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lunes, 30 de abril de 2007

Las técnicas de control mental de las sectas y cómo combatirlas // Cap.:5-6

Las técnicas de control mental de las sectas y cómo combatirlas
Steve Hassan





CAPÍTULO 5



Psicología de la secta



Desde que abandoné la secta Moon, he aconsejado o hablado con más de un millar de ex miembros de sectas de todo tipo. Eran personas de la más variada extracción social, y sus edades iban desde los 22 hasta los 85 años. A pesar de que resultaba evidente que algunos de ellos tenían graves problemas emocionales antes de convertirse en adeptos, la gran mayoría eran sujetos estables, inteligentes e idealistas, con una buena educación y procedentes de familias respetables.

Este hecho no me sorprendía demasiado, porque cuando yo era un líder en los Moonies, hacíamos un reclutamiento selectivo de gente «valiosa», es decir aquellos que eran fuertes, inquietos y estaban motivados. En cambio, el individuo con problemas emocionales siempre tenía dificultades para ajustarse a la rígida agenda diaria y á las enormes presiones psicológicas a que le sometíamos. Cuesta mucho tiempo, energía y dinero reclutar y adoctrinar a los miembros, así que procurábamos no desperdiciar nuestros recursos en alguien que, a lo mejor, en menos de un año ya no podía soportar el esfuerzo.

Como cualquier otra empresa, todas' las grandes sectas vigilan la relación coste/beneficio. Tienen miedo de que, si no lo hacen, sus organizaciones desaparezcan al cabo de unos años. Las sectas que cuentan con más de una década de existencia disponen de personal competente que se ocupa de los asuntos prácticos que cualquier organización con objetivos a largo plazo debe controlar.

Los grupos grandes se pueden permitir la contratación de personas extrañas para que realicen las tareas ejecutivas y profesionales, pero no se confía tanto en un profesional contratado como en alguien que está comprometido emocionalmente con la secta. Además, al adepto no le pagan por sus servicios. Las sectas intentan reclutar a profesionales para que administren sus asuntos y den una fachada respetable a la organización, así como también para asegurarse el éxito.

Los foráneos que tratan con los líderes de las sectas destructivas nunca dejan de asombrarse ante el hecho de que éstos no son unos locos de atar. Una secta, por lo general, busca a las personas más educadas, activas y capaces que puede encontrar. He escuchado comentarios como éstos: «No sabía que había tanta gente brillante en este tipo de grupos», o «Aquel líder es de verdad una persona muy agradable, bondadosa y muy inteligente. ¿Por qué se habrá unido a un grupo como éste?»

A veces me preguntan si existe lo que se puede considerar la típica «familia con problemas» de la cual provengan la mayor parte de los adeptos La respuesta a dicha pregunta es negativa. Cualquiera, no importan sus antecedentes familiares, puede ser reclutado por una secta. La variable importante no está en la familia de los posibles miembros sino en el nivel de capacidad del reclutador.

La participación en las sectas destructivas proporciona a algunos individuos una salida para diversos aspectos de si mismos que no encuentran en su vida familiar o en sus otras actividades sociales. Muchos hombres y mujeres sienten una auténtica necesidad de trabajar en equipo con otras personas en pro de las más variadas causas sociales o religiosas. Sin embargo, son relativamente pocas las comunidades que ofrezcan actividades organizadas de este tipo a las personas idealistas. La vida en una secta les brinda esta oportunidad, junto con los aparentes beneficios del «compañerismo» que se vive al participar en una intensa experiencia de grupo. Yo apoyo la búsqueda del individuo que quiere encontrar formas más significativas para desarrollar sus relaciones con otras personas, pero he aprendido que quienes se embarcan en esta búsqueda son a menudo más vulnerables que otros al reclutamiento por parte de las sectas destructivas

También me he dado cuenta de que muchos jóvenes idealistas reclutados por las sectas están en plena lucha por afirmar su personalidad, y que algunos atraviesan un período de rebelión. Para esta gente la pertenencia a una secta puede ser una forma de sustituir a su familia por los líderes del grupo mientras se alejan del hogar. A veces me he encontrado con problemas mas graves, como el alcoholismo o la drogadicción en el seno familiar, lo que hace que la persona sienta intensos deseos de alejarse de la familia disfuncional tan pronto como sea posible. Sin embargo, no parece ser éste el tipo de familia patrón de la que provienen los novicios. La mayoría de las familias son relativamente normales.

¿Qué hace que una persona sea vulnerable a las sectas? ¿Cómo es posible que una persona amable, inteligente y cariñosa se convierta en miembro de una secta destructiva? Si es como la mayor parte de los miembros, probablemente le habrán abordado durante un momento de mucho estrés, o tal vez cuando ocurría un cambio importante en su vida.

El estrés es algo habitual en el mundo moderno. Mucha gente experimenta una intensa presión en el trabajo o en la escuela, o tensiones originadas por problemas familiares, relaciones sociales, trastornos de salud, nuevos trabajos, cambio de casa, falta de recursos económicos o combinaciones de varias de estas causas al mismo tiempo. Por lo general, nuestros mecanismos de defensa nos ayudan a salir del paso, pero todos pasamos por momentos en que somos vulnerables.

A pesar de que en momentos de debilidad podemos sucumbir al control mental, esto no significa que sea permanente. Cuando los reclutas abandonan el entorno del grupo durante el tiempo suficiente para poder descubrir libros, artículos o testimonios de ex miembros, casi siempre se desvinculan de la secta. El problema se presenta en caso de que las personas dependan del grupo para toda la información clave. Al no tener a mano nada mejor, le otorgan a los miembros y a los líderes de la secta los beneficios de la duda. Pueden creer que cualquier problema que surja no es más que el resultado de la idiosincrasia particular de un miembro, y no del sistema en sí.

Un ex miembro al que atendí me dijo que cada vez que pillaba a su reclutador Moonie en una mentira, no le prestaba atención porque pensaba que mentir era un problema personal suyo Estos errores de juicio son comunes entre las personas que desconocen la naturaleza de las sectas.

Este capítulo tiene la intención de ayudarle a «ponerse en la piel» del miembro de una seca, a comprender su psicología y algo de cómo es su vida dentro del grupo. En la primera mitad del capítulo se identifican algunos de los temas básicos de la vida en las sectas destructivas, el común denominador que todas comparten en lo que dicen y hacen. La segunda parte se centra en cómo es la vida personal en una secta destructiva, mediante el análisis de los perfiles de diversas personas que han pertenecido a una secta. Yo he conocido a algunas de ellas durante mucho tiempo. Con la excepción de Elizabeth Rose, han abandonado las sectas a las que pertenecían y me han dado permiso para utilizar sus nombres verdaderos y verificar que sus historias fuesen ciertas. No importa lo extraño que puedan parecer estos relatos, son absolutamente verídicos.

La experiencia en la secta

¿Cómo es la experiencia de vivir en una secta destructiva que utiliza el control mental? ¿Qué se siente? ¿Qué se piensa?

Dado que existen tantos tipos diferentes de sectas que practican el control mental, sería imposible describir las creencias y prácticas de cada una. La mejor manera para obtener datos de un grupo concreto es localizar a un ex miembro, o al menos buscar un relato escrito por un ex miembro. Un pariente preocupado puede aprender la jerga especial de un grupo en particular y sus palabras en clave. Los ex miembros son una gran fuente de información, porque nadie mejor que ellos conoce la experiencia de vivir en una secta.

A pesar de que las sectas destructivas pueden presentar diferencias individuales, hay ciertos tenias de la pertenencia a una secta que son más o menos universales. Y al decir «temas» me refiero a los aspectos de la enseñanza en el grupo, a su vida social, y a las creencias que se convierten en factores poderosos en -y de hecho determinan- la vida diaria del adepto. Desde luego, el grado en que estos temas influyen en las personas depende de la fortaleza del vínculo (¿vive con el grupo o tiene su propia casa?), de cuánto tiempo hace que es miembro y de cuál es el nivel jerárquico que ha conseguido. Para la mayoría de los adeptos, los siguientes temas estarán muy próximos a sus propias experiencias.

La doctrina es la realidad

No hay lugar en un entorno de control mental para considerar las creencias del grupo como simple teoría, o como un medio para interpretar o buscar la realidad La doctrina es la realidad. Algunas sectas llegan tan lejos que enseñan que todo el mundo material es una ilusión, y en consecuencia todos los pensamientos, deseos y acciones (excepto los prescritos por la secta) no tienen existencia real.

Las doctrinas sectarias más eficaces son, en palabras de Eric Hoifer, «aquellas que son inverificables y no evaluables».1 Pueden ser tan intrincadas que se necesitaría años de esfuerzos para ponerlas en claro. (Pero, desde luego, no hay tiempo disponible, porque para entonces los novicios ya han dejado de estudiar la doctrina y han sido destinados a fines más prácticos, como salir a recaudar fondos y reclutar adeptos.) La doctrina debe ser aceptada, no comprendida. Así pues, la doctrina debe ser vaga y global, a la vez que lo bastante simétrica como para que parezca congruente. Su poder proviene de afirmar que hay una sola y única verdad que lo abarca todo.

Dado que el control mental se basa en la creación de una nueva identidad en el individuo, la, doctrina sectaria requiere siempre que la persona desconfíe de sí misma. La doctrina se convierte en el «programa maestro» de todos lo pensamientos, sentimientos y acciones. Y puesto que es la VERDAD, perfecta y absoluta, cualquier fallo que se detecte se atribuye a un reflejo de las propias imperfecciones del creyente. Se le enseña que debe seguir las fórmulas prescritas aunque en realidad no las comprenda. Al mismo tiempo, se le dice que debe intentar esforzarse más en su trabajo y tener más fe para poder llegar a comprender la verdad con mayor claridad.


La realidad es blanca o negra, el Bien contra el Mal

Incluso las doctrinas sectarias más complejas, en última instancia, reducen la realidad a dos polos básicos: blanco o negro; bueno o malo; mundo espiritual o mundo físico; nosotros o ellos.
Jamás hay lugar para el pluralismo. La doctrina no permite que ningún grupo exterior sea reconocido como válido (bueno, creyente, etc.) porque significaría una amenaza al monopolio que la secta ejerce sobre la verdad. Tampoco hay lugar para la interpretación o la desviación. Si la doctrina no le ofrece una respuesta directa, el adepto debe formular la pregunta a un líder. Si éste no tiene una respuesta, siempre puede eludir la pregunta calificándola de poco importante o improcedente.
Los demonios domésticos varían de un grupo a otro. Pueden ser instituciones políticas o económicas (comunismo, socialismo o capitalismo), los profesionales de la salud mental (psiquiatras, desprogramadores) o entidades metafísicas como Satanás, los espíritus, seres extraterrestres, e incluso las crueles leyes de la naturaleza. Se da por cierto que los demonios se han apoderado de los cuerpos de padres, amigos, ex miembros, periodistas, y de todo aquel que critique a la secta. Las «grandes conspiraciones» que trabajan para acabar con el grupo son, desde luego, la prueba de su gran importancia.
Algunas sectas practican la paranoia psíquica, pues asegura a sus adeptos que los espíritus les observan continuamente, y que pueden llegar incluso a apoderarse de ellos cada vez que sienten o piensan en desacuerdo con las normas de la secta. Un líder de los Moon llevó a centenares de miembros a presenciar la proyección de El Exorcista, que muestra horribles escenas de posesión demoníaca. Después les dijo que correrían la misma suerte si alguna vez pensaban en abandonar el grupo. Esta película fue un magnífico medio para la inducción de fobias.

Mentalidad elitista

A los miembros se les hace sentir que forman parte de un cuerpo de élíte de la humanidad. Este sentimiento de ser especial, de participar en los actos más importantes de la historia humana como parte de una vanguardia de creyentes comprometidos, es él fuerte vínculo emocional que mantiene a la gente haciendo sacrificios y trabajando al máximo.
Como comunidad, sienten que han sido escogidos (por Dios, la historia o cualquier otra fuerza sobrenatural) para sacar a la humanidad de las tinieblas y conducirla a la nueva era de los iluminados, Los adeptos tienen un gran sentido no sólo de su misión sino también de su lugar especial en la historia, y están convencidos de conseguir el reconocimiento de las generaciones futuras por su grandeza En los Moonies nos decían que se erigirían monumentos y se darían nuestros nombres a lugares históricos para conmemorar nuestra memoria y nuestro sacrificio.
Resulta irónico que los miembros de una secta miren por encima del hombro a los adeptos de los otros grupos. Son muy rápidos en percatarse de que: «Aquéllos están en una secta», o «A ellos sí que les han lavado el cerebro». Son incapaces de desmarcarse de su propio entorno y contemplarse a sí mismos de forma objetiva.
Estos sentimientos de elitismo y predestinación, sin embargo, conllevan una pesada responsabilidad, pues les dicen que si no cumplen a conciencia con sus obligaciones, le están fallando a la humanidad.
El miembro de base se muestra humilde ante sus superiores y los reclutas en potencia, pero arrogante frente a los extraños. A casi todos los miembros les han dicho en el momento de su adhesión que llegará un día en que se convertirán en líderes. Sin embargo, los ascensos se conseguirán tan sólo con un rendimiento notable ó mediante el compromiso político. 'Pero al final, por supuesto, la élite que ostenta el poder real sigue siendo reducida. La mayor parte de los adeptos no llegan nunca a ser líderes, sino que permanecen entre los miembros de base.
Pese a ello, se consideran a sí mismo mejores, con más conocimientos y más poderosos que cualquier otro ser en el mundo. Como resultado, a menudo los miembros se sienten más responsables de lo que han sido en toda su vida. Caminan como si tuvieran que soportar sobre sus hombros el peso del mundo. Los adeptos no entienden lo que quieren decir los foráneos cuando afirman que no hay que intentar escapar de la realidad y de la responsabilidad afiliándose a una secta.

