EL ENIGMATICO GRIMORIO DE SANTO TOMAS
DE AQUINO
TRATADO DE TOMÁS DE AQUINO EN EL ARTE DE ALQUIMIA DADO
A SU COMPAÑERO FRAY REGINALDO
________________________
I
Vencido de tus continuos ruegos, hermano queridísimo, te propongo describir en
ocho capítulos, de las partes que contiene, un breve tratado de nuestro arte, con ciertas
reglas, leves operaciones eficaces y tinturas muy verdaderas contenidas en él, y quiérote
rogar tres cosas: Lo primero, que no cuides mucho de las palabras de los modernos
filósofos y de los antiguos que hablan en esta ciencia, porque el arte de la alquimia
tiene su asiento y fundamento en la capacidad del entendimiento y en la demostración
de la experiencia.
Los filósofos, pues, queriendo encubrir la verdad de la ciencia, hablaron casi todas
las cosas en lenguaje figurado. Lo segundo: que no quieras apreciar multitud de
cosas, ni las composiciones de diversas especies, porque la naturaleza nunca produce
sino su semejante: porque así como del caballo y la pollina se engendra el mulo con
producción imperfecta, es como algunos imitadores de la ciencia producen de muchas
cosas cierta multiplicidad. Lo tercero, que no seas hablador, ni bachiller, más antes
bien, pon guarda en tu boca, y así como hijo de los sabios, no arrojarás las piedras
preciosas a los puercos.
Teniendo paz con Dios y teniendo tu fin ordenado en tu obra, siempre la llevaras
fijada en tu mente. Cree por cierto, que si tuvieras delante de los ojos las dichas reglas,
que me dio Alberto Magno, no tendrías necesidad de buscar el favor de los Reyes y de
los Grandes, sino antes bien, los reyes y los señores te darían toda honra.
Porque todo aquél que es reconocido en este arte sirviendo a los reyes y a los
Prelados, no sólo puede ayudar a los antedichos, sino tambien con buen orden a lodos
los necesitados, y lo que recibió de la gracia, jamás debe darlo a alguno con interés.
Estén pues signadas y selladas seguramente en el secreto de tu corazón las reglas
antedichas. porque en el libro y tratado que escribí antes de éste, hablé filosóficamente
para los del vulgo, mas a tí, hijo de gran secreto, escribo más claramente, confiado en
tu especial cuidado en el hablar.
II DE LA OPERACION
Porque según Avicena en una epístola al Rey Assa: Nosotros buscamos una
substancia verdadera y hacerla fija, compuesta de muchas, y que puesta sobre el fuego
lo soporte sin quemarse. Que será penetrante, generativa, que teñirá el mercurio y
otros cuerpos con una tintura verdaderisima y con el peso debido. La nobleza de esta
tintura excede al universo dichoso del mundo. Porque una cosa nuestra hace ser tres
cosas. Las tres, dos; las dos, finalmente, son una. Finalmente, así como conviene que
sea una substanciacomo dice Avicena, así también conviene tener paciencia, espera e
instrumentos.
Paciencia, porque según Pedro, la presura y el arrebatamiento vienen del Diablo.
Por eso quien no tiene paciencia aparte su mano de la operaclon. La espera tambien
es necesaria para toda acción natural, que sigue nuestro arte, ya que tiene su modo y
tiempo determinado. Los instrumentos, pues, también son necesarios, empero no muchos
como parecerá en lo siguiente, porque nuestra obra se perfecciona en una cosa,
con un vaso, en una operación según Hermes y por un camino. Esta medicina, ciertamente,
aunque es agregada de muchas cosas, con todo eso, es una sola materia que
no necesita de alguna otra hazaña, si no es del fermento blanco o rubio, por lo cual es
pura, natural, nunca puesta en alguna otra obra, y de la cual, en el régimen de la obra,
aparecerán diversos colores según los tiempos.
También conviene en los primeros días levantarse de mañana y ver si la viña floreció.
En los siguientes días se verá el corvino transmutado en la soledad del ciego, y
multiplicados colores, en todos los cuales se ha de esperar el color blanco, llegado el
cual esperemos sin error alguno a Nuestro Rey, elixir o polvo simple sin tacto, piedra
que tiene tantos nombres cuantas son las cosas en el mundo. Mas para explicarme en
breve nuestra materia o magnesia es nuestro argento único mineral, la orina de los muchachos
de doce años debidamente preparada, que viene luego de la vena y nunca fue
en ninguna obra grande que escribí para los vulgares; nuestra tierra de España, o antimonio.
