mencionada en el Veda?
M: No hay ninguna duda de que el universo es una mera ilusión. El propósito principal del Veda es
hacer conocer al verdadero Brahman, después de mostrar que el universo aparente es falso. Con este
propósito los Vedas admiten la creación del mundo y no por ninguna otra razón. Además, a las personas
menos cualificadas se les enseña la creación, a saber, la evolución en fases de prakriti (naturaleza
primordial), mahat-tattva (el gran intelecto), los tanmatras (las esencias sutiles), los bhutas (los
elementos groseros), el mundo, el cuerpo, etc., desde el Brahman; mientras que a los más cualificados se
les enseña la creación simultánea, es decir, que este mundo surge como un sueño debido a los propios
pensamientos de uno inducidos por el defecto de no conocerse a uno mismo como el Sí mismo. Así pues,
por el hecho de que la creación del mundo ha sido descrita de diferentes maneras, es evidente que el
propósito de los Vedas está sólo en enseñar la verdadera naturaleza del Brahman, después de mostrar de
una manera u otra la naturaleza ilusoria del universo. Que el mundo es ilusorio, todos pueden saberlo
directamente en el estado de realización que es en la forma de experiencia de la propia naturalezafelicidad
de uno.

11 D: ¿Es posible la experiencia del Sí mismo para la mente, cuya naturaleza es cambio constante?
M: Puesto que el guna-sattva (el constituyente de prakriti que inclina a la pureza, a la inteligencia,
etc.) es la naturaleza de la mente, y puesto que la mente es pura e impoluta como el éter, lo que se llama
mente es, en verdad, de la naturaleza del conocimiento. Cuando está en ese estado natural (es decir, puro),
* «En los corazones de todas las almas individuales, eso que brilla es el Brahman, y por eso es
llamado el Corazón» —Brahma-gita.
ni siquiera tiene el nombre de «mente». Es sólo el conocimiento erróneo, que confunde uno con otro, lo
que se llama mente. Lo que era (originalmente) la pura mente sattva, de la naturaleza del puro
conocimiento, olvida su naturaleza-conocimiento debido a la nesciencia, se transforma en el mundo bajo
la influencia del guna-tamas (es decir, el constituyente de prakriti que inclina al torpor, la inercia, etc.),
está bajo la influencia del guna-rajas (es decir, el constituyente de prakriti que inclina a la actividad, las
pasiones, etc.), imagina «soy el cuerpo, etc.; el mundo es real», adquiere el consecuente mérito y demérito
a través del apego, la aversión, etc., y a través de las impresiones residuales (vasanas) de esto, padece el
nacimiento y la muerte. Pero la mente que se ha deshecho de su contaminación (pecado) a través de la
acción sin apego cumplida en muchas vidas pasadas, escucha la enseñanza de la escritura de un verdadero
guru, reflexiona sobre su significado y medita para obtener el estado natural del modo mental de la forma
del Sí mismo, es decir, de la forma «Yo soy el Brahman», que es el resultado de la contemplación
continuada del Brahman. Así será eliminada la transformación de la mente en el mundo bajo el aspecto
del guna tamas, y su errancia en él, bajo el aspecto del guna rajas. Cuando esta eliminación tiene lugar, la
mente deviene sutil e inmutable. Sólo por la mente que es impura y que está bajo la influencia de rajas y
tamas, la Realidad (es decir, el Sí mismo), que es muy sutil y sin cambio, no puede ser experimentada; lo
mismo que una pieza de tela de seda fina no puede ser cosida con una barra pesada, o como los detalles
de objetos sutiles no pueden ser distinguidos por la luz de la llama de una lámpara que parpadea en el
viento. Pero en la mente pura que se ha vuelto sutil e inmutable por la meditación descrita arriba, la
felicidad del Sí mismo (es decir, el Brahman) deviene manifiesta. Como sin mente no puede haber
experiencia, a la mente purificada, dotada con el modo extremadamente sutil (vritti), le es posible
experimentar la felicidad del Sí mismo, permaneciendo en esa forma (es decir, en la forma del Brahman).
Entonces, se experimenta claramente que el sí mismo de uno es de la naturaleza del Brahman.

12 D: ¿Es posible la antedicha experiencia del Sí mismo, incluso en el estado de la experiencia empírica,
para la mente que tiene que cumplir funciones de acuerdo con su prarabdha (el karma pasado que ha
comenzado a fructificar)?
M: Un brahmín puede representar diversos papeles en un drama; sin embargo, el pensamiento de que
es un brahmín no deja su mente. Similarmente, cuando uno está ocupado en diversos actos empíricos,
debe estar con la firme convicción «Soy el Sí mismo», sin permitir que surja la idea falsa «Yo soy el
cuerpo, etc.» Si la mente se desvía de su estado, entonces, inmediatamente, uno debe indagar, «¡Oh, oh!;
¡Nosotros no somos el cuerpo etc.! ¿Quién somos?» y así uno debe reinstalar la mente en ese estado
(puro). La indagación «¿Quién soy yo?» es el medio principal para la eliminación de toda la miseria y
para la obtención de la felicidad suprema. Cuando, de esta manera, la mente deviene quiescente en su
propio estado, la experiencia del Sí mismo surge por sí sola sin ningún obstáculo. En adelante, los
placeres y sufrimientos sensoriales no afectarán a la mente. Todos (los fenómenos) aparecerán entonces,
sin apego, como un sueño. No olvidar nunca la propia experiencia plena del Sí mismo es la verdadera
bhakti (devoción), el verdadero yoga (control de la mente), el verdadero jnana (conocimiento) y todas las
demás austeridades. Así dicen los sabios.