La voluntad del grupo sobre la voluntad individual

En todas las sectas destructivas, el individuo deberá someterse al grupo. La «intención total» debe ser el foco; la «intención personal» debe quedar subordinada. En cualquier grupo definido como secta destructiva, pensar en sí mismo o para sí mismo está mal. El grupo es lo primero. La obediencia absoluta a los superiores es uno de los puntos en que coinciden la práctica totalidad de las sectas. El individualismo es el mal. La conformidad, el bien.
Todo el sentido de la realidad de un adepto se basa en referencias externas: aprende a ignorar su ser interior y confía en la figura autoritaria exterior. Aprende a mirar a los demás en busca de guía y significados. He observado que los miembros de base, sin excepción, tienen dificultades para tomar decisiones, tal vez por el excesivo énfasis puesto en las referencias externas. En este estado de extrema dependencia, los adeptos necesitan que alguien les diga qué deben pensar, sentir y hacer.
Los líderes de las diferentes sectas utilizan tácticas muy similares para fortalecer la dependencia. Con mucha frecuencia, envían a los miembros a nuevos lugares que éstos desconocen, les cambian los trabajos, los ascienden y degradan a su capricho, con el único fin de mantenerles desequilibrados. Otra técnica consiste en asignarles metas imposibles del alcanzar. Les aseguran que si son «puros» tendrán éxito, y les obligan a confesar que son «impuros» cuando fracasan.

La obedienda estrema: imitación del líder

Al nuevo miembro se le induce muy a menudo a que abandone sus antiguos patrones de comportamiento y se convierta en un «dedicado», mediante el aparejamiento con otro miembro más antiguo de la secta que será el modelo que deberá imitar. Se urge al recién llegado a que sea esa otra persona. También se incita a los líderes de nivel medio a que copien a sus superiores, siendo el mismísimo líder supremo el modelo final que todos deberán imitar.
Una razón para que hasta al más ingenuo de los observadores le resulten algo raros los miembros de una secta es que todos tienen los mismo modales, usan prendas muy similares y hablan de la misma manera. Lo que el observador está viendo es la personalidad del líder transmitida a través de varias etapas de modelado.

La felicidad a través del buen rendimiento

Una de las más atractivas cualidades de la vida en las sectas es el sentido de comunidad que inspira. Al principio el amor parece ser incondicional e ilimitado, y los nuevos miembros se ven arrastrados a una luna de miel llena de alabanzas y atenciones. Pero al cabo de unos meses, conforme el adepto se involucra más en la secta, las alabanzas y las atenciones se vuelcan hacia los nuevos reclutas. El miembro de la secta aprende que el amor no es incondicional, sino que depende de su buen rendimiento.
Los comportamientos son controlados a través de las recompensas y castigos. Se utiliza la competencia para estimular y avergonzar a los miembros a fin de que sean más productivos. Si las cosas no van bien -se consiguen pocos reclutas, ataques de la prensa, deserciones- es una falta personal del miembro, y su ración de «felicidad» le será retenida hasta que el problema sea solucionado. En algunas sectas piden a los individuos que confiesen sus pecados para tener garantizada la «felicidad» y, en caso de que no recuerden ninguno, que se los inventen. Al final llegan a creer que de verdad han cometido los pecados inexistentes
Las buenas amistades representan un riesgo, y son desalentadas con disimulo por los líderes. El compromiso emocional del miembro de una secta debe ser vertical (hacia el líder), no horizontal (hacia sus iguales). Los amigos son peligrosos, en parte porque si un miembro abandona la secta podría llevarse a otros con él. Cuando alguien deja el grupo, por supuesto el «amor» que se le dirigía se convierte en irritación, odio y burla.
Las relaciones dentro de estos grupos son por lo general superficiales, porque se desaconseja activamente compartir sentimientos íntimos, sobre todo los negativos. Esta característica de la vida en una secta, prevalece incluso cuando el adepto siente que está unido a sus camaradas como nunca lo ha estado con cualquier otra persona. Cuando pasan vicisitudes (al recaudar fondos en el crudo invierno o bajo el tórrido sol del verano) o son perseguidos (la policía los arresta por infracciones de la ley o son molestados por personas extrañas), tienen una excepcional sensación de profunda camaradería y de compartir el martirio. Pero ya que la única fidelidad real es hacia el líder, una observación más profunda demuestra que tales lazos en el fondo son débiles, y a veces producto de la fantasía.

La manipulación mediante el miedo y la culpa

El miembro de una secta llega a vivir dentro de un ámbito delimitado por el miedo, la culpa y la vergüenza. Los problemas son siempre una falta del adepto, y se deben a la debilidad de su fe, a su falta de comprensión, a «padres malos», a espíritus perversos, o lo que sea. Se siente constantemente culpable por no dar la talla. Llega a creer que «el demonio» le persigue.
En todas las sectas destructivas que he conocido, el miedo es el principal motivador. Cada grupo tiene su propio diablo particular agazapado a la vuelta de la esquina que espera a los miembros para tentarlos y seducirlos, para matarlos o volverlos locos. Cuanto más vivo y tangible es el demonio que la secta puede conjurar, más intensa es la cohesión que alimenta.


Altibajos emocionales

La vida en la secta es como un viaje en una montaña rusa. El adepto oscila entre la felicidad extrema de experimentar la «verdad» junto a una élíte privilegiada, y el aplastante peso de la culpa, el miedo y la vergüenza. Los problemas son siempre debidos a su incapacidad, no a la del grupo. Es el eterno culpable por no alcanzar las metas. Si plantea objeciones, se le aplicará el «tratamiento de silencio» o se le trasladará a otra parte del grupo.
Estos extremos imponen una pesada carga en la capacidad de la persona para funcionar. Cuando los miembros están «arriba», pueden convertir su celo en una gran productividad y capacidad de persuasión. Pero cuando caen, se transforman en unos completos inútiles.
La mayoría de las sectas no permiten que los «bajones» duren demasiado tiempo. Un procedimiento habitual consiste en someterlo nuevamente al adoctrinamiento para que vuelva a funcionar. No es raro que alguien reciba un adoctrinamiento formal varias veces al año. Algunos de los miembros más antiguos se queman sin llegar a renunciar. Estos individuos ya no pueden soportar por más tiempo la carga ó la presión para que rindan, y comienzan a señalar las incongruencias en la política del grupo. Se les puede enviar a que realicen tareas manuales en lugares alejados donde no molesten, y se espera que permanezcan allí durante el resto de su vida; ó si se convierten en una carga, se les pide (o se les ordena) que se marchen. A uno de mis clientes le habían enviado dé vuelta con su familia, después de diez años en la secta, porque había comenzado a solicitar que le trataran mejor y que le dejaran dormir un poco más.

Cambios en la orientación temporal

Una interesante dinámica de las sectas es que tienden a cambiar la relación de la persona con su pasado, su presente y su futuro. Como ya he mencionado antes, el pasado del miembro es reescrito. Tiende a observar su vida pasada con una memoria distorsionada que lo pinta todo de color oscuro. Aun los recuerdos más positivos son desviados hacia lo malo.
El sentido que del presente tiene el adepto también es manipulado. Experimenta una gran sensación de urgencia por realizar las tareas que le han asignado. Recuerdo muy bien la sensación constante de que había una bomba de relojería bajo mis pies y que el mundo podía convertirse en un infierno o en un paraíso según mi capacidad para realizar el proyecto en curso.
Muchas sectas enseñan que el fin del mundo está a la vuelta de la esquina. Algunas dicen que ellas evitan su llegada; otras simplemente creen que sobrevivirán. Cuando estás siempre demasiado ocupado con proyectos tan críticos -durante días, semanas, y meses- todo se hace borroso.
Para el miembro de una secta, el futuro es el tiempo en que será recompensado porque ya se habrá producido el gran cambio (o puede ser también donde reciba su castigo). En casi todos los grupos, el líder proclama que tiene el control del futuro, o al menos es el único que lo conoce. Sabe cómo pintar visiones del paraíso celestial o del infierno para dirigir a los adeptos hacia un camino u otro. Muchos grupos tienen incluso calendarios para el fin del mundo, que por lo general debe producirse entre los dos y cinco años próximos: lo bastante lejano para que no se demuestre lo contrario demasiado pronto, y lo bastante cercano como para que provoque un impacto emocional. Estas predicciones tienen la virtud de desaparecer de escena a medida que se aproxima la gran fecha. Otros grupos, en cambio, mantienen la fecha hasta que llega el día anunciado y no sucede nada.
Por lo general, el líder se limita a fijar una nueva fecha que aplaza el gran momento unos cuantos años. Después de hacerlo unas cuantas veces, puede ocurrir que algunos de los miembros más antiguos se vuelvan cínicos respecto al tema. Para aquel entonces, desde luego, ya hay miembros nuevos que no saben que el líder ha modificado las fechas varias veces. Cuando yo estaba en los Moonies, nadie conocía las fracasadas profecías de Moon acerca de que este viejo mundo se acabaría con la toma del Poder por la secta en 1960, y después en 1967. Moon predijo que la tercera guerra mundial estallaría en 1977. Cuando no fue así, todas las miradas convergieron en 1981. Las personas reclutadas alrededor de 1977 me han dicho que recordaban con toda claridad la mágica excitación que despertaban las palabras «¡1981!» cuando las oían susurradas en boca de los conferenciantes. Cuando en 1981 el único hecho importante para la Iglesia de la Unificación fue la llegada de Ronald Reagan a la Casa Blanca (Moon estuvo presente en la toma de posesión), los rumores ya señalaban nuevas fechas que posponían el acontecimiento.

No hay salida

En las sectas destructivas, jamás existe una razón legítima para marcharse. A diferencia de las organizaciones no sectarias que reconocen el derecho inherente a la persona de abandonarlas, los grupos que practican el control mental dejan bien claro que no existe un modo legítimo para dejarla. Se dice a los adeptos que las causas que llevan al abandono son la debilidad, la locura, las tentaciones, el lavado de cerebro (hecho por los desprogramadores), el orgullo, el pecado, etc.
A los miembros se les adoctrina concienzudamente para que crean que si alguna vez se marchan, las consecuencias serán terribles para ellos, sus familias y la humanidad., A pesar de que los miembros a menudo dicen: «Dame un motivo que sea mejor que el mío y me marcharé», no se les permite contar con el tiempo ni los medios intelectuales para probar tal afirmación a sí mismos. Están encerrados en una prisión psicológica.

Las personas que han estado allí

Las personas que se unen a las sectas destructivas viven algunas experiencias tan terriblemente dolorosas que se niegan a recordarlas. Incluso después de haber recibido tratamiento, algunos antiguos miembros no desean comunicar sus experiencias de una manera pública. Otros, en cambio, están convencidos de que la sociedad en general tendría que comprender los sufrimientos que padecieron mientras estaban sometidos a control mental, y no tienen miedo de dar sus nombres. Aunque yo comprendo muy bien la reticencia de quienes desean mantener el anonimato, también admiro el coraje de aquellos que dan un paso al frente y exponen sus historias. Estas personas son más fuertes desde el momento que son capaces de compartir sus vivencias personales, y también nos ofrecen una valiosa fuente de información sobre la experiencia de ser reclutado, vivir en una secta destructiva y abandonarla.