Con todo eso, no notes aquí el argento vivo común, del que usan algunos multiplicadores
y sofistas, del cual si algo se hace se llama solamente multiplicación, y con
todo eso tiñe un poco respecto del Magisterio. Aunque causara largos gastos y si agradare
trabajar con él, en él hallarás la verdad, mas requiere larga digestión. Sigue pues
al Santo Alberto Magno, mi Maestro, y trabaja con argento vivo mineral y el mismo es
de nuestra obra perfectivo por la combustión, salvificativo y efecto por la fusión, porque
cuando se fija es tintura de blancura o de rubio, de una compostura abundantísima, de
un esplendor resplandeciente y no se aparta de lo mezclado, porque es amigable a los
metales y un medio de juntar las tinturas, porque se mezcla con ellos entrando en lo
profundo y penetrando naturalmente, porque se junta conellos.
III DE LA COMPOSICION DEL MERCURIO, Y DE SU PREPARACION
Aunque nuestra obra se perfecciona de nuestro solo mercurio, a pesar de eso
necesita de fermento rojo o blanco, pues se mezcla más fácilmente con el sol y con la
luna, y se hace una sola cosa con él, siendo así que estos dos cuerpos participan más
de su naturaleza, luego son más perfectos que los demás.
La razón es porque los cuerpos son de tanta mayor perfección cuanto más contienen
de Mercurio. El sol, pues, y la luna, teniendo más de él, se conmezclan para la
rubio y para lo blanco, se fijan estando en el fuego, porque el mismo mercurio solo es el
que perfecciona la obra y en él hallamos todas las cosas de que necesitamos para la
Obra, al cual no se debe juntar cosa extraña. El Sol y la Luna no son extraños a él,
porque los mismos se vuelven en su primera naturaleza al principio de la obra, esto es
el mercurio, porque de él tomaron su origen.
Algunos, pues, porfían haciendo la obra con el solo Mercurio o con la magnesia
simple, lavándola en vinagre fuerte, cociéndolo en aceite, sublimando, asando, calcinando,
destilando la quintaesencia, sacando, con los elementos y otras infinitas martirizaciones,
atormentando al mismo Mercurio, y creyendo con sus operaciones que de
ellas han de hallar alguna cosa grande. Finalmente muy poco logro hallan.
Mas créeme, hijo, que todo nuestro Magisterio está y consiste en sólo el régimen
del fuego con la capacidad de la industria. Porque nosotros nada obramos, mas la virtud
del fuego bien regido con poco trabajo hace nuestra piedra, y con pocos gastos.
Juzga que cuando nuestra piedra fuese una vez suelta en su primera naturaleza, es a
saber, en la primera agua, o leche de virgen, o cola del dragón, entonces la misma piedra
ella se calcina, sublima, destila, reduce, lava, congela, y por la virtud del fuego proporcionado,
a sí misma se perfecciona en un solo vaso, sin operación manual de otro.
Conoce pues hijo, cómo los Filósofos hablaron figuradamente de las operaciones
manuales, pues para que estés seguro de la purgación de nuestro Mercurio, te enseñaré
que con una verdadera operación nuestro mercurio común es preparado levísimamente.
Recibe pues, Mercurio mineral o tierra hispánica, antimonium nostrum, o tierra
negra oculosa, todas las cuales cosas son una misma, no inferiores de su género, el
cual no se haya puesto antes en obra alguna, cinco libras y veinte a lo más, y haz que
pase por un paño de lino espeso tres veces. Después haz que pase por el cuero de
liebre.
Ultimamente haz que pase por un paño de lino espeso, y ésta es la verdadera
lavadura. Y atiende: si alguna cosa queda en el cuerpo de su grosura, o algún espesor
de porquería. o hediondez. entonces ese mismo mercurio no vale para nuestra obra.
Pero si nada aparece, bueno te es. Advierte que con este mercurio, sin añadirle ninguna
cosa, pueden hacerse la una y la otra obra.