13 D: Cuando hay actividad en relación a las obras, nosotros no somos ni los hacedores de esas obras ni
sus gozadores. La actividad es de los tres instrumentos (es decir, la mente, el habla y el cuerpo).
¿Podemos permanecer (desapegados) pensando así?
M: Después de que a la mente se la ha hecho permanecer en el Sí mismo, que es su Deidad, y de que
se ha hecho indiferente a los asuntos empíricos debido a que no se aleja del Sí mismo, ¿cómo puede la
mente pensar como se menciona arriba? ¿No constituyen tales pensamientos la esclavitud? Cuando
surgen tales pensamientos debido a las impresiones residuales (vasanas), uno debe impedir a la mente que
fluya de esa manera, esforzándose para retenerla en el estado del Sí mismo, y haciendo que se vuelva
indiferente a los asuntos empíricos. Uno no debe dar cabida en la mente a pensamientos tales como: «¿Es
esto bueno? o, ¿Es eso bueno? ¿Puede hacerse esto? o, ¿Puede hacerse eso?» Uno debe estar vigilante
incluso antes de que tales pensamientos surjan, y hacer que la mente permanezca en su estado original. Si
se le da la más mínima oportunidad, esa mente (perturbada) nos hará daño mientras se presenta como
nuestro amigo; como el enemigo que parece ser un amigo, ella nos hará caer. ¿Acaso no surgen tales
pensamientos, y causan un mal cada vez mayor, porque uno olvida su propio Sí mismo? Aunque es
verdadero que pensar a través de la discriminación, «yo no hago nada; todas las acciones son cumplidas
por los instrumentos», es un medio de impedir que la mente fluya por los pensamientos vasanas, ¿no se
sigue también que sólo si la mente fluye por los pensamientos vasanas debe ser contenida a través de la
discriminación como se ha afirmado antes? ¿Puede la mente que permanece en el estado del Sí mismo,
pensar como «yo», y como «yo actúo empíricamente de tal y tal manera?» Por todos los medios posibles
uno debe esforzarse gradualmente para no olvidar el propio Sí mismo (verdadero) de uno, que es Dios. Si
se obtiene eso, todo estará cumplido. La mente no debe ser dirigida a ningún otro asunto. Aunque uno
pueda desempeñar, como una persona insensata, las acciones que son el resultado del prarabdha-karma,
uno debe mantener la mente en el estado del Sí mismo sin dejar que surja el pensamiento «yo hago». ¿No
han cumplido innumerables bhaktas (devotos) sus numerosas funciones empíricas con una actitud de
indiferencia?

14 D: ¿Cuál es el verdadero propósito de sannyasa (renunciación)?
M: Sannyasa es sólo la renuncia al pensamiento «yo», y no el rechazo de los objetos externos. El que
ha renunciado así (al pensamiento «yo») permanece el mismo, ya esté sólo, o en medio del extenso
samsara (mundo empírico). Lo mismo que cuando la mente está concentrada en algún objeto, no observa
otras cosas, aunque puedan estar próximas, así también, aunque el sabio pueda hacer numerosos actos
empíricos, en realidad no hace nada, porque hace que la mente repose en el Sí mismo sin dejar que surja
el pensamiento «yo». Lo mismo que en un sueño puede parecer que uno cae cabeza abajo, aunque en
realidad uno está inmóvil, así también la persona ignorante, es decir, la persona para quien el pensamiento
«yo» no ha cesado, aunque permanezca sola en meditación constante, es de hecho el que hace todas las
acciones empíricas. Así han dicho los sabios.

15 D: La mente, los órganos de los sentidos, etc., tienen la facultad de percibir; ¿Por qué, entonces, son
considerados como objetos percibidos?
M:
Drik
(Conocedor)
Drisya
(Objeto conocido)
1 El veedor Vasija (es decir, el objeto visto)
Además,
2. El órgano del ojo Cuerpo, Vasija, etc.
3. El sentido de la vista El órgano del ojo
4. La mente El sentido de la vista
5. El alma individual La mente
6. Consciencia (el Sí mismo) El alma individual

Como se muestra en este esquema, puesto que nosotros, la consciencia, conocemos todos los objetos, se
dice que nosotros somos drik (el conocedor). Las categorías que acaban en la vasija, son los objetos
vistos, puesto que son lo que se conoce. En la tabla de «conocimiento: ignorancia (es decir, conocedorconocido)

» dada aquí, entre los conocedores y los objetos del conocimiento, se ve que uno es conocedor
en relación a otro; sin embargo, puesto que uno es objeto en relación a otro, ninguna de esas categorías es,
en realidad, el conocedor. Aunque nosotros decimos que somos el «conocedor» porque conocemos todo,
y no lo «conocido» porque nosotros no somos conocidos por nada más, se dice que nosotros somos el
«conocedor» sólo en relación a los objetos conocidos. Sin embargo, en verdad, lo que se llama lo
«conocido» no es aparte de nosotros. Y así nosotros somos la Realidad que trasciende a esos dos (el
conocedor y lo conocido). Todas las demás entran dentro de las categorías de conocedor-conocido.

16 D: ¿Cómo han de ser identificados la egoidad, el alma, el sí mismo y el Brahman?
* Como ocurre en el caso de aquellos que escuchan una historia con su atención fijada en otra parte,
así también la mente cuyas impresiones residuales se han desvanecido, no funciona realmente, aunque
parezca hacerlo. La mente que no está liberada de las impresiones residuales, funciona realmente aunque
no parezca hacerlo; esto es como aquellos que, mientras permanecen estacionarios, imaginan en sus
sueños que suben a una colina y que caen de ella.
M:
El ejemplo Lo ejemplificado

1. La bola de hierro La egoidad
2. La bola de hierro al rojo El alma, que aparece como una sobreimposición
sobre el Sí mismo
3. El fuego que está en la bola de
hierro al rojo
La luz de la consciencia, es decir, el Brahman
inmutable, que brilla en el alma de todos
4. La llama de fuego que queda El Brahman omnipenetrante que queda como uno
Por estos ejemplos, estará claro cómo han de ser identificados la egoidad, el alma, el presenciador y
el Omnipresenciador.