Carol Giambalvo y el «est»

En la pasada década, un elevado número de personas ha conocido las enérgicas tácticas reclutadoras de programas de entrenamiento en concienciación a gran escala tales como el est, rebautizado en la actualidad como Forum. Werner Erhard estima que más de 750.000 personas han tomado parte en el entrenamiento est/Forum, y que más de cinco millones han sido enroladas en el Hunger Project (Proyecto Hambre). Sin embargo, la mayoría de las personas que pagan cientos de dólares para asistir a los programas de Erhard no participan en los numerosos seminarios para «graduados», promovidos con gran entusiasmo. No obstante, hay quien entra a formar parte del personal o se hace voluntario gratuito. De acuerdo con las experiencias de algunos ex miembros a los que he atendido, el programa est más intenso incluye algunos de los rasgos que he definido antes como característicos de una secta destructiva.
Si bien muchos graduados est hablan de los resultados positivos conseguidos en el entrenamiento, otros advierten de sus peligros, entre ellos las perturbaciones psiquiátricas. Robert Tucket, director ejecutivo del Toronto Council on Mind Abuse (Consejo sobre Abuso Mental, de Toronto) dice que el Consejo ha recibido y recibe todavía más quejas sobre el est que sobre cualquier simple grupo. «Estas quejas», ha dicho Tucker, «están en consonancia con nuestros informes sobre los efectos de las sectas. En mi opinión, Wener Erhard está explotando el deseo de la gente de tener un alto grado de concienciación y está comercializando una especie de "iluminación instantánea". Pienso que al crear una primera experiencia de amplia concienciación, consigue el control sobre las personas que creen que él y sus seminarios son la fuente de la experiencia. Y pienso que esto manipula y distorsiona profundamente el significado de iluminación.»
Carol, una activa mujer de poco más de 40 años, conoció a Noel cuando éste todavía se estaba recuperando de su divorcio después de veinticinco años de casado. Se enamoraron y se casaron. Noel, consejero de escuelas primarias ya retirado, había participado en el entrenamiento est y se lo recomendó a Carol. juntos, se convirtieron en «adictos a los talleres de trabajo» y asistieron a seminario tras seminario.
Durante la época en que ambos estaban en el est, la hija que Noel había tenido en su primer matrimonio se incorporó a los hare Krishnas. Al principio, los Giambalvo se mostraron muy comprensivos y apoyaron la decisión de su hija. Pero luego comenzaron a notar sus drásticos cambios de personalidad y decidieron investigar las sectas y el control mental. Intentaron que recibiera asesoramiento profesional para abandonar el grupo, pero el intento no resultó y volvió a él. Pasado un tiempo, la muchacha sufrió una crisis nerviosa y fue expulsada de los Krishnas, Sin embargo, debido a lo que habían aprendido, los Giambalvo se interesaron por el problema de las sectas y comenzaron a dar conferencias sobre el tema. «Es increible pensar», opina ahora Carol, «que estuviéramos advirtiendo al público acerca de los peligros de otros grupos y sin embargo no nos diéramos cuenta de cuán atrapados estábamos en el est.»
Los Giambalvo, como muchos otros, se equivocaron al pensar que los individuos deben vivir juntos en una comunidad cerrada para ser afectados negativamente por su integración en una secta. A pesar de que su participación en las actividades est era considerable, vivían en una cómoda casa en Long Island. Sólo cuando comenzaron a analizar las técnicas y procedimientos específicos empleados en los seminarios est y en las reuniones del Hunger Project, reconocieron los elementos de engaño y de control mental practicados por la organización. Se dieron de baja e iniciaron el difícil proceso de analizar sus experiencias.
Durante una charla que pronunció en una reunión en la sección noreste de la CuIt Awareness Network (Red de Alerta ante las Sectas), Carol describió el momento de su «derrumbe» durante el período de adoctrinamiento. Le dijo a la audiencia: «Recuerdo que formulé una pregunta al director del seminario, y su respuesta fue algo parecido a "¡Cómo lo puede saber! ¡Usted está sentada en el banquillo de las víctimas!". Cuando me preguntó por qué estaba sentada allí, le expliqué que era porque sufría de diabetes. En cuestión de segundos, me acusó de crear mi propia diabetes cuando era niña con el propósito de atraer la atención de mi madre; me avergonzó delante de 250 personas Más o menos vino a decir que si yo deseaba "borrar" mí enfermedad, podía hacerlo porque yo tenía el poder para crear mi realidad. Fue una buena cosa que no dejara de tomar la insulina. Me podría haber muerto».
Sin embargo, Carol permaneció en el seminario y asistió a muchos más. Al final, ella y su marido se convirtieron en dos de los primeros 70 líderes instructores del Hunger Project, fundado por Werner Erhard. Estuvieron en activo durante más de cinco años, alentando a la gente para que participara en el est y enrolando voluntarios para el proyecto. En el momento cumbre de su actividad, Carol y NoeI pasaban entre sesenta y setenta horas a la semana ocupados en su trabajo como voluntarios gratuitos para el Hunger Project, tiempo que ahora lamentan no haber destinado a trabajar para una organización dedicada a repartir alimentos entre la gente necesitada, en lugar de recaudar millones de dólares empleados en promover la idea de Erhard de que si la mayor parte de la humanidad «borraba el hambre», ésta desaparecería.
Carol es en la actualidad coordinadora nacional de FOCUS, una organización de apoyo e información para ex miembros de sectas. Con Noel, dedica mucho tiempo al asesoramiento de personas que abandonan las sectas.


Elizabeth Rose y la organización de Lyndon LaRouche

¿Ha estado usted alguna vez en un aeropuerto y ha pasado por delante de una mesa repleta de folletos y carteles que proclaman «Tirad a Jane Fonda a los tiburones», «Cuarentena para los enfermos de SIDA» o «Fabriquemos armas lanzarrayos de partículas para defender América»? Si es así, entonces ha visto a miembros de la organización política de Lyndon LaRouche. En la actualidad, acusados de fraude en el uso de tarjetas de crédito (utilizar las tarjetas de los afiliados para comprar las revistas y periódicos del grupo y cargar en cuenta cantidades no autorizadas) y obstrucción a la justicia, varios miembros de la organización LaRouche esperan ser llevados a juicio. LaRouche, que se ha presentado como candidato en las tres últimas elecciones presidenciales, afirma que Henry Kissinger actúa como un espía ruso, que la reina Isabel tolera el tráfico de drogas, y que sólo él puede salvar a Estados Unidos.
LaRouche se aprovecha de los temores de la gente y de su patriotismo para que le apoyen él y a su organización. Tras su etapa marxista, se pasó a la extrema derecha más virulenta, e incluso ha establecido una «red de inteligencia» que a lo largo de los años ha prestado servicios a particulares y gobiernos.
Elizabeth Rose,una mujer de 85 años de edad, fue reclutada por la organización LaRouche poco después del fallecimiento de su marido y de su hermana, lo que la obligó a vivir sola por primera vez en su vida. Miembros de la organización LaRouche la llamaron por teléfono, se encontraron con que se mostraba receptiva, y comenzaron a visitarla con frecuencia durante la noche. Al cabo de tres semanas, según informó su hija Nancy Day, Elizabeth Rose entregó a la organización más de 800.000 dólares en acciones, que eran propiedad de la familia, en calidad de préstamo, pues estaba convencida, según declaró, de que iba a ayudar a «salvar el mundo». Elizabeth también contó a su hija que con su afiliación ayudaría a la «colonización de Marte», y que tal vez ella fuese «la primera abuela en ir a Marte».
En octubre de 1986, el IRS y agentes del estado de Virginia irrumpieron en el cuartel general de LaRouche en Leesburgh y encontraron documentos que demostraban la existencia de más de 4.500 operaciones de préstamos, que afectaban a 3.000 personas en 50 estados y 12 países, por los que la organización había recibido más de 30 millones de dólares. Se estimó que al menos el 70% de las víctimas eran personas ancianas, y no encontraron documento alguno que demostrara que se habían realizado las devoluciones según lo estipulado en los términos de los contratos.
A pesar de que Nancy Day consiguió el fallo favorable de los tribunales, y pudo evitar así que su madre entregara más valores al grupo, Elizabeth Rose continúa trabajando para la organización LaRouche. Es muy persuasiva y eficaz a la hora de convencer a otros ancianos de que entreguen sus ahorros, a cambio de pagarés con un 10% de interés. Igual que hicieron con ella cuando la abordaron los adeptos de LaRouche, apela tanto a los sentimientos patrióticos de la gente como a su temor de qué los bancos «no son de fiar». Viaja por todo el mundo para defender la organización LaRouche, convencida de que la persecución contra el grupo está inspirada por la propaganda izquierdista.

Patrick Ryan y la Meditación Transcendental

Patrick Ryan, en la actualidad un empresario de éxito, estuvo relacionado con la Meditación Transcendental (MT) durante diez años. Es graduado por la Maharishi International University (MIU) de Fairfield, Iowa, una institución de reconocido prestigio. La mayoría de la gente piensa que la MT es una forma inocente de relajarse a través de la meditación. Pero para todos aquellos que se comprometen en profundidad con la organización de la MT, adquiere los rasgos de las sectas destructivas.
Hace ya tiempo que Pat fundó un grupo de apoyo llamado TM-Ex para los antiguos miembros, y habla sin tapujos sobre los aspectos más oscuros del movimiento. «Tiene todas las características de una secta destructiva», señala. «Muchos de mis amigos y yo mismo hemos sufrido un grave daño por nuestra participación en el asunto.»
Como la mayoría de las sectas destructivas, la MT utiliza el engaño. Sus portavoces afirman que la «MT no es una filosofía, una religión, o un estilo de vida». Sin embargo, Pat señala que «los seguidores se hacen vegetarianos, optan por el celibato, recitan mantras compuestos para honrar a los dioses hindúes, y adoran al Maharishi Mahesh Yogi como el "maestro iluminado del universo".
En sus anuncios, la MT recalca los beneficios prácticos de la meditación, en especial la reducción del estrés. Los promotores de la MT proyectan vídeos en los cuales adeptos de todas las clases sociales dan testimonio de sus ventajas. Las campañas de venta de la MT están repletas de gráficas de presión arterial, de ritmos cardiovasculares y otras pruebas clínicas que evidencian la efectividad de la MT Pero lo que no se menciona es el hecho de que las pruebas científicas demuestran que se obtienen los mismos resultados al escuchar música suave o al realizar unos cuantos ejercicios básicos de relajación que se pueden aprender en libros asequibles a cualquier bolsillo.
Después de que el estudiante de MT paga su cuota de inscripción, más bien alta, y recibe el mantra personal que debe recitar, le dicen que no deberá revelarlo jamás a persona alguna. ¿Por qué? Porque este mismo mantra «único» ha sido dado, en base a la edad, a otros miles de personas.
La mayor parte de la gente que aprende la MT jamás va más allá de los prescritos veinte minutos de meditación dos veces al día, por la mañana y por la tarde. Esto no puede considerarse propiamente como pertenecer a una secta. Pero hay quien continúa visitando los centros de MT para someterse a «controles», y sigue pagando por recibir cursos más y más avanzados. A la larga, se puede caer en el extremo al que llegó Pat: pagó 3.000 dólares por adelantado para aprender a levitar y volar. En la práctica, se encontró a si mismo recitando los mantras más «avanzados» mientras saltaba enérgicamente con las piernas cruzadas en la posición del loto, dos horas por la mañana y otras dos por la tarde.
No es de extrañar que sufriera violentos espasmos musculares, dolores de cabeza y contracciones faciales involuntarias. Así que acudió a sus instructores en busca de ayuda. «Me dijeron que me estaba liberando del estrés», explica Pat. «Me aconsejaron que volviera a casa, que siguiera con la meditación y que intentara volar con más entusiasmo.»
«Hasta que Bod Kropinsky ganó el primer pleito contra la MT por fraude y negligencia no tuve noticias de que habla personas a quienes la Meditación Transcendental había perjudicado», continúa Pat. «Los líderes culpan a los seguidores, y no hacen absolutamente nada para corregir sus métodos.» Al igual que en otras sectas destructivas, el problema nunca está en el líder, la doctrina o el comportamiento de la organización; siempre es culpa de los miembros.
Pat comenzó a cuestionarse su participación en la MT sólo justo después de haber asistido a la desprogramación de su hermana Michelle de la secta The Way International (El Camino Internacional). A medida que antiguos adeptos de The Way le explicaban a Michelle los criterios que definen un entorno de control mental, Pat comenzó a oír una señal de alarma en su cabeza: los mismos métodos se utilizaban en MT. Se dio cuenta de que sus problemas provenían de las prácticas, que provocaban un cortocircuito en su sistema nervioso.
Pat echó mano de todas las fuentes que pudo encontrar en busca de la información que le permitiera entender la historia y los antecedentes de Maharishi y su organización. Descubrió, gracias a otros antiguos alumnos de la MIU, que algunos de los tan cacareados experimentos médicos se habían realizado sin ninguna base científica. En la actualidad es muy crítico con la organización a la que pertenecía y se dedica activamente a advertir a otros de sus prácticas de engaño y destrucción.