IV DEL MODO DE AMALGAMAR
Puesto que nuestra obra puede completarse a partir de sólo el Mercurio sin añadir
ningún producto extraño, se deduce que se describa muy brevemente el modo de
componer la amalgama. Pero en cambio, algunos entienden mal a los filósofos porque
creen que a partir del solo mercurio, sin ninguna hermana como semejante, se puede
terminar la obra.
Yo sin embargo, te digo con seguridad, que cuando trabajes con el mercurio, no
añadas nada extraño a él, y sepas que el oro, y la plata, no son extraños al mercurio;
más aún, participan de su naturaleza de una manera más cercana que cualquier otro
cuerpo. Por lo cual, reducidos a su primera naturaleza, se llaman hermanos semejantes
al mercurio por su composición y por su fijación simultánea. Si esto lo entiendes con
claridad, emanará leche de la virgen, y si trabajas con el mercurio no añadiéndole ninguna
cosa extraña, conseguirás lo que deseas.
V DE LA COMPOSICION DEL SOL Y DEL MERCURIO
Recibe del sol común depurado, esto es, en el fuego calentado, porque es fermento
de la rubedez, dos onzas, y quiébralas en pedazos pequeños con la tenaza,
añadelo a catorce onzas de mercurio, y haz humear al mercurio en la teja y desata mi
sol y muévelo con una vara de palo, hasta que el sol se desate bien y se mezcle; entonces
échalo todo en agua clara y en una escudilla de vidrio, o de piedra, y lava muchas
veces, limpiando y mudando por tanto tiempo, hasta que la negrura toda se aparte
del agua.
Entonces si quieres advertir, la voz de la tortolilla se oye en nuestra tierra, la cual
limpia, haz que la amalgama o composición pase por el cuero, bien ligado por arriba,
exprimiendo toda la amalgama, sin dos onzas, y quedarán en el cuero catorce, y aquellas
catorce onzas son las cosas aptas para nuestra operación. Atiende que deben ser
ni más ni menos que dos onzas de toda la materia que queden en el cuero. Si fuesen
más, disminúyela. Y estas dos onzas exprimidas, que se llaman leche de la virgen,
guárdalas para la segunda operación. Póngase pues la materia desde el cuero en el
vidrio, y los vidrios en el hornillo arriba descripto, y encendida debajo una lámpara, de
manera que esté contínuamenteardiendo de noche y de día, que nunca se apague, y la
llama derechamente dé en lo una vez encerrado, con todo eso no toque la olla, y se
extienda semejantemente a todas las partes del hornillo, bien negras.
Mas si después de un mes o dos quisieses mirar, verás flores vivas y colores
principales, como negro, blanco, citrino y rubio, entonces, sin alguna operación de tus
manos, con el régimen del fuego sólo, lo manifiesto será abscondido y lo abscondido se
hará manifiesto. Por lo cual nuestra materia a sí misma se lleva al perfecto elixir volviéndose
en polvo sutilísimo, que se llama tierra muerta, o hombre muerto en el sepulcro,
o magnesia árida, porque el espíritu en él esta ocultado en el sepulcro, y del ánima
casi se apartó. Permítela pues estar entonces, desde el principio hasta veintiséis semanas,
y entonces lo grueso está hecho grácil, lo leve ponderoso, lo áspero suave, y lo
dulce amargo, por la conversión de las naturalezas, cumplidas ocultamente por virtud
del fuego. Cuando vieres pues tus polvos enjugados: et si proban, et expensas desideras
tingent. Después enseñaré una, o dos partes, porque una parte de nuestra obra
solamente teñirá siete de mercurio bien purgado.
VI DE LA AMALGAMACION DE LO BLANCO
Del mismo modo se procede para lo blanco, esto es, luna, esto es, fermento de
la blancura; cuando mezclares con siete partes de Mercurio purgado, en el mismo procederás
como hiciste el rubio. Porque en toda obra blanca nada entra sino blanco, y en
toda obra rubia, nada sino rubio debe entrar: porque de la misma agua nuestra se hace
lo rubio y lo blanco, empero añadiendo distinto fermento, y pasado el tiempo antedicho
puede teñir blanco sobre mercurio, como para rubio hiciste.