Lo mismo que en la bola de cera de un herrero están incluidas numerosas y variadas partículas de
metal y todas ellas parecen ser una misma bola de cera, así también en el sueño profundo, los cuerpos
grosero y sutil de todas las almas individuales están incluidos en la maya cósmica, que es nesciencia, de
la naturaleza de la oscuridad profunda; y puesto que las almas están disueltas en el Sí mismo deviniendo
uno con él, ven por todas partes sólo oscuridad.
De la oscuridad del sueño profundo surge el cuerpo sutil, es decir, la egoidad, y de esa egoidad surge
el cuerpo grosero. Cuando surge la egoidad, aparece sobreimpuesta sobre la naturaleza del Sí mismo,
como la bola de hierro al rojo. Así pues, sin el alma (jiva), que es la mente o la egoidad, que está unida a
la luz de la Consciencia, no hay ningún presenciador del alma, es decir, el Sí mismo, y sin el Sí mismo no
hay ningún Brahman, que es el Omnipresenciador.
Lo mismo que cuando la bola de hierro al rojo es trabajada en diversas formas por el herrero, el
fuego que hay en ella no cambia por eso de ninguna manera, así también el alma puede estar envuelta en
muchas experiencias y sometida a placeres y sufrimientos, y, sin embargo, la luz del Sí mismo que está en
ella no cambia por eso en lo más mínimo, y, como el éter, es el puro conocimiento omnipenetrante que es
uno, y brilla en el corazón como el Brahman.

17 D: ¿Cómo sabe uno que en el corazón brilla el Sí mismo como el Brahman?
M: Lo mismo que se sabe que el éter elemental dentro de la llama de una lámpara llena sin ninguna
diferencia y sin ningún límite tanto el interior como el exterior de la llama, así también el éter del
conocimiento que está dentro de la luz del Sí mismo en el corazón, llena sin ninguna diferencia y sin
ningún límite tanto el interior como el exterior de esa luz del Sí mismo. Esto es lo que se conoce como el
Brahman.

18 D: ¿Cómo aparecen en la luz del Sí mismo, que es una, indivisible y autoluminosa, los tres estados de
experiencia, los tres cuerpos, etc.? Y si aparecen, ¿cómo sabe uno que sólo el Sí mismo permanece
siempre inmutable?
M:
El Ejemplo Lo Ejemplificado

(1) La lámpara El Sí mismo
(2) La puerta El sueño profundo
(3) El umbral de la puerta Mahat-tattva
(4) El muro interior La nesciencia o cuerpo causal
(5) El espejo La egoidad (referente al ego)
(6) Las ventanas Los cinco órganos de los sentidos cognoscitivos
(7) La cámara interior El sueño profundo en el que el cuerpo causal está manifiesto
(8) La cámara media El sueño con sueños en el que el cuerpo sutil está manifiesto
(9) El patio exterior El estado de vigilia en el que el cuerpo grosero está manifiesto

El Sí mismo, que es la lámpara (1), brilla por sí mismo en la cámara interior, es decir, el cuerpo
causal (7), que está dotado de nesciencia, como el muro interior (4), y el sueño profundo, como la puerta
(2); cuando, por el principio vital, condicionado por el tiempo, el karma, etc., se abre la puerta del sueño
profundo, hay un reflejo del Sí mismo en el espejo de la egoidad (5), que está colocado cerca del umbral
de la puerta —Mahat-tattva; el espejo de la egoidad ilumina así la cámara media, es decir, el estado de
sueño con sueños (8), y, a través de las ventanas, que son los cinco órganos de los sentidos cognoscitivos
(6), el patio exterior, es decir, el estado de vigilia (9). Cuando, nuevamente, por el principio vital
condicionado por el tiempo, el karma, etc., se cierra la puerta del sueño profundo, cesa la egoidad junto a
los estados de vigilia y de sueño con sueños, y sólo el Sí mismo brilla siempre. El ejemplo que acabamos
de dar explica cómo el Sí mismo es inmutable, cómo hay diferencia entre el Sí mismo y la egoidad, y
cómo aparecen los tres estados de experiencia, los tres cuerpos, etc.

19 D: Aunque he escuchado la explicación de las características de la indagación con gran detalle, mi
mente no ha obtenido ni siquiera un poco de paz. ¿Cual es la razón de esto?
M: La razón es la ausencia de fuerza o concentración de la mente.

20 D: ¿Cuál es la razón de la ausencia de fuerza mental?
M: Los medios que le hacen a uno cualificado para la indagación son la meditación, el yoga, etc. Uno
debe obtener la pericia en éstos a través de la práctica gradual, y asegurar así una corriente de modos
mentales que es natural y útil. Cuando la mente que tiene esta manera deviene madura y escucha la
presente indagación, realiza de inmediato su verdadera naturaleza, que es el Sí mismo, y permanece en
perfecta paz, sin desviarse de ese estado. Para una mente que no ha devenido madura, la realización
inmediata y la paz son difíciles de obtener a través de la escucha de la indagación. No obstante, si uno
practica los medios para el control de la mente por algún tiempo, finalmente puede ser obtenida la paz de
la mente.

21 D: De los medios para el control de la mente, ¿cuál es el más importante?
M: El control del soplo es el medio para el control de la mente

22 D: ¿Cómo ha de controlarse el soplo?
M: El soplo puede ser controlado ya sea por la retención absoluta del soplo (kevala-kumbhaka), o por
la regulación del soplo (pranayama).