Gretchen Callahan y la Estación Verdad

Algunas sectas destructivas son tan pequeñas que pueden parecer insignificantes al lado de las grandes organizaciones como la Iglesia de la Unificación. Sin embargo, los grupos pequeños suelen causar tanto daño como los grandes. Esto es del todo cierto en el caso de Gretchen Callahan, que se adhirió a una pequeña secta bíblica fundamentalista en el sur de California llamada Truth Station (Estación Verdad). Sus treinta miembros eran dirigidos por un hombre convencido de estar en comunicación directa con Dios, Vivían juntos en una misma casa y el adoctrinamiento ocupaba la mayor parte de su tiempo. Creían ser las únicas personas que vivían como «auténticos cristianos», y creían también en la curación por la fe.
Gretchen me describió las largas reuniones del grupo en un atestado salón en el que el líder se pasaba horas sometiendo a los adeptos a la «silla caliente», donde los insultaba y humillaba mientras todos los demás miraban. «No estaba permitido levantarse para ir al lavabo durante la reunión. Todos tenían que quedarse y ser parte del proceso», me dijo Gretchen. Pretendía que los miembros creyeran que el «pecado» de cada uno de ellos debía ser «sacado a la luz» para destruirlo. Nadie sabía quién sería el próximo en sentarse en la silla caliente, y todos suspiraban con alivio para sus adentros cuando el llamado era otro.
El grupo tenía su propia jerga especial para abordar los problemas. Dudar de la autoridad del líder, por ejemplo, era «abrir paso» a los espíritus satánicos. Aceptar sin reservas la infalibilidad del líder y la interpretación de la Biblia enunciada como «La verdad» (es decir la versión de la verdad que tenía el líder) se consideraba el. distintivo de un «verdadero creyente». Los seguidores llegaban a cualquier extremo para demostrar que eran «verdaderos creyentes».
Un joven a quien Gretchen se refirió sólo como David, que contaba 26 años en la época en que ella entró en la secta, notó el sutil poder del grupo cuando le presionaron para que se volviera más espiritual. Como demostración del compromiso con el grupo y para ganar una mayor aceptación, decidió dejar de tomar la insulina para su diabetes, en la creencia de que Dios le curaría. Los miembros aplaudieron su fe y lo animaron a que tirara la insulina, cosa que él hizo.
En cuestión de días, la salud de David empeoró a ojos vista, y después de una semana el líder organizó equipos de oración durante las veinticuatro horas del día. El equipo de Gretchen era el que estaba de guardia cuando David exhaló su último suspiro. No obstante, el grupo, azuzado por las imperiosas exhortaciones del líder, estaba convencido de que David resucitaría, y rezaron durante quince horas junto al cadáver. El padre de David, en aquel entonces colíder de un grupo, golpeaba el pecho de su hijo muerto, exorcizando a Satanás y al Ángel de la Muerte, mientras' sacaban de la habitación a la madre porque su dolor y su angustia se consideraban una «debilidad espiritual». Gretchen sostuvo la mano de David gran parte del día, hasta que el cadáver se volvió de color azul y rígido por completo.
Incluso después de que llegara la policía y el forense ordenara el levantamiento del cadáver, todos los miembros creían aún que el joven volvería. Durante los tres meses siguientes al fallecimiento, se le guardó sitio en la mesa, y los miembros (incluidos los niños pequeños) tuvieron visiones, sueños y profecías sobre su resurrección.
Unos días después, los padre de Gretchen la llamaron desde su casa de Jamaica porque habían tenido noticias de la muerte de David. Gretchen consiguió convencerles de que en realidad el joven no había muerto. El líder le había dicho que se produciría un gran milagro y despertaría, y que los no creyentes acudirían en manada al grupo.
Transcurridos dos años de la muerte de David, Gretchen fue expulsada del grupo por su «espíritu de rebelión». Ya no podía soportar más. Ella daba y daba y nunca era suficiente. «Supongo que diréis que estaba quemada», comentó a los ex adeptos de otras sectas durante una reunión de FOCUS, un grupo de apoyo para antiguos miembros. «Algo dentro de mí se apagó. A pesar de que aún tenía miedo de hacer algo equivocado o de estar "fuera del Espíritu", ya no podía sentir arrepentimiento por los "pecados" que inventaban sobre mí. Me di cuenta de que ya nadie era feliz ni sonreía. Todos tenían miedo de hablar entre sí porque podían no estar hablando "en el Espíritu". Pese a todo, incluso después de que me expulsaran seguía creyendo que ellos estaban en lo cierto y que tenían la única llave de la salvación. Hasta que mis padres me hicieron desprogramar no comencé a comprender que me habla enfrentado con los abusos del control mental, no con mi relación con Dios. »
Pocos meses después de la marcha de Gretchen, el grupo comenzó a utilizar la violencia física, sobre todo contra mujeres y niños, para erradicar los «espíritus satánicos».
«Me ha costado años llegar a comprender cuán profundamente controlaban mis emociones y pensamientos», me confió Gretchen. «De no haber sido por el excelente tratamiento que he recibido, probablemente aún estaría intentando ser readmitida.» Por lo que sé del grupo, me atrevería a decir que el líder la habría aceptado, al comprobar que ella hubiera estado más dispuesta que nunca a someterse a su voluntad.

Gary Porter y el Nichiren Soshu de América

Gary Porter, que ejerce de quiropráctico en Filadelfia, conoció y se enamoró de Nancy, una mujer relacionada con el NSA, o Nichiren Soshu de América. (A pesar de que la organización nació en Japón y proclama su herencia budista, recluta miembros en otros países del mundo desde hace más de veinte años.) Los adeptos de esta secta creen que si cantan repetidamente una serie de palabras místicas delante de un pergamino de papel de arroz -el gohonzon- obtendrán el poder de conseguir todo lo que deseen. Nancy llevaba en la secta más de dos años cuando comenzó a cantar «Nam myoho renge kyo» durante horas al día para cumplir su deseo de conocer a un médico y casarse con él. «La gente cantaba para conseguir un aparcamiento, un trabajo nuevo, mejores notas en sus estudios, o cualquier otra cosa», explicó Gary en una reunión del grupo de apoyo FOCUS.
Gary, que había sido educado en la fe metodista, pasaba por una crisis en su vida cuando conoció a Nancy. «Estaba quemado después de cuatro años en el colegio de quiroprácticos, mi mejor amigo se mató en un accidente de automóvil, y mis hermanos me presionaban para que volviera a casa y cuidase de mi madré enferma. Era presa fácil para cualquiera que prometiese las llaves para resolver los problemas de la vida.
»Pensé que el grupo era un tanto extraño, pero me avine a probar con los cánticos. Conseguían transportarme a lo más alto. Compré un gohozen, contraje matrimonio con Nancy y permanecí en el grupo durante más de cinco años».
El NSA utiliza a menudo la fama de sus miembros más célebres como Tina Turner y Patrick Duffy, tanto para reclutar como para reafirmar el compromiso de los adeptos. El otro gran banderín de enganche es «trabajar por la paz mundial». El NSA hace creer a sus adeptos que sólo su canto podrá salvar a la humanidad de la destrucción. Pero aparte de acudir a las manifestaciones patrocinadas por el NSA (rechazadas por los principales grupos pacifistas), los miembros hacen muy poco en pro de la paz. Las marchas del NSA ayudan a controlar el tiempo y las energías de los adeptos. «Solíamos ir a reuniones de grupo tres o cuatro veces por semana, sin contar las horas que pasábamos cada día con los cánticos.» Las relaciones entre los miembros eran manipuladas para asegurarse de que quienes dudaban fuesen acallados mientras se recompensaba a los conformistas.
Llegó el momento en que Gary mantuvo varias confrontaciones con sus líderes en el NSA y fue amenazado con la expulsión. En lo más profundo de su ser, eso era justo lo que él deseaba. Estaba cansado de las presiones y las manipulaciones. Su práctica profesional se había resentido a causa del tiempo y los esfuerzos que dedicaba al NSA.
Por último, la pareja fue expulsada del grupo, pero Nancy se pasó el año siguiente en un diván convencida de que padecía un cáncer en fase terminal. Entonces no se daba cuenta de que simplemente estaba actuando de acuerdo con su adoctrinamiento. Ella, como muchos otros adeptos, temía que si alguna vez abandonaba el NSA y dejaba de cantar, las consecuencias serían terribles.19
El relato de Gary y Nancy Porter no tiene el dramatismo de las historias de otros ex miembros de sectas. Su vida en un grupo destructivo fue bastante común en sus aspectos externos, y desde luego nunca les pidieron que montaran guardia junto a un moribundo. Por fortuna, pudieron abandonar el grupo juntos. Cuando Gary y Nancy comenzaron a estudiar el control mental y las sectas destructivas, se percataron de que el NSA utilizaba esencialmente las mismas técnicas de control mental que los grupos que exigen a sus miembros que vivan juntos de forma permanente. Les costó varios años poder rehacer sus vidas.

Wendy Ford y El Camino Internacional

Algunas personas han tenido experiencias en sectas destructivas que combinan las características de las pequeñas sectas bíblicas fundamentalistas con las complejas técnicas de «entrenamiento» de grupos como Forum y de los métodos radicales de las sectas exclusivamente políticas. Wendy Ford experimentó algo parecido durante sus siete años de afiliación a The Way International (El Camino Internacional).
Wendy es graduada de The Way Corps (Cuerpos de El Camino), un curso de adoctrinamiento intensivo de cuatro años para los líderes principales del grupo. Se sintió atraída en un primer momento a El Camino por un curso de introducción titulado «Poder para una vida plena». Al principio pensó que tan sólo le enseñaban la Biblia.
«Se presentaban así mismo como un grupo dedicado a la investigación de la Biblia y la enseñanza del ministerio fundado por el doctor Victor Paul Weirwille», le explica a sus oyentes. «No me enteré hasta mi desprogramación de que su doctorado lo había conseguido por correspondencia, y que las llamadas "enseñanzas divinas" no eran más que sus retorcidas interpretaciones de las Escrituras.»
Wendy, una mujer de negocios además de actriz y cantante de talento, trabaja en la actualidad en una gran compañía de ordenadores en Massachusetts y pertenece a la junta directiva de FOCUS. Recuerda con claridad cómo le enseñaron en El Camino a utilizar las técnicas de interrupción del pensamiento. «En mi grupo nos enseñaban a "hablar en lenguas", lo que se suponía era una manifestación del Espíritu Santo. Lo debíamos hacer cada vez que comenzábamos a pensar por nuestra cuenta o cuestionar cualquier cosa.»
Como otros muchos grupos inspirados en la Biblia, El Camino remarca el poder del diablo en los asuntos cotidianos, con lo que infunde grandes temores a sus miembros para que obedezcan a los líderes sin formular objeciones. «Nadie quería ser poseído por Satanás, así que pensábamos que permaneceríamos centrados en Dios cada vez que hablábamos en lenguas». En realidad lo que hacíamos era suprimir nuestra capacidad de pensar crítica e independientemente.»
A medida que Weirwille se volvía más y más paranoico respecto al comunismo, El Camino se convirtió en una secta de supervivencia, que acumulaba armas y alimentos. Wendy y los otros miembros aprendieron a utilizar un fusil y a vivir de la tierra para estar preparados ante la inevitable invasión. «Los automóviles debían tener siempre el depósito como mínimo medio lleno, y se habilitaron almacenes con armamento y comida.» El miedo se convirtió en una herramienta eficaz para mantener la unión del grupo. «Teníamos miedo de cualquiera que hablara en contra de nuestra organización. Nos considerábamos soldados de Dios; las únicas personas que comprendíamos la Biblia tal y como debía ser enseñada.»
El Camino continúa con su centro de Emporo, Kansas, y su cuartel general está en New Knoxville, Ohio, a pesar de que Weirwille falleció en 1986. El número de sus miembros supera los 100.000, y es todavía una de las sectas destructivas más poderosas del mundo. Sin embargo, las rencillas interiores entre los altos mandos han hecho que algunos de los líderes abandonaran el grupo. Estos últimos han comenzado a denunciar las inexactitudes de El Camino en su interpretación de la Biblia, así corno la corrupción de los líderes, pero muy pocos de ellos comprenden la dinámica del control mental.
«Mantengo la esperanza de que los antiguos líderes se pongan de acuerdo para compartir sus informaciones y recursos a fin de encontrar la mejor manera de ayudar a otros de que abandonen esta organización destructiva», dice Wendy.

Linda Blood y el Templo de Set

Los rituales satánicos que cuentan con la participación de adolescentes se han convertido en los últimos años en el tema favorito de los periodistas de casi todo el mundo. Sin embargo, no todas las personas implicadas en estas actividades son adolescentes que se rebelan contra la autoridad. La relación de Linda Blood con una secta satánica, el Templo de Set, demuestra que a menudo estos grupos poseen un poderoso atractivo para los adolescentes.
Linda, vendedora profesional y escritora, perteneció al Templo de Set durante varios meses. En aquel período estuvo bajo la influencia directa del líder del grupo, Michael Aquino, un oficial de alta graduación del ejército norteamericano. Linda había leído en una revista un relato de ciencia ficción escrito por Aquino y le envió una carta. Tras varios meses de correspondencia, se unió al grupo, lo conoció y se enamoró de él y se vio envuelta en una compleja relación emocionalmente traumática con el líder.
«'Desde entonces, él ha declarado que jamás tuvo ningún interés romántico o sexual por mí, así que sólo puedo pensar que mentía cuando me lo dijo, y ~ie nie sedujo con el propósito de obtener el control sobre mí», dice con amargura. «En realidad, la relación sexual fue mínima; creo que el desafío de ver hasta qué punto podía manipularme era lo que le estimulaba.»
Linda no sentía el menor interés por lo sobrenatural ni el ocultismo hasta que conoció a Aquino. «Me vi sometida a su influencia porque yo creía que él y los otros "setianos" comprendían de verdad el lado intenso, dramático, romántico y oscuro de mi personalidad que no tenía forma de manifestarse en mi vida normal de cada día», me dijo mientras contemplábamos una entrevista a Aquino en Oprah Win frey Show.
Quedé impresionada por la inteligencia de Aquino y su cuidada presentación, vestido con los hábitos negros de sacerdote de Satanás. A pesar de que hacía ya varios años que Linda había abandonado la secta, resultaba obvio que él todavía la afectaba profundamente. Era la primera vez que le veía desde que dejó el grupo en 1980.
El teniente coronel Aquino es astuto, bien educado y un hábil comunicador. Estuvo asignado durante muchos años a la división de guerra psicológica del Ejército. A pesar de la notoriedad que ha conseguido su secta, los portavoces militares han defendido el derecho constitucional de Aquino a sus creencias religiosas.
«Tendría que haber ido al programa y enfrentarme a él, pero no estaba segura de estar preparada para verle otra vez de cerca», dijo Linda. «Ahora me gustaría haber ido. He hecho y dicho algunas cosas estúpidas en los momentos que estaba trastornada emocionalmente, tanto en la secta como fuera de ella, y él podría haberlas utilizado para humillarme. Pero habría valido la pena si hubiese servido para desenmascararle. Todavía hay algo patético en la persona que veo en esa pantalla; pomposa, distante, fría, ajena y emocionalmente muerta. Ya se lo puede quedar.
«Yo conozco la otra cara de Michael gracias a nuestra relación personal, y tengo la impresión de que necesita su magia con desesperación para escapar de una cierta desesperación que yo percibía en él, y para que al mismo tiempo le dé control y poder sobre los demás. Creo que es trágico lo que ha hecho consigo mismo.
Como Gini Scott apunta en su estudio del grupo The Magicians (Los Magos), y como Arthur Lyons señala en su libro Satan Wants You (Satanás te quiere), uno de los objetivos de Aquino es controlar a las personas sin que éstas sepan que están siendo controladas. «Controla a los miembros porque ellos creen en los poderes mágicos que dice poseer, y por la necesidad que tienen los miembros de creer que ellos podrán tener también dichos Poderes», explica Linda. «Se suponía que todos debíamos sentir temor y respeto por él y el resto de los miembros dirigentes.»
A pesar de que el Templo de Set es declaradamente satánico, Linda no tomó parte en ningún ritual que incluyera sacrificios animales o humanos. Le pregunté si temió por su vida. «No por parte del templo de Set, porque que yo sepa, nunca han asesinado a ningún ex miembro», me respondió. «El Templo de Set actúa abiertamente y funciona en lo esencial como la mayoría de las demás sectas "públicas", sin violencia aparente», señaló Linda.