Empero nota que el argento foliado en esta materia, es más útil que el argento
en masa, porque tiene en sí mixtura de algunas heces de mercurio y se debe amalgamar
con mercurio frío y no caliente. De otra suerte gravísimamente yerran algunos
obrando esto, disolviendo la amalgama en agua fuerte para purgarla, y si quieren mirar
la naturaleza de la composición del agua fuerte, la misma por esto se destruye más.
Algunos tambien quieren obrar con sol o luna mineral, según las reglas de este libro, y
yerran diciendo que el sol no tienen humedad y es cálido de manifiesto, y por eso muy
bueno. Antes bien, se saca la quintaesencia con el ingenio sutil del fuego en el vaso de
circulación que se llama pelícano. Mas el sol mineral y la luna tienen en sí mezclada
tanta suciedad de hez, que la purificación de ellos, potente al nuestro, no sería obra de
mujeres y juego de niños, mas antes bien trabajos muy fuertes de varón anciano, desatando,
calcinando, insistiendo a otras operaciones del arte grande.
VII DE LAS OPERACIONES SEGUNDA Y TERCERA
Acabada esta primera obra, procedamos a la segunda práctica. Luego que se
hizo el cuerpo de nuestra primera obra con la cola del Dragón, esto es, la leche de la
virgen, añadidas siete partes de mercurio nuevo sobre la materia que queda, según el
peso de los polvos, Mercurio digo purificado y limpiado, haz pasar por el cuero y retén
siete partes del todo; lava y ponlo en el vidrio y en el hornillo, como hiciste en la primera
obra, controlando por todo el tiempo, o estando cerca hasta que hayas visto hechos los
polvos otra vez, los cuales por segunda vez toma o saca, y si quieres tiñe, y estos polvos
son mucho mas sutiles quelos primeros, porque están más digeridos, porque una
parte tiñe cuarenta y nueve en elixir.
Entonces, procede a la tercera práctica, como hiciste en la primera y segunda
operación, y pon sobre el peso de los polvos de la segunda obra, siete partes de mercurio
purgado, y pon en el cuerpo, de manera que las siete partes queden en el todo
como antes. Y por segunda vez cuece, y haz polvos, los cuales de verdad son polvos
sutilísimos, de los cuales una onza tiñe siete veces cuarenta y nueve, que son trescientos
cuarenta y tres y esto sobre mercurio. La razón es porque cuanto más se digiere
nuestra medicina, tanto más sutil se hace y cuanto más sutil fuere, tanto más penetrable,
y cuanto más penetrable tanto más profundo tiñe. Por fin, de esto se entienda, que
si no tienes argento vivo mineral, seguramente podrás trabajar con mercurio común,
porque aunque no valga tanto como éste, con todo eso da largas expensas.
VIII DEL MODO DE OBRAR EN LA MATERIA O MERCURIO
Más cuando quieras teñir mercurio, toma la teja de plateros de oro, y úntala un
poco por dentro con sebo, y pónlo en ella, según la proporción de la medicina, sobre
fuego lentísimo y cuando el Mercurio comenzare a humear, echa dentro de tu medicina
encerrada en cera limpia, o en papel, y ten carbón encendido fuerte y preparado para
esto, y pon sobre la boca de la teja. Y da fuerte fuego, y cuando todo se hubiera liquidado,
échalo según las reglas, untada con sebo, y tendrás sol o luna finísima, según la
adición del fermento.
Mas si quieres multiplicar tu medicina en el estiércol del caballo. haz esto como
boca a boca te enseñé, como sabes, lo cual no te escribo porque sería pecado revelar
este secreto a hombres seglares que buscan esta ciencia mas por vanidad que por el
debido fin y honra de Dios, al cual sea la honra y gloria en los siglos de los siglos.
Amén. Mas aquella obra que escribí para los vulgares con estilo bastante físico, vi trabajarla
una vez para siempre al Santo Alberto, de Antimonio y de tierra española a tí
conocida.