23 D: ¿Qué es la retención absoluta del soplo?
M: Es hacer que el aire vital permanezca firmemente en el corazón sin exhalación ni inhalación. Esto
se obtiene a través de la meditación en el principio vital, etc.
24 D: ¿Qué es la regulación del soplo?
M: Es hacer que el aire vital permanezca firmemente en el corazón a través de la exhalación, la
inhalación y la retención, según las instrucciones dadas en los textos del yoga.

25 D: ¿Cómo es el control del soplo el medio para el control de la mente?
M: No hay ninguna duda de que el control del soplo es el medio para el control de la mente, porque la
mente, como el soplo, es una parte del aire, debido a que la naturaleza de la movilidad es común en
ambos, debido a que el lugar de origen es el mismo para ambos, y debido a que cuando uno de ellos es
controlado, el otro deviene igualmente controlado.

26 D: Puesto que el control del soplo conduce sólo a la quiescencia de la mente (manolaya) y no a su
destrucción (manonasa), ¿cómo puede decirse que el control del soplo es el medio para indagar que tiene
como meta la destrucción de la mente?
M: Las escrituras enseñan los medios de obtener la realización del Sí mismo de dos maneras —por
medio del yoga de ocho miembros (ashtanga-yoga), y por medio del conocimiento de ocho miembros
(ashtanga-jnana). Por la regulación del soplo (pranayama) o por su absoluta retención (kevalakumbhaka),
que es uno de los miembros del yoga, la mente deviene controlada. Sin dejar la mente en eso,
si uno practica disciplinas más avanzadas tales como la retirada de la mente de los objetos externos
(pratyahara), entonces, finalmente, se obtendrá sin duda la realización del Sí mismo, que es el fruto de la
indagación.

27 D: ¿Cuáles son los miembros del yoga?
M: Yama, niyama, asana, pranayama, pratyahara, dharana, dhyana y samadhi. De éstos:

(1) Yama: se refiere al cultivo de los principios de buena conducta tales como la no-violencia (ahimsa), la
verdad (satya), el no-robar (asteya), el celibato (brahmacharya) y la no-posesión (apari-graha).

(2) Niyama: se refiere a la observancia de reglas de buena conducta tales como la pureza (saucha), el
contento (santosha), la austeridad (tapas), el estudio de los textos sagrados (svadhyaya) y la devoción a
Dios (Isvara-pranidhana).

(3) Asana: De las diferentes posturas, ochenta y cuatro son las principales. De éstas, nuevamente,
cuatro, a saber, simha, bhadra, padma, y siddha** se consideran excelentes. De éstas, también, se
considera que solo siddha es la más excelente. Así lo declaran los textos del yoga.
(4) Pranayama: De acuerdo a las medidas prescritas en los textos sagrados, exhalar el aire vital es
rechaka, inhalar es puraka, y retenerlo en el corazón es kumbhaka. En lo que respecta a la «medida»,

* El propósito de yama y niyama es la obtención de todas las buenas vías abiertas a aquellos elegibles
para moksha. Para más detalles al respecto, ver obras como los Yoga-sutra y Hathayoga-dipika.

** Siddhasana: Se coloca el talón izquierdo sobre el órgano genital, y encima de éste, el talón
derecho. Se fija la vista entre las cejas mientras el cuerpo permanece inmóvil y recto como una estaca.
algunos textos dicen que rechaka y puraka deben ser iguales en medida, y kumbhaka dos veces esa
medida, mientras que otros textos señalan que si rechaka es la medida de uno, puraka debe ser la medida
de dos, y kumbhaka de cuatro. Por «medida» se entiende el tiempo que se tarda en recitar una vez la
Gayatrimantra. Así pues, el pranayama, que consiste en rechaka, puraka y kumbhaka debe ser practicado
a diario de acuerdo a la propia capacidad, lenta y gradualmente. Entonces surge en la mente un deseo de
reposar en la felicidad sin movimiento. Después de esto, uno debe practicar el pratyahara.

(5) Pratyahara: Consiste en regular la mente impidiéndola fluir hacia los nombres y formas externos.
La mente, que hasta entonces había estado distraída, ahora deviene controlada. Las ayudas en lo que a
esto respecta, son (1) meditación en el pranava, (2) fijar la atención entre las cejas, (3) mirar la punta de
la nariz y (4) reflexionar en el nada. La mente que ha devenido concentrada de esta manera, será apta para
permanecer en un sólo punto. Después de esto, debe practicarse el dharana.

(6) Dharana: Esto es fijar la mente en un lugar que sea apto para la meditación. Los lugares que son
eminentemente aptos para la meditación son el corazón y el Brahma-randhra (abertura en la coronilla de
la cabeza). Uno debe pensar que en medio del loto de ocho pétalos*** que hay en este lugar, brilla como
una llama, la Deidad que es el Sí mismo, es decir, el Brahman, y hay que fijar la mente en él. Después de
esto, uno debe meditar.

(7) Dhyana: Ésta es la meditación, a través del pensamiento «Yo soy Él», de que uno no es diferente
de la naturaleza de la antedicha llama. Si en este momento uno hace la indagación «¿Quién soy yo?»,
entonces, tal como lo declaran las escrituras, «El Brahman que está por todas partes brilla en el corazón
como el Sí mismo, que es el presenciador del intelecto»; uno realiza que es el Sí mismo Divino el que
brilla en el corazón como «yo—yo». Este modo de reflexión es la mejor meditación.

(8) Samadhi: Como un resultado de la fruición de la antedicha meditación, la mente se disuelve en el
objeto de meditación sin albergar las ideas «Soy fulano de tal; yo estoy haciendo esto y esto». Este estado
sutil en que incluso el pensamiento «yo—yo» desaparece, es el samadhi. Si uno practica esto todos los
días, procurando que no sobrevenga el sueño profundo, Dios le conferirá a uno pronto el estado supremo
de la quiescencia de la mente.