«Pero las sectas satánicas violentas son mucho más temibles que las habituales sectas destructivas.»

De hecho, no hay ninguna prueba que vincule el Templo de Set con actividades ilegales. Pero las sectas satánicas más violentas actúan con mayor secreto, y se recrean en dar una imagen de maldad. Algunas realizan rituales muy bien estudiados para impresionar y horrorizar a sus miembros, a menudo con sexo ritual, derramamiento de sangre y sacrificio de animales. También se han dado casos de asesinato ritual. Antiguos participantes en tales actividades no pueden hablar de sus experiencias sin desencadenar una intensa reacción emocional entre sus oyentes y, posiblemente, una acción legal.
Estos grupos se hallan en alza porque los jóvenes están motivados emocionalmente por libros, películas, e incluso la música heavy metal, para creer que el culto a Satanás les dará poder. A pesar de que no era su caso, Linda piensa que la mayor parte de los miembros son reclutados mediante invitaciones a fiestas donde consumen drogas alucinógenas que les vuelven más sugestionables y dóciles, al tiempo que se les incita a ritos sexuales de iniciación. Poco a poco, el reclutador se hace con el control ganándose la confianza y lealtad del recluta. Sólo cuando se le considera preparado es introducido directamente en el culto a Satanás. Llegado este punto, el nuevo miembro ya no puede marcharse porque está implicado en actos ilegales. A quienes han presenciado y participado en asesinatos rituales, se les advierte claramente que serán asesinados por el grupo si pretenden abandonarlo en algún momento.






CAPÍTULO 6


Evaluación de las sectas:

cómo protegerse a uno mismo

Nadie se adhiere a una secta, simplemente pospone la decisión de marcharse

Anónimo


Muy a menudo me piden que ayude a personas que han pertenecido a un grupo del que no había oído hablar con anterioridad. Con el transcurso de los años he desarrollado un método para evaluar a un grupo y valorar su impacto negativo. He descubierto que muchas organizaciones, que quizá parezcan poco ortodoxas e incluso simplemente ridículas, no causan perjuicios a sus miembros. He recibido alguna llamada ocasional de padres o amigos preocupados por grupos que, en mi opinión, no practican el control mental.
También he atendido una docena de llamadas de padres a quienes no les caía bien el hombre con el cual su hija iba a casarse y le acusaban de practicar el control mental. En un caso la acusación resultó ser cierta, pero en la mayoría de las peticiones personales, sencillamente me he negado a intervenir o a verme implicado de cualquier manera. Creo firmemente que las personas tienen todo el derecho a tomar sus propias decisiones, incluso las equivocadas, si son legalmente adultos. Aunque siempre estoy dispuesto a trabajar para que la gente tenga más oportunidades de elegir, decidir y comunicarse, no me interesa aceptar todos los casos que me plantean.
Muchos grupos presentan algunos aspectos destructivos, pero no son destructivos en o por sí mismos. Estos grupos entran en lo que yo considero una «zona gris».. Para determinados individuos, su afiliación a una secta puede llegar a tener efectos destructivos, mientras que la organización en general bien puede no tener todas las características de una auténtica secta destructiva.
¿Cómo se puede aprender a discernir si un grupo es o no una secta destructiva? ¿Cuáles son los elementos determinantes que diferencian las organizaciones inocuas de las peligrosas? En este capítulo intentaré señalar con mayor detalle las características generales de las sectas destructivas de forma que usted pueda protegerse a sí mismo de su influencia. Con esto, intento ofrecer una respuesta a algunas de las preguntas que con mayor frecuencia me formulan sobre las sectas. Al final, incluyo una lista de preguntas que cualquiera puede utilizar para iniciar la evaluación de un grupo.
Al examinar y evaluar cualquier grupo del que sospecho que pueda tratarse de una secta destructiva, me fijo antes que nada en el terreno de la psicología y no en el de la teología o la ideología. Mis marcos de referencia para valorar las sectas destructivas son los procesos de influencia del control mental, hipnosis y psicología de grupos. Observo lo que hace el grupo, no lo que dice. Intento analizar la forma de comunicación entre la secta destructiva y sus miembros (o la falta de comunicación), mientras que otros analistas y críticos se aproximan al miembro de la secta convencidos de que su interpretación de la Biblia o su punto de vista político es el correcto. Tengo la impresión de que buscan convertir al miembro de la secta a su propio sistema de creencias. Mi orientación, en cambio, es estimular al individuo para que aclare las cosas por si mismo investigando una extensa gama de posibilidades.
El derecho que tiene una persona a creer no significa, sin embargo, la concesión automática de una licencia para actuar indiscriminadamente de acuerdo a dichas creencias. Si fuera así, los grupos partidarios de la supremacía blanca podrían deportar e incluso asesinar a todas las personas no blancas del país, o las sectas satánicas podrían dedicarse abiertamente a asesinar en sus sacrificios rituales.
Si un grupo cree que está bien mentir a los foráneos con el propósito de avanzar en su causa, y dicha mentira infringe los derechos del individuo garantizados por la Constitución, está violando su libertad. De igual manera, si un grupo viola día tras día los derechos civiles de sus miembros mientras trabaja para destruir la democracia, entonces no se sirve a la libertad. Debe existir una protección igualitaria de las libertades bajo la ley. La gente tiene derecho a librarse de las influencias de las sectas destructivas, lo mismo socialmente que como individuos.
Desde luego, algunas personas pueden responder con algo así como: «¿Por qué tengo que preocuparme de estas cosas? Siempre hay alguien que viola mis derechos cada día, y no hay nada que yo pueda hacer para evitarlo». Reconozco que existen muchos factores en nuestra vida que en apariencia van más allá de nuestro control, pero las personas deberían tener cierto control cuando se trata de adherirse a un grupo Al prevenir que otros violen sus derechos individuales, usted puede impedirles que le perjudiquen como persona. Después de todo, lo que destruyen las sectas que utilizan el control mental es la vida de las personas.
Veamos un ejemplo. Suponga que usted conoce a alguien de quien sospecha que es un reclutador de una secta destructiva. Tal vez usted no le hubiera dado a esta persona ni la hora si no fuese por el hecho de que él o ella es especialmente atractivo. Esta persona no deja de insistir para que usted asista a determinada reunión. Usted no tiene interés en ir, pero en cambio no deja de pensar que le agradaría conocer mejor a dicha persona. En una situación como ésta, la regla básica a seguir es: No le dé su número de teléfono ni su dirección hasta no saber algo más. Conténgase, aunque le resulte difícil, porque quizá su derecho a la intimidad esté a punto de ser violado por alguien que representa a un grupo muy bien organizado que no se da por vencido con facilidad.
Muchas personas acaban por sucumbir a la constante presión. Provistos de su dirección o de su número de teléfono, los miembros del grupo pueden ejercer esta presión de una manera muy directa. Y cuando usted se convierte en miembro de una secta destructiva, pierde por completo su derecho a la intimidad, y en el futuro puede sufrir graves daños.
Yo me dedico a desenmascarar las sectas destructivas debido a mi propia experiencia personal, y no porque crea que los gobiernos deban restringir las nueva religiones o legislar sobre las creencias de cualquier grupo. En cambio, sí creo que los grupos pueden y deben ser considerados responsables de sus acciones.
Los grupos que califico cómo sectas destructivas tienen unas características muy especificas que socavan el libre albedrío y la libertad del individuo. En este capítulo describiré mi esquema para evaluar la destructividad de cualquier grupo u organización. Las tres áreas básicas son liderazgo, doctrina y afiliación. Al examinar estas tres áreas, usted podrá determinar sin lugar a dudas si determinado grupo puede llegar a ser una secta destructiva.

Liderazgo

A pesar de que las sectas destructivas intentan disfrazar lo mejor posible la verdadera naturaleza de su organización, un buen punto de partida para recabar información y hacer una primera valoración es el liderazgo. ¿Quién es el líder del grupo en cuestión? ¿Cuál es su historial personal? ¿Qué tipo de educación, aprendizaje u ocupación ha desarrollado antes de formar el grupo? El líder de una secta (Eugene Spriggs) había sido pregonero de una feria de atracciones (la persona encargada de convencer al público para que asista a un espectáculo determinado). Otro líder de secta (Werner Erhard, de est y Forum) había vendido coches usados y más tarde enciclopedias. Otro (Carl Stevens, de The Bible Speaks -La Biblia habla-) era conductor de un camión de reparto de una panaderia, mientras que el quizá. más famoso de todos (L. Ron Hubbard, de Scientology -Cienciología-) se inició como escritor de ciencia ficción. Otro líder de secta bien conocido (Victor Paul Weirwille, de The Way International -El Camino Internacional-) obtuvo su doctorado en teología en una academia por correspondencia.
En contra de lo que cree la mayor parte de la gente, no todos los líderes de sectas fundan un grupo porque ambicionen más dinero o poder político. Incluso el reverendo Jim Jones, que ordenó la masacre del Templo de la Gente en Jonestown, era un muy respetado ministro de la Iglesia con un largo currículo de trabajo en favor de los pobres. Sin embargo, es de dominio público que' en algún momento comenzó a tomar anfetaminas, tal vez con el propósito de aumentar su capacidad de trabajo y poder así ayudar a un mayor número de personas. Conoció a otros líderes comprometidos en las falsas «curaciones por la fe», y comenzó a experimentar con estas y otras técnicas para «enardecer» a su congregación. Conforme su poder crecía, se volvió más y más inestable. Resulta interesante observar que muchos de los actuales líderes de sectas han sido antaño víctimas de un grupo de control mental Cuando una persona es sometida a procedimientos de control mental y abandona el grupo sin recurrir después al consejo profesional, le resulta muy fácil aprovechar lo que ha aprendido y ponerlo en práctica con los demás. Desde luego, no todos los ex miembros fundan su propia secta, pero hay personalidades que están dispuestas a hacerlo. A mí me parece obvio que algunos líderes de sectas tienen complejo de inferioridad y una personalidad un tanto antisocial. A pesar de que muchos líderes desean y necesitan la opulencia material, lo que buscan es, en mi opinión, atención y poder. De hecho, el poder acaba por convertirse en una adicción. Con el tiempo, los líderes de sectas desarrollan la necesidad de tener más y más poder. Lo que hace muy peligrosos a estos individuos es su inestabilidad psicológica, y el hecho de que llegan a creer en su propaganda. No son sólo unos astutos maestros de la superchería que quieren obtener dinero, Según mi experiencia, la mayor parte de ellos creen realmente que son «Dios», el «Mesías» o un maestro iluminado.
¿Tiene el líder del grupo antecedentes delictivos? Si es así, ¿de qué lo acusaron? ¿Fue condenado? Por ejemplo, Moon fue arrestado al menos en dos ocasiones mientras estaba en Corea, aunque los informes difieren sobre el motivo. En 1985 pasó trece meses en una prisión federal estadounidense por haber cometido un fraude fiscal.
Si bien los antecedentes de un líder no tienen por qué revelar siempre que es un delincuente o un charlatán, donde hay humo siempre hay fuego. Resulta sorprendente la cantidad de líderes de sectas que tienen antecedentes dudosos.
Al observar la biografía de un líder y su estilo de vida, usted puede sacar algunas conclusiones generales acerca del grado de confianza que le puede otorgar. Por ejemplo, si una persona está pronunciando un discurso sobre cómo tener una buena relación matrimonial, el hecho de que se haya divorciado tres veces es significativo. Si un líder tiene antecedentes por consumo de drogas y comportamiento anormal, como es el caso de L. Ron Hubbard, yo aconsejaría no tomarse muy en serio sus proclamas de que es capaz de resolver todos los problemas de la humanidad. Cuando Sun Myung Moon declara que sus actividades están en favor de la paz mundial, recuerde que es el propietario de una fábrica de fusiles M-16 en Corea.
Otro aspecto importante del liderazgo se refiere al flujo de poder dentro de la organización. ¿Cuenta la organización con una estructura dotada de un verdadero equilibrio de poder? Muchas sectas destructivas tienen una junta directiva, pero lo habitual es que sus integrantes sólo sean marionetas del líder. Su estructura auténtica es una pirámide con el líder de la secta como cabeza omnipotente (en la cúspide). Por debajo de él (o ella) hay un grupo de lugartenientes, totalmente serviles. Después encontramos a los sublíderes. Esta estructura operativa no permite ningún tipo de controles o inspecciones. El líder detenta el poder absoluto. Lord Acton tenía toda la razón cuando escribió: «El poder tiende a corromper, y el poder absoluto corrompe absolutamente».
Si un líder tiene unos antecedentes personales dudosos y estructura su organización de tal forma que todo el poder se centralice y esté controlado por él, el grupo posee las características de una secta destructiva. En cambio, si en el sistema hay previstos medios de control e inspección, y el líder está obligado a satisfacer las necesidades y objetivos de los miembros, la organización resultante será mucho más sana.
Tenga presente que una secta destructiva no siempre tiene un líder que es glorificado (para los extraños) o que disfruta de una gran riqueza personal. Dado que muchos líderes actuales de sectas destructivas estuvieron también afiliados a una secta, quizás actúen así por pura desilusión y por el control mental, y no con una intención deliberada de obtener dinero y' manipular a la gente. He atendido a muchas personas que abandonaban grupos cuyos líderes no «iban detrás del dinero» pero que, en mi opinión, eran adictos al poder personal. Muchas sectas destructivas bíblicas tienen líderes que no son «adictos» conspicuos, y que ponen como autoridad máxima a Dios y la Biblia; sin embargo, su interpretación de la Biblia y de la voluntad de Dios es utilizada para manipular y controlar a las personas.