Mas porque es de más logro y tiempo, y para no caer en la indebida expensión,
ojalá te procure el obrar más ligero, aquella breve obra que escribí, en la cual ningún
error hay, con las expensas moderadas, levedad de la obra, brevedad de tiempo, y el
fin verdaderamente deseado. De lo cual tú y todos los tuyos percibiréis sin falsedad. No
quieras pues, queridísimo, ocuparte con mayor obra, porque por la salud y oficio de la
predicación de Cristo, y logrando el tiempo, desees más atender a las riquezas espirituales
que ansiar por los logros temporales
DE AQUINO
TRATADO DE TOMÁS DE AQUINO EN EL ARTE DE ALQUIMIA DADO
A SU COMPAÑERO FRAY REGINALDO
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I
Vencido de tus continuos ruegos, hermano queridísimo, te propongo describir en
ocho capítulos, de las partes que contiene, un breve tratado de nuestro arte, con ciertas
reglas, leves operaciones eficaces y tinturas muy verdaderas contenidas en él, y quiérote
rogar tres cosas: Lo primero, que no cuides mucho de las palabras de los modernos
filósofos y de los antiguos que hablan en esta ciencia, porque el arte de la alquimia
tiene su asiento y fundamento en la capacidad del entendimiento y en la demostración
de la experiencia.
Los filósofos, pues, queriendo encubrir la verdad de la ciencia, hablaron casi todas
las cosas en lenguaje figurado. Lo segundo: que no quieras apreciar multitud de
cosas, ni las composiciones de diversas especies, porque la naturaleza nunca produce
sino su semejante: porque así como del caballo y la pollina se engendra el mulo con
producción imperfecta, es como algunos imitadores de la ciencia producen de muchas
cosas cierta multiplicidad. Lo tercero, que no seas hablador, ni bachiller, más antes
bien, pon guarda en tu boca, y así como hijo de los sabios, no arrojarás las piedras
preciosas a los puercos.
Teniendo paz con Dios y teniendo tu fin ordenado en tu obra, siempre la llevaras
fijada en tu mente. Cree por cierto, que si tuvieras delante de los ojos las dichas reglas,
que me dio Alberto Magno, no tendrías necesidad de buscar el favor de los Reyes y de
los Grandes, sino antes bien, los reyes y los señores te darían toda honra.
Porque todo aquél que es reconocido en este arte sirviendo a los reyes y a los
Prelados, no sólo puede ayudar a los antedichos, sino tambien con buen orden a lodos
los necesitados, y lo que recibió de la gracia, jamás debe darlo a alguno con interés.
Estén pues signadas y selladas seguramente en el secreto de tu corazón las reglas
antedichas. porque en el libro y tratado que escribí antes de éste, hablé filosóficamente
para los del vulgo, mas a tí, hijo de gran secreto, escribo más claramente, confiado en
tu especial cuidado en el hablar.
II DE LA OPERACION
Porque según Avicena en una epístola al Rey Assa: Nosotros buscamos una
substancia verdadera y hacerla fija, compuesta de muchas, y que puesta sobre el fuego
lo soporte sin quemarse. Que será penetrante, generativa, que teñirá el mercurio y
otros cuerpos con una tintura verdaderisima y con el peso debido. La nobleza de esta
tintura excede al universo dichoso del mundo. Porque una cosa nuestra hace ser tres
cosas. Las tres, dos; las dos, finalmente, son una. Finalmente, así como conviene que
sea una substanciacomo dice Avicena, así también conviene tener paciencia, espera e
instrumentos.
Paciencia, porque según Pedro, la presura y el arrebatamiento vienen del Diablo.
Por eso quien no tiene paciencia aparte su mano de la operaclon. La espera tambien
es necesaria para toda acción natural, que sigue nuestro arte, ya que tiene su modo y
tiempo determinado. Los instrumentos, pues, también son necesarios, empero no muchos
como parecerá en lo siguiente, porque nuestra obra se perfecciona en una cosa,
con un vaso, en una operación según Hermes y por un camino. Esta medicina, ciertamente,
aunque es agregada de muchas cosas, con todo eso, es una sola materia que
no necesita de alguna otra hazaña, si no es del fermento blanco o rubio, por lo cual es
pura, natural, nunca puesta en alguna otra obra, y de la cual, en el régimen de la obra,
aparecerán diversos colores según los tiempos.
También conviene en los primeros días levantarse de mañana y ver si la viña floreció.
En los siguientes días se verá el corvino transmutado en la soledad del ciego, y
multiplicados colores, en todos los cuales se ha de esperar el color blanco, llegado el
cual esperemos sin error alguno a Nuestro Rey, elixir o polvo simple sin tacto, piedra
que tiene tantos nombres cuantas son las cosas en el mundo. Mas para explicarme en
breve nuestra materia o magnesia es nuestro argento único mineral, la orina de los muchachos
de doce años debidamente preparada, que viene luego de la vena y nunca fue
en ninguna obra grande que escribí para los vulgares; nuestra tierra de España, o antimonio.