28 D: ¿Cuál es el propósito de la enseñanza de que en pratyahara uno debe meditar en el pranava?
M: El propósito de prescribir la meditación en el pranava es éste. El pranava es Omkara, que
consiste en tres matras y medio, a saber, a, u, m, y ardha-matra. De éstos, a representa el estado de
vigilia, Visva-jiva, y el cuerpo grosero; u representa el estado de sueño con sueños, Taijasa-jiva, y el
cuerpo sutil; m representa el estado de sueño profundo, Prajnajiva y el cuerpo causal; el ardha-matra
representa el Turiya, que es el sí mismo o la naturaleza «yo»; y lo que está más allá de eso es el estado de
Turiyatita, o pura Felicidad. En la sección sobre meditación (dhyana) se hacía alusión al cuarto estado,
que es el estado de la naturaleza «yo»: éste se ha descrito diversamente —como de la naturaleza de
amatra, que incluye los tres matras, a, u y m; como maunakshara (sílaba silenciosa); como ajapa (como
musitación sin musitación) y como el Advaita-mantra, que es la esencia de todos los mantras, tales como
el panchakshara. Para descubrir esta significación verdadera, uno debe meditar sobre el pranava. Ésta es
la meditación que es de la naturaleza de la devoción, consistente en la reflexión sobre la verdad del Sí
mismo. La fruición de este proceso es el samadhi, que otorga la liberación y que es el estado de felicidad
insuperable. Los venerables Gurus han dicho también que la liberación sólo se puede obtener por la
devoción que es de la naturaleza de la reflexión sobre la verdad del Sí mismo.

29 D: ¿Cuál es el propósito de la enseñanza de que uno debe meditar, a través del pensamiento «Yo soy
Él», sobre la verdad de que uno no es diferente de la Realidad auto-luminosa que brilla como una llama?
M: (A) El propósito de la enseñanza de que uno debe cultivar la idea de que uno no es diferente de la
Realidad auto-luminosa es éste: la escritura define la meditación en estas palabras, «En medio del loto del
corazón, de ocho pétalos, que es de la naturaleza de todo, y al cual se alude como Kailasa, Vaikundha y
Parama-pada, está la Realidad, que es del tamaño de un pulgar, que es deslumbrante como el relámpago
y que brilla como una llama. Por la meditación en ella, una persona obtiene la inmortalidad». Por esto
debemos saber que por tal meditación uno evita los defectos de (1) el pensamiento de la diferencia, en la
forma «yo soy diferente, y eso es diferente», (2) de la meditación sobre lo que es limitado, (3) de la idea
de que lo real es limitado, y (4) de que está limitado a un único lugar.
(B) El propósito de la enseñanza de que uno debe meditar con el pensamiento «Yo soy Él» es éste:
sahaham: soham; sah el supremo Sí mismo, aham el Sí mismo que es manifiesto como «yo». El jiva, que
*** Aunque es cierto que se dice que el loto de la coronilla de la cabeza tiene mil pétalos, también
puede ser descrito con ocho pétalos, porque cada uno de estos ocho consta de 125 sub-pétalos.
es el Shiva-linga, reside en el loto del corazón, que es su sede situada en el cuerpo que es la ciudad del
Brahman; la mente, que es de la naturaleza de la egoidad, sale afuera identificándose a sí misma con el
cuerpo, etc. Ahora, la mente debe ser disuelta en el corazón, es decir, la sensación «yo», que está situada
en el cuerpo, etc., debe ser desechada. Cuando uno indaga así: «¿Quién soy yo?», permaneciendo
imperturbado, en ese estado la naturaleza del Sí mismo deviene manifiesta de una manera sutil como
«yo—yo»; esa naturaleza del sí mismo es todo, y sin embargo nada, y es manifiesta como el supremo Sí
mismo por todas partes sin la distinción de interior y exterior; eso brilla como una llama, según lo hemos
dicho antes, que significa la verdad «Yo soy el Brahman». Si, sin meditar sobre eso como idéntico con
uno mismo, uno imagina que eso es diferente, la ignorancia no partirá. Por consiguiente, se prescribe la
meditación en la identidad.
Si uno medita durante mucho tiempo, sin ninguna perturbación, incesantemente sobre el Sí mismo,
con el pensamiento «Yo soy Él», que es la técnica de la reflexión sobre el Sí mismo, eliminará la
oscuridad de la ignorancia que está en el corazón y todos los impedimentos que no son más que el efecto
de la ignorancia, y obtendrá la plena sabiduría*.
Así pues, realizar la Realidad en la caverna del corazón que está en la ciudad (del Brahman), a saber,
en el cuerpo, es lo mismo que realizar al Dios Omniperfecto.
En la ciudad de las nueve puertas, que es el cuerpo, el sabio reside en paz**.
El cuerpo es el templo; el jiva es Dios (Shiva). Si uno le adora con el pensamiento «Yo soy Él», uno
obtendrá la liberación.
El cuerpo, que consiste en las cinco envolturas, es la caverna. El supremo que reside ahí es el señor
de la caverna. Así lo declaran las escrituras.
Puesto que el Sí mismo es la realidad de todos los dioses, la meditación en el Sí mismo, que es uno
mismo, es la más grande de todas las meditaciones. Todas las demás meditaciones están incluidas en ésta.
Las demás meditaciones se prescriben para obtener ésta. Así pues, si se obtiene ésta, las demás no son
necesarias. Conocer el propio Sí mismo de uno, es conocer a Dios. Sin conocer el propio Sí mismo de uno
que medita, imaginar que hay una deidad que es diferente y meditar en ella, es comparado por los grandes
al acto de medir con el pie la propia sombra de uno, y a buscar una concha trivial después de desechar una
gema inapreciable que está ya en la posesión de uno ***.
30 D: Aunque sólo el corazón y el Brahmarandhra son los lugares aptos para la meditación, ¿puede uno
meditar, si es necesario, en los seis centros místicos (adharas)?
M: Los seis centros místicos, etc., que se dice que son lugares de meditación, son sólo productos de la
imaginación. Todos éstos están pensados para los principiantes en yoga. Con referencia a la meditación
en los seis centros, los Shiva-yogis dicen: «Dios, que es de la naturaleza de la autoconsciencia no dual y
plena, nos manifiesta, sostiene y disuelve a todos. Es un gran pecado corromper esa Realidad
sobreimponiendo-Le diversos nombres y formas como Ganapati, Brahma, Vishnu, Rudra, Mahesvara y
Sadashiva», y los Vedantines declaran: «Todo eso son sólo imaginaciones de la mente». Por consiguiente,
si uno conoce el propio Sí mismo de uno, que es de la naturaleza de la consciencia que conoce todo, uno
conoce todo. Los grandes también han dicho: «Cuando ese Uno es conocido como es en Sí Mismo, todo
aquello que no ha sido conocido deviene conocido». Si nosotros, que estamos dotados con diversos
pensamientos, meditamos en Dios, que es el Sí mismo, nos liberamos de la pluralidad de pensamientos
por ese único pensamiento; e incluso ese único pensamiento se desvanecerá. Esto es lo que se entiende al
decir que conocer el propio Sí mismo de uno es conocer a Dios. Este conocimiento es la liberación.
31 D: ¿Cómo tiene que pensar uno en el Sí mismo?
M: El Sí mismo es auto-luminoso, sin oscuridad ni luz, y es la realidad que es automanifiesta. El
pensamiento mismo de pensar acabará en esclavitud. El propósito de la meditación en el Sí mismo es
hacer que la mente tome la forma del Sí mismo. En medio de la caverna del corazón, el puro Brahman es
directamente manifiesto como el Sí mismo en la forma «yo—yo». ¿Puede haber una ignorancia más
grande que pensar en él de múltiples maneras, sin conocer-Lo como se acaba de mencionar?