Doctrina


Dado que la Constitución protege el derecho de las personas a creer en lo que les apetezca creer, un estudio en profundidad de la doctrina de cualquier sectario ofrece garantía alguna y es innecesaria. Sin embargo, pienso que las creencias del grupo deben ser explicadas abiertamente a toda persona que desee afiliarse.
La doctrina del grupo, ¿proclama públicamente ser una cosa cuando en realidad es otra? Me refiero al factor estructural de la existencia de una doctrina interior y otra exterior. Para que una secta posea integridad, es importante que los miembros crean de verdad en aquello que la secta afirma creer. Sin embargo, las sectas destructivas cambian la «verdad» para adecuaría a las necesidades de la situación, porque creen que el fin justifica los medios. Ayudar a la «salvación» de alguien es una racionalización utilizada para justificar el engaño y la manipulación. Las organizaciones legítimas no cambian sus doctrinas para engañar al público.

Afiliación

La afiliación es el último y más importante criterio para la evaluación de las sectas. La he dividido en tres componentes: reclutamiento, mantenimiento del grupo y libertad para marcharse. El impacto de la afiliación al grupo sobre el individuo, su identidad, sus relaciones, y la modificación de sus objetivos e intereses es algo fundamental. Ésta es el área donde concentro mis análisis cuando hago la evaluación de una secta.
La característica básica del reclutamiento en la mayoría de las sectas es el engaño. Como ya he dicho antes, las sectas destructivas no tienen el menor inconveniente en utilizar el engaño para reclutar nuevos adeptos. Actúan con la presunción de que la gente es demasiado «ignorante» o muy poco «espiritual» para saber qué les conviene. En consecuencia, se atribuyen la prerrogativa de tomar las decisiones por las personas que reclutan. Cuando las facultades críticas del individuo están intactas y a pleno rendimiento, la información que le proporciona la secta destructiva es muy escasa. Sólo cuando tales facultades se hallan disminuidas y no funcionan correctamente, la secta le brindará más información. El engaño incluye las mentiras más descaradas y el ocultar o distorsionar informaciones importantes.
La mayor parte de los reclutadores de las sectas destructivas negarán que intenten reclutar, a nadie. Cuando se les pregunta qué están haciendo, por lo general responden que sólo quieren compartir algo significativo y dar la oportunidad de reflexionar sobre el tema. Lo que no le dirán al recluta en potencia es que deben alcanzar unas cuotas de reclutamiento.
La práctica del engaño por parte de las sectas destructivas llega a la utilización de diversas «organizaciones pantalla» que sirven para confundir al posible recluta y ocultar los auténticos propósitos de la organización. CAUSA, C.A.R.P., Freedom Leadership Foundation (Fundación para el Liderazgo Libre), la International Cultural Foundation (Fundación Cultural Internacional) y muchas otras forman parte de la organización Moon. Dianética y Narconon pertenecen a la Iglesia de la Cienciologia. El ciudadano corriente ignora por lo general las conexiones entre estos diferentes grupos.
Cuando se establece una relación de reclutamiento, el reclutador busca la máxima información del posible recluta para establecer la forma más efectiva de atraerlo al grupo. Un reclutador eficaz sabe cómo aprovecharse de los puntos débiles de una persona: problemas con el novio o la novia, con los padres u otros miembros de la familia, en el trabajo o la facultad; el fallecimiento de un amigo cercano o un pariente; el traslado a una nueva ciudad, ó lo que sea. Un buen reclutador sabe cómo conseguir que la «presa» se sienta cómoda para poder sonsacarle informaciones muy íntimas y confidenciales.
Mientras tanto, el reclutador revela lo mínimo posible acerca de sí mismo, y menos aún sobre el grupo, a no ser que resulte absolutamente necesario. La mayor parte de la información la suministra el recluta. Este, desequilibrado flujo de información es otra señal de advertencia de que algo está mal.
Casi siempre, la impresión más común que recibe el recluta en potencia es que está haciendo un nuevo amigo. Sin embargo, en el mundo real las amistades necesitan cierto tiempo para consolidarse. No se hacen de la mañana a la noche. Los dos individuos comparten más y más información personal de manera recíproca, con muy poco o a veces ningún desequilibrio: cada persona da y recibe de forma equilibrada. Tampoco hay objetivos ocultos.
Cuando el posible converso es invitado a una reunión o un seminario de la secta, le someten a una gran presión, tanto abierta como disimulada, para que se comprometa lo antes posible. Las sectas destructivas, como los buenos estafadores, entran a matar en cuanto han calibrado a la víctima. No les conviene permitir una reflexión tranquila. Por contra, en los grupos legítimos no mienten al converso en potencia ni le presionan para que se comprometa rápidamente.
Una secta destructiva reclutará nuevos miembros mediante el empleo de técnicas de control mental, que ya hemos visto. El control de las experiencias del individuo es esencial para quebrarlo, adoctrinarlo y volver a formarlo a imagen de la secta. Durante la etapa de reclutamiento, los marcos de referencia de la identidad personal sufren un cambio drástico. A veces, mientras le están adoctrinando, no se le permite ponerse en contacto con su familia o amigos durante días o semanas. Cuando vuelve a verles, el cambio radical de su personalidad resulta evidente. El individuo cambia con frecuencia su manera de vestir y de hablar, y actúa con un distanciamiento que no le es propio. A menudo, ha perdido el sentido del humor. Sus intereses anteriores, aficiones y metas pueden ser abandonados «porque ya no son importantes».
Este cambio de personalidad parece reducirse después de un tiempo, si el individuo no continúa en contacto con el grupo ni participa en sus actividades. Sin embargo, cuando se mantiene el contacto (por teléfono o en reuniones del grupo), la nueva identidad se fortalece cada vez más.
Para la familia y los amigos, la persona parece no sólo más distante, sino también falsa y evasiva. En ocasiones es posible convencerla para que revele sus nuevas creencias. Lo más frecuente, no obstante, es que el nuevo miembro pida a familiares y amigos que hablen con miembros más antiguos o con los líderes, «porque ellos pueden explicarlo mejor».
El síntoma más revelador del trabajo de una secta destructiva es este radical cambio de personalidad que sufre el nuevo miembro. Quizás antes fuese partidario de la política liberal, pero ahora es un fanático conservador. Le podía gustar la música rock, pero ahora piensa que es algo diabólico. Tal vez fuera muy cariñoso y estuviese muy unido a su familia, pero ahora no confía en ellos para nada. Podía ser ateo, pero ahora Dios lo significa todo para él. Por descontado que la gente cambia sus creencias y valores como consecuencia natural de las experiencias de su vida. Sin embargo, cuando intervienen el engaño y el control mental, el cambio es espectacular, repentino y elaborado por medios artificiales. Una y otra vez he oído comentar a los familiares: «Ahora es una persona diferente. ¡Ya no sabemos quién es!».
Se sabe de personas que tras ingresar en una secta han cambiado de nombre, abandonado los estudios o el trabajo, hecho donación de sus ahorros y propiedades, y se han trasladado a cientos o miles de kilómetros de su casa. Sin embargo, la ausencia de estos requisitos no significa por fuerza que el grupo no sea una secta destructiva. Es cada vez mayor el número de grupos que deliberadamente postergan estas prácticas durante algún tiempo con el propósito de acallar cualquier sospecha.
Cada situación y cada grupo deben ser considerados por separado en cuanto a su impacto sobre la vida del individuo, El reclutamiento se hace paulatinamente; en algunos casos, el comportamiento de una persona tarda varios meses en cambiar, aunque lo más normal es que cambie en sólo días o semanas.
El mantenimiento de la afiliación se consigue mediante las actividades de la secta deliberadamente organizadas para socavar las relaciones del nuevo miembro con sus familiares y amigos. Una manera de lograr este objetivo es encomendar al nuevo miembro que reclute a todos sus conocidos. Mientras los familiares y amigos sean «carne cruda», como los denominan en la Iglesia de la Cienciología,12 los reclutas tienen permiso para estar y trabajar con ellos. Pero tan pronto como manifiestan su inquietud y anuncian que jamás se unirán al grupo, los líderes ordenan al nuevo miembro que deje de malgastar su tiempo con los no creyentes. En última instancia, si la familia del nuevo adepto se muestra demasiado crítica con la secta, le dirán a éste que corte todos los contactos. Las sectas destructivas no pueden tolerar ningún tipo de oposición. O bien la gente está de acuerdo con el grupo (y se les ve como posibles conversos), o son el enemigo.
Cuando el individuo se convierte en miembro, sus patrones de sueño a menudo sufren cambios sustanciales. La privación del sueño es algo habitual en muchas sectas destructivas. Cualquiera que haya pasado varias noches sin dormir, o haya tenido que permanecer toda la noche en pie por motivos de trabajo o de estudio, recordará qué difícil es funcionar normalmente sin las suficientes horas de sueño. En muchas sectas se aseguran de que los miembros duerman sólo de tres a cinco horas por noche. No es que estos grupos tengan una norma escrita al respecto -la mayoría no la tiene-, simplemente se cercioran de que el individuo esté tan saturado de trabajo que no le quede mucho tiempo para dormir. También prodigan alabanzas a los líderes que duermen muy poco y denigran a quienes duermen demasiado. Con el tiempo, los adeptos aprenden a dormir muy poco.
Los cambios en las dietas alimenticias también son frecuentes al adherirse a una secta. Algunos grupos practican el vegetarianismo más estricto, pero utilizan excesivas cantidades de azúcar para que los miembros se sientan «enardecidos». Hay sectas que promueven largos y frecuentes ayunos, con muy pocos o ningún cuidado para el cuerpo ni antes ni después. Existen incluso un par de grupos que hacen que los adeptos busquen su comida en los cubos de basura. Se producen drásticos cambios de peso. Aunque la mayoría de la gente pierde peso durante su permanencia en una secta destructiva, hay quien lo aumenta hasta la obesidad.
Lo que uno come, su actitud hacia la comida y la manera de comer contribuyen al sentido de identidad de la persona. Si a un miembro se le hace sentir que debe «morir para si mismo y para sus necesidades humanas», puede mostrarse de acuerdo en ayunar gran parte del tiempo y negarse cualquier placer en la comida. Si una persona es muy desgraciada y sus necesidades emocionales no son satisfechas, el resultado puede ser el exceso de peso. Los individuos obesos, por lo general, son ridiculizados por los adeptos, quienes les hacen sentirse culpables e indefensos, a no ser que se dé el caso de que el líder de la secta sea gordo o le agrade la gente gorda. Al contrario de lo que piensa mucha gente, las más de las sectas que practican el control mental no privan sistemáticamente a sus miembros de una comida decente. Si lo hicieran durante mucho tiempo, se resentirían sus cuerpos y no estarían en condiciones de trabajar.
Las sectas destructivas se caracterizan, sin embargo, por hacer muy poco para mantener la buena salud de sus miembros en todos los sentidos. Las enfermedades psicosomáticas abundan entre los adeptos, tal vez como un reflejo de su necesidad inconsciente de ayuda y cuidado. Los tratamientos médicos son mínimos, y en algunos grupos virtualmente inexistentes.
En las sectas destructivas se dedica muchísimo tiempo a las actividades de grupo, y se permite sólo un mínimo para dedicarlo a uno mismo, a los amigos o a la familia. No hay casi tiempo disponible para leer nada que no sea literatura de la secta o para aprender cualquier cosa aparte de las prácticas del grupo. Claro está que los miembros utilizan todos los medios para convencer a los foráneos de que llevan una vida «normal». Sin embargo, si entabla conversación con un adepto y conduce la charla a temas de actualidad, o arte, o historia, quedará patente que la mayoría de ellos no están enterados de nada.
Uno de los síntomas más evidentes de que una persona está en un grupo de control mental es la falta de capacidad para tomar decisiones independientes. A pesar de que los adeptos intentan convencer a los extraños de que son autónomos, en cuanto se rasca un poco la superficie resulta obvio que no pueden tomar decisiones importantes sin primero pedir permiso a sus superiores. Este tipo de dependencia es evidente en todos los niveles de la secta excepto en la cumbre. La madre de un adepto al que yo conocía se sentía feliz al pensar que su hijo había decidido por sí mismo ir a casa por Navidad, pero se desilusionó cuando su hijo le contó el motivo de la visita. «Verás, mamá, el yogui me dijo que debía estar contigo durante las vacaciones.» Le expliqué a la madre que la única razón de que a él le permitieran ir a su casa era que ella se había comportado como si aprobara su pertenencia a la secta, pues a menudo invitaba a otros miembros a cenar y nunca criticaba al grupo.
Los adeptos a menudo les dicen a sus familiares que «ya verán» si pueden ir a su casa por sucesos familiares importantes, como una boda, un sepelio o un cumpleaños. Lo cual significa que deberán preguntar a su líder. De la misma manera, los miembros de una secta tienen que pedir permiso para hacer cualquier cosa que la mayor parte de la gente da por sentada. Es casi imposible de imaginar que una persona deba tener permiso de un sacerdote para ir a visitar a un pariente enfermo. Sin embargo, un miembro de uno de estos grupos que simplemente vaya y haga lo que considera necesario es tildado de «egoísta», «independiente», «rebelde» y enemigo del «desarrollo positivo». De hecho, cuanto más control hay en el grupo, más difícil resulta que una persona pueda salir para visitar a un pariente enfermo o asistir a una boda, a un funeral, o a cualquier otra «actividad exterior». Algunos grupos llegan al extremo de controlar todas las relaciones sociales, y dicen a sus miembros con quién pueden o no tener una cita, e incluso con quién pueden o no casarse. Las sectas más extremistas regulan hasta la actividad sexual, indicando a los adeptos cuándo pueden hacer el amor y cuáles son las posturas aceptables, además de apartar a los hijos de sus padres con el propósito de adoctrinarles de una forma mucho más completa.
La vida en una secta destructiva presenta grandes variaciones. Algunas personas pueden vivir con otros miembros en un «ashram», un centro o una casa, mientras que otros miembros contarán con domicilios propios. Algunos adeptos pueden desempeñar tareas domésticas, que les exigen pensar muy poco (como porteros, encargados de mantenimiento, cocineros, asistentes), en tanto que otros están dedicados a trabajos mucho más exigentes (reclutamiento, relaciones públicas, empresas de la secta). Existe un grupo, los Niños de Dios, que animan a sus seguidoras a que se conviertan en prostitutas y actúen como integrantes de las «Happy Hookers for Jesus» (Alegres Busconas de Jesús), utilizando el sexo para ganar dinero y conseguir nuevos adeptos. Estas mujeres operan cerca de las grandes bases militares estadounidenses de ultramar, y se aprovechan de los soldados solitarios.
Algunos tienen un trabajo ajeno a la secta, con horario laboral, lo que les obliga a aislar los procesos mentales inculcados por el grupo. Lo normal es que estas personas, después de su afiliación, continúen con sus trabajos debido al dinero, el prestigio y las oportunidades que tienen para reclutar nuevos adeptos e influir en otras personas. Estos individuos son muy afortunados por disponer de algunas horas lejos del grupo y en contacto con no miembros, porque los efectos perjudiciales de la secta quedan así minimizados.
En la vida diaria de los miembros de las sectas destructivas, a menudo existe una gran variación en el grado en que son afectados por el control del pensamiento, el control emocional, el control del comportamiento y el control informativo. Todos aquellos que tienen prohibidos los «pensamientos negativos» o mantener contactos con críticos o antiguos miembros, incluso si trabajan en el exterior y viven aparte, todavía pueden seguir sometidos a control mental, aunque tal vez con un control no tan rígido como el de quien es un miembro completamente devoto durante las veinticuatro horas del día.
El último criterio para juzgar a un grupo es la libertad de marcharse de los adeptos. En otras palabras, los miembros de las sectas destructivas son prisioneros psicológicos. Como ya he mencionado antes, las sectas destructivas implantan fobias en las mentes de sus seguidores para fomentar el temor a abandonar el grupo. De esta forma, cierran de hecho la puerta a la libre elección. La gente tiene libertad para adherirse, pero no tiene libertad para abandonar una secta destructiva. En realidad, a los ojos de estas sectas, no existe una razón «legítima» para que una persona abandone el grupo.
Los grupos legítimos tratan a los individuos como adultos, capaces de determinar qué es lo que más les conviene. A pesar de que todas las organizaciones intentan retener a sus afiliados, los grupos legítimos nunca llegan a los extremos de controlar a sus miembros por medio del terror y el sentimiento de culpa como hacen las sectas destructivas.
Algunos de los grupos más violentos no vacilan en perseguir y tratar de silenciar a sus antiguos adeptos a través de la violencia encubierta, el acoso legal, la intimidación emocional y el chantaje. Paul Morantz, un abogado que llevaba un caso contra Synanon, un programa de rehabilitación de drogadictos, fue mordido por una víbora de cascabel que miembros de la secta colocaron en el buzón de su casa.Stephen Bryant, ex devoto de los Krishnas, fue asesinado de un disparo en la cabeza por un miembro de la secta, enviado al parecer por uno de los líderes Krishna. Bent Corydon, que perteneció durante 22 años a la Iglesia de la Cienciología, se ha visto sometido a una despiadada persecución legal por haber escrito L. Ron Hubbard: Messiah or Madman? (L. Ron Hubbard: ¿Mesías o loco?), una biografía crítica del fundador de la Cienciología.17 Jeannie MilIs, ex miembro del Templo de la Gente que denunció sin tapujos al reverendo Jim Jones, fue asesinada por personas desconocidas, junto con su esposo e hijos, después de la masacre de Jonestown.
No hace falta repetir que las personas deben mantener siempre su derecho a decidir por sí mismas si quieren o no permanecer en un grupo. La libertad de escoger no le puede ser arrebatada a nadie que haya decidido afiliarse a cualquier organización.