Con todo eso, no notes aquí el argento vivo común, del que usan algunos multiplicadores
y sofistas, del cual si algo se hace se llama solamente multiplicación, y con
todo eso tiñe un poco respecto del Magisterio. Aunque causara largos gastos y si agradare
trabajar con él, en él hallarás la verdad, mas requiere larga digestión. Sigue pues
al Santo Alberto Magno, mi Maestro, y trabaja con argento vivo mineral y el mismo es
de nuestra obra perfectivo por la combustión, salvificativo y efecto por la fusión, porque
cuando se fija es tintura de blancura o de rubio, de una compostura abundantísima, de
un esplendor resplandeciente y no se aparta de lo mezclado, porque es amigable a los
metales y un medio de juntar las tinturas, porque se mezcla con ellos entrando en lo
profundo y penetrando naturalmente, porque se junta conellos.
III DE LA COMPOSICION DEL MERCURIO, Y DE SU PREPARACION
Aunque nuestra obra se perfecciona de nuestro solo mercurio, a pesar de eso
necesita de fermento rojo o blanco, pues se mezcla más fácilmente con el sol y con la
luna, y se hace una sola cosa con él, siendo así que estos dos cuerpos participan más
de su naturaleza, luego son más perfectos que los demás.
La razón es porque los cuerpos son de tanta mayor perfección cuanto más contienen
de Mercurio. El sol, pues, y la luna, teniendo más de él, se conmezclan para la
rubio y para lo blanco, se fijan estando en el fuego, porque el mismo mercurio solo es el
que perfecciona la obra y en él hallamos todas las cosas de que necesitamos para la
Obra, al cual no se debe juntar cosa extraña. El Sol y la Luna no son extraños a él,
porque los mismos se vuelven en su primera naturaleza al principio de la obra, esto es
el mercurio, porque de él tomaron su origen.
Algunos, pues, porfían haciendo la obra con el solo Mercurio o con la magnesia
simple, lavándola en vinagre fuerte, cociéndolo en aceite, sublimando, asando, calcinando,
destilando la quintaesencia, sacando, con los elementos y otras infinitas martirizaciones,
atormentando al mismo Mercurio, y creyendo con sus operaciones que de
ellas han de hallar alguna cosa grande. Finalmente muy poco logro hallan.
Mas créeme, hijo, que todo nuestro Magisterio está y consiste en sólo el régimen
del fuego con la capacidad de la industria. Porque nosotros nada obramos, mas la virtud
del fuego bien regido con poco trabajo hace nuestra piedra, y con pocos gastos.
Juzga que cuando nuestra piedra fuese una vez suelta en su primera naturaleza, es a
saber, en la primera agua, o leche de virgen, o cola del dragón, entonces la misma piedra
ella se calcina, sublima, destila, reduce, lava, congela, y por la virtud del fuego proporcionado,
a sí misma se perfecciona en un solo vaso, sin operación manual de otro.
Conoce pues hijo, cómo los Filósofos hablaron figuradamente de las operaciones
manuales, pues para que estés seguro de la purgación de nuestro Mercurio, te enseñaré
que con una verdadera operación nuestro mercurio común es preparado levísimamente.
Recibe pues, Mercurio mineral o tierra hispánica, antimonium nostrum, o tierra
negra oculosa, todas las cuales cosas son una misma, no inferiores de su género, el
cual no se haya puesto antes en obra alguna, cinco libras y veinte a lo más, y haz que
pase por un paño de lino espeso tres veces. Después haz que pase por el cuero de
liebre.
Ultimamente haz que pase por un paño de lino espeso, y ésta es la verdadera
lavadura. Y atiende: si alguna cosa queda en el cuerpo de su grosura, o algún espesor
de porquería. o hediondez. entonces ese mismo mercurio no vale para nuestra obra.
Pero si nada aparece, bueno te es. Advierte que con este mercurio, sin añadirle ninguna
cosa, pueden hacerse la una y la otra obra.