* Si se practica siempre la meditación en la forma «Yo soy Shiva» (Shivoham bhavana), que impide
que el pensamiento salga hacia afuera, surgirá el samadhi. —Vallalar.
** En la ciudad que tiene nueve puertas falsas, Él reside en forma de felicidad. Bhagavad gita.

*** Nosotros debemos meditar sobre eso que, existiendo en la forma de sí mismo, es el atma-tattva,
es refulgente, y que, residiendo en todas las cosas vivas, siempre dice «yo—yo». Buscar un Dios fuera,
abandonando al Dios que reside en la caverna del corazón, es como desechar una gema inapreciable y
buscar una canica trivial.

32 D: Se ha afirmado que el Brahman es manifiesto en el corazón como el Sí mismo en la forma «yo—
yo». Para facilitar una comprensión de esta afirmación, ¿puede explicarse más?
M: ¿No está dentro de la experiencia de todos que durante el sueño profundo, el desvanecimiento, etc.,
no hay ningún conocimiento, es decir, ni conocimiento de sí mismo ni ningún otro tipo de conocimiento?
Después, cuando hay experiencia en la forma «Yo he despertado del sueño profundo» o «Yo me he
recuperado del desmayo» —¿No es eso un modo de conocimiento específico que ha surgido del antedicho
estado sin distinción? Este conocimiento específico es llamado vijnana. Este vijnana deviene manifiesto
sólo como perteneciente ya sea al Sí mismo o ya sea al no-sí mismo, y no por sí mismo. Cuando
pertenece al Sí mismo, es llamado conocimiento verdadero, conocimiento en la forma de ese modo
mental cuyo objeto es el Sí mismo, o conocimiento que tiene por contenido el (Sí mismo) indiviso; y
cuando pertenece al no-sí mismo, es llamado ignorancia. El estado de este vijnana, cuando pertenece al Sí
mismo y es manifiesto como de la forma del Sí mismo, se dice que es la manifestación «yo». Esta
manifestación no puede tener lugar aparte de lo Real (es decir, el Sí mismo). Es esta manifestación la que
sirve como la marca de la experiencia directa de lo Real. Sin embargo, por sí mismo esto no puede
constituir el estado de ser lo Real. Eso, en dependencia de lo cual tiene lugar esta manifestación, es la
realidad básica que también es llamada prajnana. El texto vedántico «prajnanam brahma» enseña la
misma verdad.
Conoce esto como el propósito de la escritura también. El Sí mismo, que es auto-luminoso y el
presenciador de todo, se manifiesta a sí mismo como residiendo en la vijnanakosa (envoltura del
intelecto). Por el modo mental que es indiviso, aprehende este Sí mismo como tu meta y saboréalo como
el Sí mismo.

33 D: ¿Qué es lo que se llama la adoración interior, o adoración de lo sin atributos?
M: En textos tales como el Ribhu-gita, la adoración de lo sin atributos ha sido explicada
minuciosamente (como una disciplina aparte). Sin embargo, todas las disciplinas tales como el sacrificio,
la caridad, la austeridad, la observancia de votos, el japa, el yoga y la puja son, en efecto, modos de
meditación de la forma «Yo soy el Brahman». Así pues, en todos los modos de las diversas disciplinas,
uno debe cuidar de no alejarse del pensamiento «Yo soy el Brahman». Éste es el propósito de la
adoración de lo sin atributos.