Las preguntas de la gente sobre las sectas

Aunque uno puede suponer que la información sobre las sectas está al alcance de todo el mundo en las librerías y bibliotecas, la realidad es que hay una gran escasez de libros, cintas de vídeo, películas y otros materiales que contengan explicaciones objetivas sobre las sectas y sus actividades. He oído más de una vez que los adeptos van a las bibliotecas y librerías a robar o a comprar los libros que tratan de las sectas, en un intento de ocultar al público una información que les es perjudicial.
Una pregunta que escucho muy a menudo es si todas las sectas destructivas son igual de peligrosas. La respuesta es un simple «no», como cualquiera con un poco de sentido común puede comprobar. No todos los grupos son destructivos, por ejemplo, como el Templo de la Gente, o tan extremistas como las sectas terroristas de Oriente Medio. Tampoco todas las sectas son tan falsas, exigentes y peligrosas para el individuo, su familia y la sociedad como lo es la organización Moon. Al hablar de sectas destructivas, debemos comprender que caen en el extremo del espectro de influencias de nuestra vida diaria.
Otra pregunta que a veces me plantean es si las sectas destructivas cambian de forma significativa con el paso del tiempo. La respuesta es sí. Algunos grupos que utilizan el control mental comenzaron con muy buenas intenciones, y han acabado por manipular a sus miembros y engañar a la población. Este precisamente es el caso del Templo de la Gente, que al principio era un grupo parroquial dedicado a socorrer a los pobres de la ciudad. La tragedia es que las personas a quienes la secta pretendía ayudar acabaron siendo víctimas de la propia secta y convirtieron en víctimas a otros. El Templo de la Gente fue un grupo que se autodestruyó, pero hay otros que simplemente se desvanecen o se dispersan. Un ejemplo de los que se «esfuman» lo ofrece el Partido Democrático de los Trabajadores de California, que decidió disolverse después de que sus afiliados se sintieran profundamente desilusionados con su líder. El Centro para la Terapia Sensitiva se dispersó cuando un buen día los líderes desaparecieron, abandonando a su suerte a centenares de confusos y desorientados adeptos.
Otra cuestión es si una secta destructiva es igual de peligrosa cualquiera que sea el lugar del mundo donde actúa. A pesar del hecho de que muchos grupos intentan ofrecer la imagen de que son muy grandes, poderosos y monolíticos, a menudo hay grandes variaciones en su funcionamiento interno. Puede existir una enorme diferencia en el grado de destructividad de una secta, que dependerá de la personalidad del líder, la severidad y el tratamiento. Durante el tiempo que estuve con los Moonies, había mucha disparidad entre el estilo de vida de los grupos de la Costa Este y los de la Costa Oeste. Por ejemplo, en el Este (sobre todo porque Moon vivía allí e inspeccionaba las operaciones personalmente) la disciplina militarista y el control eran exagerados. No se permitía que hombres y mujeres se abrazaran, se besaran, o se tomaran de las manos a menos que estuvieran casados y pidieran permiso. En cambio, en la Costa Oeste, los adeptos disponían de mucha más libertad y podían hacer todas estas cosas, si bien eran mucho más engañosos en las tácticas de reclutamiento.
Debido a que muchas sectas destructivas ofrecen técnicas de meditación o terapéuticas que proclaman unos resultados beneficiosos universales, una pregunta lógica es si las sectas afectan por igual a todo el mundo.
Por ejemplo, hay quien no responde bien a las técnicas de relajación pasivas. Una persona reclutada por una organización del tipo Meditación Trascendental (MT) puede sufrir efectos negativos, como dolores de cabeza, insomnio, un aumento de ansiedad, etcétera. Dado que los seguidores de la MT creen que su forma de meditar es buena para todos, a quien se queje de efectos negativos pueden simplemente decirle que se está «destensando» y que debe continuar con la meditación. Por desgracia, las consecuencias de ignorar estos problemas tal vez lleguen a producir graves trastornos de salud, crisis nerviosas, e incluso tendencias suicidas.
Los grandes grupos que ofrecen cursillos de entrenamiento en concienciación, como el est (en la actualidad Forum), Lifesprin'g, y otros similares, han sido criticados con dureza por la falta de profesionalidad en sus sistemas de investigación para identificar a la gente susceptible de ser muy vulnerable. Como resultado, muchas de estas organizaciones han sido demandadas ante los tribunales por numerosos participantes perjudicados.
Por último, están las consideraciones acerca del tamaño del grupo. ¿El grado de destructividad de una secta guarda relación con su tamaño? En absoluto. He conocido relaciones de control mental entre dos personas, «cara a cara», con unos efectos tan destructivos como los de los grupos grandes. Cuando investigaba el síndrome de la esposa maltratada, descubrí muchas similitudes y paralelismos con los adeptos de las sectas de control mental.23 Algunas de las mujeres maltratadas estaban sometidas a una relación de casi total dependencia, a menudo aisladas de los familiares y amigos que criticaban el comportamiento del marido A otras no les permitían tener dinero, aprender a conducir un automóvil, o trabajar fuera del hogar. Cada vez que intentaban comunicar sus necesidades o deseos, eran golpeadas. Les hacían sentir que cualquier problema matrimonial era culpa suya, y que con sólo un mayor esfuerzo por satisfacer a su esposo, todo iría de maravilla. La autoestíma de estas mujeres era tan escasa que llegaban a creer que no había futuro para ellas sin su marido. Algunas mujeres tenían un esposo que no sólo implantaba fobias en su mente para que no rompieran el matrimonio, sino que la amenazaba con perseguiría y matarla si alguna vez abandonaba el hogar.