IV DEL MODO DE AMALGAMAR
Puesto que nuestra obra puede completarse a partir de sólo el Mercurio sin añadir
ningún producto extraño, se deduce que se describa muy brevemente el modo de
componer la amalgama. Pero en cambio, algunos entienden mal a los filósofos porque
creen que a partir del solo mercurio, sin ninguna hermana como semejante, se puede
terminar la obra.
Yo sin embargo, te digo con seguridad, que cuando trabajes con el mercurio, no
añadas nada extraño a él, y sepas que el oro, y la plata, no son extraños al mercurio;
más aún, participan de su naturaleza de una manera más cercana que cualquier otro
cuerpo. Por lo cual, reducidos a su primera naturaleza, se llaman hermanos semejantes
al mercurio por su composición y por su fijación simultánea. Si esto lo entiendes con
claridad, emanará leche de la virgen, y si trabajas con el mercurio no añadiéndole ninguna
cosa extraña, conseguirás lo que deseas.
V DE LA COMPOSICION DEL SOL Y DEL MERCURIO
Recibe del sol común depurado, esto es, en el fuego calentado, porque es fermento
de la rubedez, dos onzas, y quiébralas en pedazos pequeños con la tenaza,
añadelo a catorce onzas de mercurio, y haz humear al mercurio en la teja y desata mi
sol y muévelo con una vara de palo, hasta que el sol se desate bien y se mezcle; entonces
échalo todo en agua clara y en una escudilla de vidrio, o de piedra, y lava muchas
veces, limpiando y mudando por tanto tiempo, hasta que la negrura toda se aparte
del agua.
Entonces si quieres advertir, la voz de la tortolilla se oye en nuestra tierra, la cual
limpia, haz que la amalgama o composición pase por el cuero, bien ligado por arriba,
exprimiendo toda la amalgama, sin dos onzas, y quedarán en el cuero catorce, y aquellas
catorce onzas son las cosas aptas para nuestra operación. Atiende que deben ser
ni más ni menos que dos onzas de toda la materia que queden en el cuero. Si fuesen
más, disminúyela. Y estas dos onzas exprimidas, que se llaman leche de la virgen,
guárdalas para la segunda operación. Póngase pues la materia desde el cuero en el
vidrio, y los vidrios en el hornillo arriba descripto, y encendida debajo una lámpara, de
manera que esté contínuamenteardiendo de noche y de día, que nunca se apague, y la
llama derechamente dé en lo una vez encerrado, con todo eso no toque la olla, y se
extienda semejantemente a todas las partes del hornillo, bien negras.
Mas si después de un mes o dos quisieses mirar, verás flores vivas y colores
principales, como negro, blanco, citrino y rubio, entonces, sin alguna operación de tus
manos, con el régimen del fuego sólo, lo manifiesto será abscondido y lo abscondido se
hará manifiesto. Por lo cual nuestra materia a sí misma se lleva al perfecto elixir volviéndose
en polvo sutilísimo, que se llama tierra muerta, o hombre muerto en el sepulcro,
o magnesia árida, porque el espíritu en él esta ocultado en el sepulcro, y del ánima
casi se apartó. Permítela pues estar entonces, desde el principio hasta veintiséis semanas,
y entonces lo grueso está hecho grácil, lo leve ponderoso, lo áspero suave, y lo
dulce amargo, por la conversión de las naturalezas, cumplidas ocultamente por virtud
del fuego. Cuando vieres pues tus polvos enjugados: et si proban, et expensas desideras
tingent. Después enseñaré una, o dos partes, porque una parte de nuestra obra
solamente teñirá siete de mercurio bien purgado.
VI DE LA AMALGAMACION DE LO BLANCO
Del mismo modo se procede para lo blanco, esto es, luna, esto es, fermento de
la blancura; cuando mezclares con siete partes de Mercurio purgado, en el mismo procederás
como hiciste el rubio. Porque en toda obra blanca nada entra sino blanco, y en
toda obra rubia, nada sino rubio debe entrar: porque de la misma agua nuestra se hace
lo rubio y lo blanco, empero añadiendo distinto fermento, y pasado el tiempo antedicho
puede teñir blanco sobre mercurio, como para rubio hiciste.
Empero nota que el argento foliado en esta materia, es más útil que el argento
en masa, porque tiene en sí mixtura de algunas heces de mercurio y se debe amalgamar
con mercurio frío y no caliente. De otra suerte gravísimamente yerran algunos
obrando esto, disolviendo la amalgama en agua fuerte para purgarla, y si quieren mirar
la naturaleza de la composición del agua fuerte, la misma por esto se destruye más.