34 D: ¿Cuáles son los ocho miembros del conocimiento (jnana-ashtanga)?
M: Los ocho miembros son aquellos que ya se han mencionado, a saber, yama, niyama, etc., pero
definidos diferentemente.
De estos -
(1) Yama:- Esto es controlar el agregado de los órganos de los sentidos, realizando los defectos que
están presentes en el mundo que consiste en el cuerpo, etc.
(2) Niyama:- Esto es mantener una corriente de modos mentales que se refieren al Sí mismo y
rechazar los modos contrarios. En otras palabras, significa el amor que surge ininterrumpidamente por el
supremo Sí mismo.
(3) Asana:- Eso con cuya ayuda se hace posible la meditación constante en el Brahman es asana.
(4) Pranayama:- Rechaka (exhalación) es la eliminación de los dos aspectos irreales de nombre y
forma de los objetos que constituyen el mundo, el cuerpo etc.; puraka (inspiración) es aprehender los tres
aspectos reales, a saber, existencia, consciencia y felicidad, que son constantes en esos objetos, y
kumbhaka es retener esos aspectos así aprehendidos.
(5) Pratyahara:- Esto es impedir que el nombre y la forma, que han sido eliminados, entren de nuevo
en la mente.
(6) Dharana:- Esto es hacer que la mente permanezca en el corazón, sin extraviarse fuera, y realizar
que uno es el Sí mismo mismo, que es existencia- consciencia-felicidad.
(7) Dhyana:- Esto es la meditación de la forma «Yo soy sólo pura consciencia». Es decir, después de
dejar de lado el cuerpo, que consiste en las cinco envolturas, uno indaga «¿Quién soy yo?», y como
resultado de eso, uno permanece como «yo», que brilla como el Sí mismo.
(8) Samadhi:- Cuando la manifestación «yo» cesa también, hay experiencia directa (sutil). Esto es
samadhi.
En lo que respecta al pranayama, etc., detallado aquí, las disciplinas tales como asana, etc.,
mencionadas en relación con el yoga, no son necesarias. Los miembros del conocimiento pueden ser
practicados en todos los lugares y en todos los tiempos. Con respecto al yoga y al conocimiento, uno
puede seguir cualquiera que le agrade, o ambos, según las circunstancias. Los grandes maestros dicen que
el olvido es la raíz de todo mal, y que es la muerte para aquellos que buscan la liberación*; así pues, uno
debe reposar la mente en el propio Sí mismo de uno y no debe olvidar nunca al Sí mismo: ésta es la meta.
Si se controla la mente, todo lo demás puede ser controlado. La distinción entre el yoga con ocho
miembros y el conocimiento con ocho miembros, ha sido expuesta minuciosamente en los textos
sagrados; así pues, aquí sólo se ha dado la sustancia de esta enseñanza.

35 D: ¿Es posible practicar al mismo tiempo el pranayama perteneciente al yoga, y el pranayama
perteneciente al conocimiento?
M: Mientras no se haya hecho que la mente repose en el corazón, ya sea a través de la retención
absoluta del soplo (kevala-kumbhaka) o ya sea a través de la indagación, se necesitan rechaka, puraka,
etc. De aquí que, el pranayama del yoga tenga que practicarse durante la instrucción, y el otro pranayama
puede ser practicado siempre. Así pues, ambos pueden ser practicados. Es suficiente si el pranayama
yóguico es practicado hasta que se obtiene la pericia en la retención absoluta.

36 D: ¿Por qué debe enseñarse diferentemente la vía a la liberación? ¿No creará confusión en la mente de
los aspirantes?
M: En los Vedas se enseñan varias vías para adecuarse a los diferentes grados de los aspirantes
cualificados. Sin embargo, puesto que la liberación es solo la destrucción de la mente, todos los esfuerzos
tienen como su meta el control de la mente. Aunque los modos de meditación pueden parecer diferentes
unos de otros, al final todos ellos devienen uno. No hay ninguna duda de esto. Uno puede adoptar la vía
que convenga a la madurez de su propia mente.
El control del prana, que es el yoga, y el control de la mente, que es el jnana* —éstos son los dos
medios principales para la destrucción la mente. Para algunos, el primero puede parecer fácil, y para otros
el segundo. Sin embargo, el jnana es como someter a un toro embravecido, engatusándolo con hierba
verde, mientras que el yoga es como controlarlo a través del uso de la fuerza. Así pues, los sabios dicen:
de los tres grados de aspirantes cualificados, el más alto alcanza la meta haciendo que la mente
permanezca firme en el Sí mismo mediante la determinación de la naturaleza de lo real por la indagación
vedántica, y por la consideración del propio sí mismo de uno y todas las cosas como de la naturaleza de lo
real; el mediano, haciendo que la mente permanezca en el corazón a través del kevala-kumbhaka y
meditando durante mucho tiempo en lo real; y el de grado más bajo, obteniendo ese estado de una manera
gradual a través del control del soplo, etc.
Hay que hacer que la mente repose en el corazón hasta la destrucción del pensamiento «yo», que es
de la forma de la ignorancia, y que reside en el corazón. Esto mismo es jnana; sólo esto es también
dhyana. El resto no es más que una mera digresión de palabras, una digresión de los textos. Así lo
proclaman las escrituras. Por consiguiente, si uno obtiene la pericia de retener la mente en el propio Sí
mismo de uno a través de un medio u otro, uno no necesita preocuparse por otros asuntos.
Los grandes maestros también han enseñado que el devoto es más grande que los yoguis**, y que el
medio para la liberación es la devoción, que es de la naturaleza de la reflexión sobre el propio Sí mismo
de uno***.
Así pues, la vía para realizar el Brahman es lo que se llama diversamente, Dahara-vidya, Brahmavidya,
Atma-vidya, etc. ¿Qué más puede decirse que esto? Uno debe comprender el resto. Las escrituras
enseñan en diferentes modos. Después de analizar todos esos modos, los más grandes declaran que éste es
el medio más corto y el mejor.
37 D: Practicando las disciplinas enseñadas arriba, uno puede deshacerse de los obstáculos que están en la
mente, a saber, la ignorancia, la duda, el error, etc., y obtener con ello la quiescencia de la mente. Sin
embargo, hay una última duda. Después de que la mente ha sido disuelta en el corazón, hay sólo
consciencia brillando como la realidad plena. Cuando la mente ha asumido así la forma del Sí mismo,