Hacer preguntas: la clave para protegerse a uno mismo de las sectas destructivas

Aprender a ser un consumidor exigente puede ayudarle a ahorrar tiempo, energías y dinero. En el caso de las sectas destructivas, ser un consumidor exigente puede ayudarle a salvar su mente. Si alguna vez es abordado por alguien que intenta sonsacarle información sobre usted mismo o le invita a participar en un programa, ,usted puede formularle algunas preguntas muy concretas que le ayudarán a eludir a más del 90% de los reclutadores de las sectas. Estas preguntas serán más efectivas si las formula de forma muy directa pero amistosa, y exige respuestas muy concretas.
A pesar de que los más de los grupos utilizan el engaño, es importante tener presente que la mayor parte de los adeptos no se dan cuenta de que mienten en el proceso de reclutamiento. Por este motivo, al formular estas preguntas directas una tras otra, por lo general podrá descubrir si le están contando una historia falsa, o si el adepto no sabe que está mintiendo.
Dado que a los miembros les han entrenado para evitar los pensamientos negativos sobre el grupo, las respuestas serán con frecuencia poco concretas. Entre las tácticas más comunes de los reclutadores figuran el uso de generalidades indecisas, observaciones evasivas e intentos de cambiar de tema. Generalizaciones vagas como: «Tratarnos de ayudar a la gente a superar sus problemas», o «Esta noche ofrecemos una cena gratuita para discutir algunos de los problemas del mundo», o «Es sólo una reunión para estudiar juntos la Palabra de Dios» deben despertar sus sospechas. Los comentarios evasivos del tipo: «Comprendo que se muestre escéptico; yo también lo fui hasta que realmente conseguí la comprensión», o «¿Conque era esto lo que de verdad quería saber?», también deben ponerle sobre aviso.
Otra técnica habitual entre los reclutados es cambiar de tema. Cuando, por ejemplo, usted pregunta si el líder de la secta tiene o no antecedentes delictivos, le pueden soltar un larguisimo monólogo acerca de las persecuciones que han sufrido todos los grandes líderes religiosos del mundo. Pueden charlatanear acerca de que Sócrates fue acusado de molestar a los niños, de que a Jesús se le acusó de vinculación con las prostitutas, etc. No entre en el juego y no se deje llevar a un debate sobre Sócrates o Jesús; a usted lo que le interesa es una respuesta concreta sobre el líder del grupo. Si el reclutador no le contesta de forma clara, concisa y directa, puede estar seguro de que algo falta en su respuesta. Existe además una réplica que ningún reclutador es capaz de contradecir: puede usted dejar de escucharle y marcharse con toda tranquilidad.
Como ya he dicho al principio de este capítulo, jamás debe facilitar su número de teléfono ni su dirección a alguien de quien sospecha que pertenece a una secta. En cambio, pídale usted a él su número de teléfono y dirección, e inicie usted el contacto si es que desea hacerlo. ¡Mantenga el control! No permita que le presionen para sonsacarle información personal; la gente que ha facilitado su dirección y número de teléfono ha sufrido en carne propia las increíbles molestias que esto puede ocasionar.
Sobre todo, no olvide que la gran ventaja que tiene sobre el reclutador es la posibilidad de formularle preguntas directas y profundas. Las que incluyo a continuación han demostrado ser de las más efectivas:

· ¿Cuanto tiempo hace que usted (el reclutador) se dedica a esto? ¿Intenta reclutarme para alguna organización?

A mí me gusta saber de inmediato con quién trato. Una persona que no lleve más de un año en una secta destructiva es por lo general bastante inexperta. Es menos probable que mienta, y sus mentiras no resultan tan convincentes como las de un reclutador más experimentado. Si la persona en cuestión está comprometida desde hace muchos años, espero que dé respuestas concretas a todas mis preguntas, y si no es así le espetaré algo como:
«¡Vaya! ¡Es usted un adepto desde hace X años y no sabe la respuesta!».
Cuando se plantea el tema del reclutamiento, casi siempre la réplica del reclutador será: «No. Es sólo que usted me agrada y quisiera compartir esto con usted. Lo que decida hacer con la información es cosa suya». Maravilloso. No olvide la respuesta, porque si el grupo resulta ser una secta destructiva, llegará un momento en que le resultará obvio que quieren reclutarlo. En ese instante, puede recordar que el reclutador le mintió. Muéstrese lo bastante enfadado y márchese.

· ¿Puede usted decirme los nombres de todas las organizaciones que dependen de este grupo?

Lo que se pretende descubrir con esto es el nombre de los grupos que sirven de pantalla. Es bastante habitual que esta pregunta pille al reclutador con la guardia baja, y le pregunte a su vez qué pretende usted decir. Insista en saber si existen otros grupos u organizaciones que la secta utilice o haya utilizado antes como filiales. Si el reclutador contesta que no lo sabe, pídale que lo averigüe y que haga una lista por escrito. Usted le llamará al día siguiente para conocer los nombres.
Incluso aunque su interlocutor le diga que no existen otros nombres, en algún momento puede usted descubrir que miente. Es su oportunidad para montar en cólera, volverse agresivo y marcharse. Si nunca formula esta pregunta, entonces no podrá tener la seguridad de que le han mentido.

· ¿Quién es el líder supremo? ¿Cuáles son sus orígenes y calificaciones? ¿Tiene antecedentes delictivos por alguna causa?

Quizá consiga una respuesta concreta a estas preguntas. El reclutador tal vez le diga el nombre del líder supremo. Lo más probable es que no consiga nada en ambos casos. En ocasiones dan el nombre del sublíder en el país, la provincia o la ciudad, en un esfuerzo por encubrir la verdad. También es posible que él ignore los orígenes del líder y si tiene o no antecedentes delictivos, porque jamás se preocupó de averiguarlo. En tal caso usted puede preguntarle: «¿Cómo es que se ha comprometido con un grupo sin inquirir primero estas cosas?». No lo olvide: las sectas destructivas intentan primero atraer a la gente antes de revelar informaciones importantes. Un grupo legítimo siempre facilitará primero la información, y sólo pedirá la afiliación cuando la persona esté dispuesta.

· ¿Cuál es la creencia del grupo? ¿Creen que el fin justifica los medios? ¿Se permite el engaño en ciertos casos?

A la mayor parte de los reclutadores no les gusta dar en el acto explicaciones acerca de sus creencias. Están entrenados para despertar su curiosidad y llevarle a oír una conferencia, a ver un vídeo o a participar en un programa. Si lo consiguen, saben que dispondrán de una mejor oportunidad de influirle al tenerle en su propio ambiente.
Si el reclutador no está dispuesto a resumir en ese mismo instante los puntos clave de las creencias del grupo, puede estar seguro de que le oculta algo. Desde luego, él puede argumentar que tiene miedo de que usted haga una interpretación errónea basada en una breve descripción. De todos modos, insista. Cualquier grupo legítimo es capaz de resumir sus principales creencias. Pero éste no es el caso de las sectas destructivas. Si más tarde descubre que el resumen es una grosera distorsión plagada de inexactitudes, tiene todo el derecho a enfadarse e irse. Los miembros de la secta intentarán seguramente convencerle de que se han visto obligados a mentirle porque la prensa y la televisión le han lavado a usted el cerebro y le han predispuesto contra ellos, por lo que nunca les hubiera escuchado si le decían la verdad.

No pase por alto esta racionalización de que «el fin justifica los medios». Ninguna organización legítima necesita mentir para ayudar a la gente.

· ¿Qué se espera que hagan los miembros después de afiliarse? ¿Tengo que abandonar la universidad o el trabajo, donar mi dinero y propiedades, o apartarme de familiares y amigos que se opongan a mi adhesión?
Si la persona que le aborda es reclutador de una secta destructiva, le dirá que no tendrá que hacer prácticamente nada después de su ingreso. Sin embargo, esta pregunta consigue que la mayor parte de los adeptos se muestren muy incómodos y a la defensiva. Observe con atención las reacciones no verbales del reclutador mientras le plantea esta cuestión. Pregúntele qué hacía él antes de unirse al grupo y qué hace ahora.

· ¿Existen controversias acerca del grupo? Si la gente formula críticas, ¿cuáles son las principales objeciones?

Ésta es una pregunta definitiva, que sirve para determinar cuánto sabe la persona o cuánto está dispuesta a discutir. Si formula la pregunta con toda cortesía y acompañada de una sonrisa, se sorprenderá de las muchas veces que le contestarán: «Bueno, hay quien opina .que somos una secta y que a todos nos han lavado el cerebro. ¿No le parece ridículo? ¿Tengo yo pinta de que me hayan lavado el cerebro?». A este, último punto, suelo responder:
«Vaya. ¿Y qué pinta tienen las personas a quienes les han lavado el cerebro?». Por lo general, compruebo que mi interlocutor se siente muy incómodo, y si continúo insistiendo busca una excusa para marcharse.
· ¿Cuál es su opinión sobre los ex miembros de su grupo? ¿Se ha sentado alguna vez a hablar con un ex miembro para averiguar por qué abandonó el grupo? Si no es así, ¿por qué no lo ha hecho? ¿Impone su grupo restricciones a la comunicación con antiguos miembros?
Esta serie de preguntas es una de las más reveladoras que se pueden formular a un adepto. Cualquier organización legítima jamás desaconsejará el contacto con antiguos seguidores. Del mismo modo, apoyará la decisión que tome el miembro, incluso si ésta no es de su agrado.
En cambio, las sectas destructivas no aceptan ninguna justificación para la marcha de un adepto, cualquiera que sea el motivo. Además, las sectas inculcan el miedo. en sus afiliados, para asegurarse de que se mantienen apartados de quienes les critican y de los ex miembros. Pese a que algún reclutador experto, cuando usted insiste y quiere saber más detalles., pueda responder:
«Claro, algunos de mis mejores amigos se han marchado», acabará por descubrir que le ha mentido. Cuando me dan una respuesta parecida, ya a mi vez les pregunto: «¿Cuáles son los motivos concretos que motivaron su marcha?», y «¿Le han dicho si son más felices ahora que antes de abandonar la secta?». Una vez más, el reclutador no sabrá qué responder.

· Dígame las tres cosas que menos le gustan del grupo y de su líder

Soy incapaz de recordar cuántas veces he visto a los reporteros y a los entrevistadores de televisión preguntar a los miembros de una secta si les han lavado o no el cerebro. El adepto, por lo general, sonríe y responde: «Desde luego que no. Es ridículo». Sin embargo, es absurdo esperar una respuesta objetiva de alguien que está bajo control mental. Una pregunta mucho más acertada es: «Dígame tres cosas que no le agraden del grupo o del líder». Si tiene la oportunidad de coger desprevenido al adepto y le formula esta pregunta, le sugiero que observe con cuidado la expresión de su cara. Se le dilatarán las pupilas de sus ojos, y por un momento se quedará atónito. Cuando por fin responda, probablemente dirá que no puede pensar en algo que no le guste. Los miembros de una secta, por lo general, dan esta respuesta con ligeras variantes, porque no están autorizados a formular críticas, y menos por televisión.
Si tiene ocasión de seguir preguntando, intente averiguar qué otra cosa le gustaría hacer en la vida aparte de pertenecer al grupo. La respuesta habitual es: «Nada».
La pregunta definitiva es si la persona ha tenido tiempo o no para hablar con antiguos adeptos y leer informaciones críticas a fin de efectuar su propia valoración. Un individuo sometido a control mental puede decir que sí. No obstante, muy a menudo he visto cómo sus familiares le llevaban la contraria, y en general el adepto no replica. Si lo hace, es que está en camino de abandonar el grupo.
Si usted ha formulado todas estas preguntas y está razonablemente convencido de que la persona con la que habla es sincera, y está interesado en saber más del grupo, le recomiendo que haga aún varias cosas. Puede plantear las mismas preguntas a otros miembros del grupo y ver si coinciden las respuestas. Si hay grandes diferencias, puede intentar enfrentarlos a este hecho y observar cómo reaccionan.
Antes de participar en cualquier programa, recuerde que aún puede efectuar más averiguaciones por su cuenta sobre el grupo. Póngase en contacto con alguna organización especializada en sectas para saber si ellos tienen mayor información. No le causará ningún daño ser prudente.
Si así no consigue más información sobre el grupo, y todavía está interesado, asista a una reunión con un amigo de confianza. De esta manera, tendrá a alguien con quien poder discutir todo lo que vea y oiga. Las sectas destructivas, por norma, intentarán siempre encontrar algún modo de separarle de su amigo. La regla es «divide y vencerás». Desde luego, todo parecerá muy espontáneo e inocente, pero el resultado es siempre el mismo. Por lo general, un adepto iniciará una conversación con su amigo mientras otro comienza a formularle preguntas a usted. Al principio estarán juntos, al cabo de unos minutos les separarán un par de metros, y si usted lo permite, al final de la velada estarán en esquinas opuestas de la habitación. Algunos grupos no son tan disimulados y piden a los participantes que se emparejen con personas a quienes no conocen. No permita que nadie les separe. Insista en permanecer junto a su amigo. Si le presionan, o si tiene que enfrentarse con los líderes del grupo, márchese.
Si se ve inmerso en una sesión de adoctrinamiento, póngase de pie y anuncie que no le agrada que le manipulen y controlen. Cuanto más alto hable, más rápido le expulsarán de la habitación. ¿Quién sabe? Tal vez otras personas aprovechen la oportunidad para marcharse con usted.
No permita que le venza la curiosidad. Demasiada gente ha sido reclutada por estas organizaciones porque se creían capaces de poder «controlar» cualquier situación. La curiosidad y el exceso del confianza significaron la caída de muchas personas, entre las cuales me incluyo. Ponerse uno mismo en una situación peligrosa no vale la pena.

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