Algunos tambien quieren obrar con sol o luna mineral, según las reglas de este libro, y
yerran diciendo que el sol no tienen humedad y es cálido de manifiesto, y por eso muy
bueno. Antes bien, se saca la quintaesencia con el ingenio sutil del fuego en el vaso de
circulación que se llama pelícano. Mas el sol mineral y la luna tienen en sí mezclada
tanta suciedad de hez, que la purificación de ellos, potente al nuestro, no sería obra de
mujeres y juego de niños, mas antes bien trabajos muy fuertes de varón anciano, desatando,
calcinando, insistiendo a otras operaciones del arte grande.
VII DE LAS OPERACIONES SEGUNDA Y TERCERA
Acabada esta primera obra, procedamos a la segunda práctica. Luego que se
hizo el cuerpo de nuestra primera obra con la cola del Dragón, esto es, la leche de la
virgen, añadidas siete partes de mercurio nuevo sobre la materia que queda, según el
peso de los polvos, Mercurio digo purificado y limpiado, haz pasar por el cuero y retén
siete partes del todo; lava y ponlo en el vidrio y en el hornillo, como hiciste en la primera
obra, controlando por todo el tiempo, o estando cerca hasta que hayas visto hechos los
polvos otra vez, los cuales por segunda vez toma o saca, y si quieres tiñe, y estos polvos
son mucho mas sutiles quelos primeros, porque están más digeridos, porque una
parte tiñe cuarenta y nueve en elixir.
Entonces, procede a la tercera práctica, como hiciste en la primera y segunda
operación, y pon sobre el peso de los polvos de la segunda obra, siete partes de mercurio
purgado, y pon en el cuerpo, de manera que las siete partes queden en el todo
como antes. Y por segunda vez cuece, y haz polvos, los cuales de verdad son polvos
sutilísimos, de los cuales una onza tiñe siete veces cuarenta y nueve, que son trescientos
cuarenta y tres y esto sobre mercurio. La razón es porque cuanto más se digiere
nuestra medicina, tanto más sutil se hace y cuanto más sutil fuere, tanto más penetrable,
y cuanto más penetrable tanto más profundo tiñe. Por fin, de esto se entienda, que
si no tienes argento vivo mineral, seguramente podrás trabajar con mercurio común,
porque aunque no valga tanto como éste, con todo eso da largas expensas.
VIII DEL MODO DE OBRAR EN LA MATERIA O MERCURIO
Más cuando quieras teñir mercurio, toma la teja de plateros de oro, y úntala un
poco por dentro con sebo, y pónlo en ella, según la proporción de la medicina, sobre
fuego lentísimo y cuando el Mercurio comenzare a humear, echa dentro de tu medicina
encerrada en cera limpia, o en papel, y ten carbón encendido fuerte y preparado para
esto, y pon sobre la boca de la teja. Y da fuerte fuego, y cuando todo se hubiera liquidado,
échalo según las reglas, untada con sebo, y tendrás sol o luna finísima, según la
adición del fermento.
Mas si quieres multiplicar tu medicina en el estiércol del caballo. haz esto como
boca a boca te enseñé, como sabes, lo cual no te escribo porque sería pecado revelar
este secreto a hombres seglares que buscan esta ciencia mas por vanidad que por el
debido fin y honra de Dios, al cual sea la honra y gloria en los siglos de los siglos.
Amén. Mas aquella obra que escribí para los vulgares con estilo bastante físico, vi trabajarla
una vez para siempre al Santo Alberto, de Antimonio y de tierra española a tí
conocida.
Mas porque es de más logro y tiempo, y para no caer en la indebida expensión,
ojalá te procure el obrar más ligero, aquella breve obra que escribí, en la cual ningún
error hay, con las expensas moderadas, levedad de la obra, brevedad de tiempo, y el
fin verdaderamente deseado. De lo cual tú y todos los tuyos percibiréis sin falsedad. No
quieras pues, queridísimo, ocuparte con mayor obra, porque por la salud y oficio de la
predicación de Cristo, y logrando el tiempo, desees más atender a las riquezas espirituales
que ansiar por los logros temporales
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