* La muerte o Kala es el abandono, en esta tierra, de la contemplación del Sí mismo, que nunca debe
ser abandonada en lo más mínimo. —Vivekachudamani.
* Ver todo como Real, según la escritura: Yo soy el Brahman —sólo uno, sin un segundo.
** De todos los yoguis, sólo el que reposa su mente y su amor constantes en mí, me es querido. —
Bhagavad-gita.
*** De los medios para la liberación, sólo bhakti (devoción) puede decirse que es el más alto. Pues
bhakti es reflexión constante en el propio Sí mismo de uno. —Vivekachudamani.
¿quién hay para indagar? Esa indagación resultaría en auto-adoración. ¡Sería como la historia del pastor
que busca la oveja que estuvo siempre sobre sus hombros!
M: El jiva mismo es Shiva; Shiva mismo es el jiva. Es verdadero que el jiva no es ningún otro que
Shiva. Cuando el grano está oculto dentro de la cáscara, es llamado arroz integral; cuando se elimina la
cáscara, es llamado arroz. Similarmente, mientras uno está atado por el karma, uno permanece un jiva;
cuando la atadura de la ignorancia se rompe, uno brilla como Shiva, la Deidad. Así lo declara un texto de
las escrituras. Por consiguiente, el jiva, que es la mente, es en realidad el puro Sí mismo; pero, olvidando
esta verdad, se imagina que es un alma individual y deviene atrapado en la forma de la mente. Así pues,
su búsqueda del Sí mismo, que es él mismo, es como la búsqueda de la oveja por el pastor. Pero, no
obstante, el jiva que ha olvidado su sí mismo, no devendrá el Sí mismo a través del mero conocimiento
mediato. Debido al impedimento causado por las impresiones residuales almacenadas en nacimientos
previos, el jiva olvida una y otra vez su identidad con el Sí mismo, y deviene engañado, identificándose
con el cuerpo, etc. ¿Acaso devendrá una persona un oficial de alto rango con sólo mirarle? ¿Acaso no es
por un esfuerzo sostenido en esa dirección como uno puede devenir un oficial de alto rango?
Similarmente, el jiva, que está en esclavitud por la identificación mental con el cuerpo, etc., debe hacer
uso del esfuerzo en la forma de reflexión en el Sí mismo, de una manera gradual y sostenida; y cuando de
esta manera la mente devenga destruida, el jiva devendrá el Sí mismo*.
La reflexión sobre el Sí mismo que se practica así constantemente, destruirá la mente, y después se
destruirá a sí misma como la estaca que se usa para avivar los carbones que queman a un cadáver. Es este
estado lo que se llama liberación.
38 D: Si el jiva es por naturaleza idéntico con el Sí mismo, ¿qué es lo que impide al jiva realizar su
verdadera naturaleza?
M: Es el olvido de la verdadera naturaleza del jiva; esto es conocido como el poder del ocultamiento.

39 D: Si es cierto que el jiva se ha olvidado a sí mismo, ¿cómo surge para todos la experiencia «yo»?
M: El velo no oculta completamente al jiva*; sólo oculta la Auto-naturaleza de «yo» y proyecta la
noción «yo soy el cuerpo»; pero no oculta la existencia del Sí mismo, que es «yo», y que es real y eterna.

40 D: ¿Cuáles son las características del jivan-mukta (el liberado en vida) y del videha-mukta (el liberado
en la muerte)?
M: «Yo no soy el cuerpo; yo soy el Brahman que es manifiesto como el Sí mismo. En mí, que soy la
Realidad plena*, el mundo, que consiste en cuerpos etc., es una mera apariencia, como el azul del cielo».
El que ha realizado la verdad así, es un jivan-mukta. Sin embargo, mientras su mente no haya sido
disuelta, puede surgir alguna miseria para él por la relación con los objetos debida al prarabdha (el karma
que ha comenzado a fructificar y cuyo resultado es el cuerpo presente), y como el movimiento de la
mente no ha cesado, tampoco habrá la experiencia de la felicidad. La experiencia del Sí mismo sólo es
posible para la mente que ha devenido sutil e inmóvil como resultado de la meditación prolongada. El que
está dotado así con una mente que ha devenido sutil, y que tiene la experiencia del Sí mismo, es llamado
un jivan-mukta. Es al estado de jivan-mukti al que se alude como el Brahman sin atributos y como Turiya.
Cuando incluso la mente sutil deviene disuelta, y cesa la experiencia del sí mismo, y cuando uno está
inmerso en el océano de felicidad y ha devenido uno con él, sin ninguna existencia diferenciada, uno es
llamado un videha-mukta. Es al estado de videha-mukta al que se alude como el Brahman transcendente
sin atributos y como el Turiya trascendente. Ésta es la meta final. Debido a los grados en la miseria y la
felicidad, puede decirse que los liberados, los jivan-muktas y videha-muktas, pertenecen a cuatro
categorías —Brahmavid, vara, variyan y varishtha. Pero estas distinciones son desde el punto de vista de
los demás que les miran; sin embargo, en realidad no hay distinciones en la liberación obtenida a través
del jnana.

* Aunque los obstáculos que causan la esclavitud del nacimiento pueden ser muchos, la causa raíz de
todos esos cambios es ahankara. Esta causa-raíz debe ser destruida para siempre. —Vivekachudamani.
* La ignorancia no puede ocultar al «yo» básico, pero oculta la verdad específica de que el jiva es el
Supremo (Sí mismo).
* Si hay meditación prolongada de que los mundos son una apariencia en mí, que soy la Realidad
plena, ¿donde puede permanecer la ignorancia?

OBEDIENCIA

¡Que los Pies de Ramana, el Maestro, que es el gran Shiva mismo y que es también en forma
humana, florezcan para siempre!

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